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El Enigma de Mehy como Exponente
del Ideal Guerrero Ramésida

 

Javier Martínez Babón
Univ. Autònoma de Barcelona

 

Fuentes históricas y literarias de la Época Ramésida mencionan a un hombre de armas llamado Mehy, cuya existencia está sumida en una negra sombra de misterio, ya que su presencia en la propaganda oficial del gran Seti I sería usurpada por el célebre Ramsés II. 

Desde el punto de vista histórico, podemos destacar los relieves del muro exterior norte de la sala hipóstila de Karnak que muestran las hazañas militares del faraón Seti I contra sus enemigos asiáticos y libios [1] . Diversas escenas bélicas muestran, la figura de un guerrero cerca del rey. Aunque el deterioro de las siluetas y la manipulación de los signos son notorias, se distingue el nombre Mehy y el rango de comandante de tropa en una de las mismas [2] . Tenemos a un personaje relevante colocado en un lugar de privilegio.

En cuanto a la cuestión literaria, se han conservado fragmentos de poemas amorosos en la colección Chester Beatty I [3] y en dos ostraca [4] . Estos textos, lamentablemente muy deteriorados, mencionan a un príncipe real llamado Mehy, el cual destacaba por sus encantos y valentía.

A fin de poder profundizar, en la medida de lo posible, sobre este personaje, conviene reflexionar sobre los antecedentes político-militares de su época, los cuales comenzaron en tiempos de El Amarna. 

A- ANTECEDENTES

El ascenso al poder de los militares en la última fase de la dinastía XVIII: la época de Ajenatón

Durante la dinastía XVIII los reyes egipcios forjaron un imperio que comprendía las tierras del sur de Siria hasta la cuarta catarata del Nilo. Aunque fueron varios los monarcas que participaron en campañas de expansión, el gran artífice de las conquistas fue Thutmés III (ca. 1468-1436 a. C.), faraón que organizó diecisiete victoriosas operaciones guerreras contra rebeldes cananeos, dirigentes sirios y enemigos mitannios [5] . Este soberano, como depositario de tradiciones iniciadas por su abuelo Thutmés I,  desarrollaría unas estructuras militares controladas firmemente desde la Casa Real, y crearía una efectiva administración territorial en las posesiones asiáticas. Sus méritos internacionales, que reportaron  tributos y prestigio a la Corte y los principales templos, contribuyeron a que fuera recordado con veneración.

La dinámica política y religiosa egipcia prosiguió sin grandes sobresaltos, hasta la llegada al trono de Amenhotep IV, soberano que cambiaría su nombre por el de Ajenatón (ca. 1364-1347 a. C.). Hoy en día se va descartando la idea literaria de que su gobierno fue pacifista, y dedicado a honrar una única forma divina. Sus reformas, que afectaron directamente al poderoso clero de Amón, se llevaron a término gracias a un ejército compuesto por tres elementos clave:

- Un monarca, probablemente enfermo [6] , que abusó de la iconografía militar, según muestran los relieves que le presentan en ademán de golpear a sus enemigos con la maza o la espada curva [7] y las escenas en las que aparece sobre un carro de guerra paseándose por su nueva capital de El Amarna [8] . A la posible debilidad física del rey hay que añadir la falta de un príncipe heredero fuerte que pudiera garantizar el mando máximo desde la Casa Real.

- Oficiales arribistas que vieron la posibilidad de ascender en los círculos políticos y sociales del país. Un buen ejemplo fue Ay, comandante de tropa y supervisor de todos los caballos del Señor de las Dos Tierras, además de muchos rangos y títulos civiles, que alcanzaría grandes cotas de poder político y acabaría siendo rey de Egipto [9] .

- La presencia de unidades de mercenarios asiáticos, libios y nubios que no tenían ningún apego a las divinidades caídas en desgracia y cuyo principio de lealtad pasaba por los privilegios y ventajas que podían alcanzar [10] . Un indicio de la difícil coyuntura que vivía el monarca radica en el hecho de que buena parte de los integrantes de su guardia personal eran extranjeros, según se observa en diversos relieves de tumbas privadas de El Amarna.

La tensa situación política interna, con cambio de capital incluido, obligó a mantener al ejército en Egipto mientras se producían notables cambios geopolíticos en el exterior, debido a la irrupción de los hititas, dirigidos por el rey Suppiluliuma, en tierras de Siria. El vendaval anatólico provocó las siguientes consecuencias para Egipto: la desaparición del reino mitannio, antiguo enemigo y aliado desde los tiempos de Thutmés IV, cuyas posesiones fueron incorporadas a la órbita hitita, así como la pérdida de los territorios de Amurru y Qadesh, situados en el sur de Siria, a causa de luchas políticas entre facciones que defendían intereses contrapuestos [11] . Además, al margen de generar modificaciones territoriales, los hititas introdujeron un nuevo concepto militar: la guerra a gran escala. Hasta entonces, los enfrentamientos militares se dirimían con marchas, contramarchas, movimientos tácticos en el campo de batalla para aventajar al enemigo, escaramuzas, retiradas de los perdedores, pocas bajas en ambas partes, botín para los vencedores, y asedios a ciudades enemigas. Las tropas de Suppiluliuma utilizaron el sistema de grandes movilizaciones, desplegando miles de infantes y centenares de carros, sangrientas batallas a campo abierto que causaban numerosas bajas, y destrucción de ciudades [12] .

Únicamente se conocen dos campañas militares en época de Ajenatón. La primera, datada en el año 12 de su gobierno, fue una acción menor dirigida por el virrey de Kush contra una banda de nómadas nubios que acabó con el empalamiento de algunos prisioneros. Este brutal acto es el más antiguo, hasta hoy conservado, en un documento bélico egipcio [13] . La segunda operación, cuyas fuentes son dispersas, acaeció a finales de su reinado, y no fue más que un desastroso intento por recuperar las mencionadas regiones perdidas en Asia [14] .  

Los principales oficiales en tiempos de Tutankhamón y Ay

El ascenso de Tutankhamón (ca. 1347-1338 a. C.), tras la muerte de Ajenatón, amplió todavía más la fuerza política de Ay. El nuevo rey no fue más que un niño sujeto a las decisiones del veterano funcionario en el marco de una situación política muy compleja. A nivel interior, la Corte regresó a Tebas y abrazó la antigua tradición religiosa, mientras que en el exterior, las posesiones egipcias del norte de Palestina, conocidas como las tierras de Amki, fueron saqueadas por un ejército hitita como respuesta a la fallida expedición enviada por su antecesor [15] .

Durante el gobierno de Tutankhamón se fraguaron las carreras de diversos oficiales, entre los que pronto destacarían, por sus rangos militares y civiles, Horemheb y Najtmin [16] . Ambos culminarían sus carreras castrenses con el grado de generalísimo. El primero ocupando la comandancia en la región militar del norte de Egipto, cuya capital era Menfis, y el segundo permaneciendo en Tebas como hombre de confianza de Ay. Asimismo, los dos ostentaron el título de regente, dato que demuestra el poder acumulado por los hombres de armas.

Para calibrar con mayor exactitud el peso político de los oficiales del ejército, se puede consultar un ilustrativo documento de la época. Se trata del relieve conocido como Berliner Trauerrelief porque conserva la escena de una procesión fúnebre en honor del gran sacerdote menfita Ptahemhat [17] . El orden de los participantes, de los cuales figuran solamente sus rangos, es el siguiente: los dos hijos del difunto; un personaje definido como escriba real, regente y general; los dos visires, y una serie de funcionarios del más alto nivel, entre los que aparece otro general. No pasa desapercibida la posición preeminente de aquel que está detrás de los hijos del finado; sus tres rangos coinciden con tres de los más importantes que poseyó Horemheb. Y, aunque no se tenga la certeza absoluta de que fuera él, es evidente que un general del ejército figuraba delante de los visires, circunstancia impensable en épocas anteriores. Además, la presencia de un segundo general, tal vez Najtmin, ratifica la fuerza del estamento militar.

A finales del gobierno de Tutankhamón fue enviada una expedición militar a Siria, aprovechando un conflicto entre los hititas y algunos de sus vasallos [18] . Sin embargo, el ejército del faraón sería derrotado y la fracasada operación provocaría una nueva represalia anatólica sobre las tierras de Amki.

Tras la muerte de Tutankhamón, un anciano Ay (ca. 1337-1333 a. C.), que poseía el título de padre de dios delante de una larga lista de reconocimientos, subió al trono. Por primera vez en la dinastía XVIII, un militar sin lazos directos con la Casa Real se colocaba la Doble Corona de Egipto. Desde el punto de vista histórico, se consumaba la dinámica iniciada durante el período amarniense que había favorecido las carreras de oficiales del ejército con el fin de neutralizar las influencias de los sacerdotes de Amón. Desde el punto de vista personal, Ay lograba que su poder fuera visualizado adecuadamente.

El oscuro episodio de la muerte del príncipe hitita Zannanza cuando se dirigía a Egipto para contraer matrimonio con la viuda de Tutankhamón complica todavía más la panorámica de tensiones y conspiraciones [19] .

A pesar de la escasez de fuentes en tan crucial momento, hay detalles sumamente reveladores en la KV 62, la tumba del rey muerto. Una pintura que se encuentra en el muro este de la cámara del sarcófago muestra a los doce principales personajes del Estado, denominados los grandes funcionarios de Palacio, arrastrando el ataúd del difunto. La escena presenta paralelismos con el citado relieve de Berlín, aunque en esta ocasión no aparecen ni los rangos [20] . Sin embargo, el anonimato se diluye al descubrir los nombres de los tres privilegiados que tuvieron el honor de dejar una ofrenda en la tumba: el tesorero Maya, el virrey de Kush Thutmés y el general Najtmin [21] . Dicho de otra manera, a comienzos del gobierno de Ay parece ser que Najtmin ocupaba una posición más elevada que Horemheb.

Poco se sabe sobre el breve reinado de Ay. En asuntos exteriores está documentada una guerra abierta declarada por los hititas a causa de la citada muerte de su príncipe. Este enfrentamiento acabaría, según fuentes anatólicas, cuando una epidemia ocasionada por prisioneros egipcios diezmó sus tropas. En lo que refiere a  política interior, Najtmin fue el hombre de confianza del anciano faraón, recibiendo el título de hijo del rey con el probable fin de asegurar su futuro como sucesor.

La dictadura militar del general Horemheb y el breve gobierno de Ramsés I

La situación política daría un importante giro tras la muerte de Ay, puesto que Horemheb ocupó el trono y Najtmin desapareció de la historia. No hay fuentes que aclaren los acontecimientos que provocaron tan drástico cambio, pero es posible que se produjera un golpe de Estado encabezado por el mencionado general. Aunque difíciles de precisar debido a la falta de textos, algunos relieves bélicos de esta época podrían hacer referencia a una guerra civil [22] .

Según la propaganda de la época, Horemheb (ca. 1333-1306 a. C.) ordenó una serie de disposiciones destinadas a consolidar su poder y a efectuar las reformas administrativas necesarias para recuperar una estabilidad interna perdida desde los tiempos de Ajenatón. En base a lo expuesto, la obra de este rey se resume en los siguientes aspectos:

- La progresiva militarización de la burocracia del país. Los principales puestos de la administración fueron ocupados por hombres de armas que le habían sido leales. Al frente de ellos estaría Paramsés, comandante de regimiento y oficial de carros procedente de una familia de militares del Delta que sería nombrado regente y visir [23] . Este personaje había sido comandante de la fortaleza de Tjaru, cargo de máxima responsabilidad al ser aquella plaza fronteriza del Delta oriental un punto estratégico que poseía una gran guarnición de carros e infantes.  

- La damnatio memoriae de sus rivales políticos. Se han encontrado evidencias de destrucción en la tumba de Ay, sita en la necrópolis tebana (WV 23), y en diversas estatuas de Najtmin [24] . Sin embargo, no se conformó solamente con borrar el rastro de sus enemigos directos, sino que fue más allá: usurpó obras de Tutankhamón, aunque respetó su tumba, y ordenó el derribo de templos amarnienses.

- La reorganización interna de Egipto. Las principales medidas que tomó fueron escritas en un largo decreto, del cual se ha encontrado una copia en una estela situada cerca del décimo pilono de Karnak (Urk.IV: 2140-2162). El contenido de este documento indica la delicada situación económica y administrativa que vivía el país antes de su ascenso, con frecuentes abusos de los militares sobre los campesinos, y su firme voluntad de resolverla mediante duras condenas a los transgresores.

Durante el gobierno de este rey se efectuaron algunas acciones militares puntuales en tierras nubias y un fallido intento por recuperar las regiones asiáticas perdidas en tiempos de El Amarna. Esta operación asiática fue recogida en los anales del año 7 del rey hitita Musilis II y silenciada por las fuentes egipcias [25] .

Horemheb murió sin un hijo varón a quien legar el trono. El poder absoluto quedó en manos de quien estaba legitimado para ostentarlo: un anciano Paramsés. Este dirigente es conocido en su fase monárquica como Ramsés I, el fundador de la dinastía XIX. De esta manera, continuaba la sucesión de oficiales del ejército en el trono.

B- CONSIDERACIONES SOBRE GUERRAS Y OFICIALES A PRINCIPIOS DE LA DINASTÍA XIX

Ramsés I (ca. 1306-1304 a. C.) tuvo un gobierno breve, de apenas dos años, en el que destacó la figura de su hijo Seti. Este príncipe, que se había casado con la hija de un oficial de alta graduación llamado Raya, también había seguido la carrera militar y poseía, entre otros, los rangos de comandante de tropa, comandante de las fuerzas policiales del desierto y primer oficial de la importante guarnición de Tjaru [26] . Asimismo, durante el reinado de su padre, dirigió una victoriosa campaña contra ciudades rebeldes de Palestina [27] .

Seti I y la reconquista de los territorios perdidos durante la época amarniense

Cuando Seti I (ca. 1304-1290 a. C.) ocupó el trono, se convertía en el cuarto militar de carrera consecutivo que llegaba a faraón y el primero de los cuatro que era hijo de su predecesor. Con semejantes antecedentes no debe sorprender que estableciera un programa político en el que aparecieran alegorías a antiguas épocas de gloria. Los aspectos más destacables de su proyección militarista se observan en:

- Su titulatura estaba formada por nombres asociados a los grandes soberanos Thutmés III y Amenhotep III, y por una evidente declaración de intenciones que se puede leer en su nombre de las Dos Señoras: Portador del Renacimiento, Fuerte de Brazo, El que subyuga al Enemigo [28] .

- El diseño de sus campañas guerreras y la propaganda que de las mismas hizo muestran una curiosa mezcla de semejanzas casuales y paralelismos forzados con lo acaecido en tiempos de Thutmés III, el gran artífice del imperio egipcio. Los principales puntos de similitud son:

a- Ambos habían recibido educación militar durante su juventud y habían co-mandado tropas contra rebeldes antes de su ascenso al trono. Thutmés III en el transcurso de los últimos años de gobierno de Hatshepsut, y él bajo el reinado de su padre [29] .

b- Ambos se encontraron con una situación geopolítica complicada al inicio de su gobierno. Thutmés III hizo frente a una coalición de ciudades y territorios que habían reunido un gran ejército en la plaza fuerte de Meguiddo [30] , y Seti I tuvo que combatir contra nómadas shasu y las ciudades rebeldes de Hamat, Janoam y Beit Shean en el transcurso de su primer año de reinado [31] . Los dos problemas estaban localizados en Palestina y podían ser peligrosos para los intereses egipcios. 

c- Ambos dirigieron tropas con firmeza y dieron las órdenes adecuadas para lograr la victoria en sus respectivas primeras campañas como gobernantes absolutos. De las tres rutas posibles para alcanzar Meguiddo, Thutmés III eligió la más peligrosa, y así sorprendió al enemigo. Por su parte, Seti I dividió su ejército en tres unidades que aplastaron a todos los rebeldes en una operación combinada.

d- Ambos lucharon escalonadamente por los territorios del Líbano y el sur de Siria contra un poderoso enemigo. El primero combatió a los mitannios y el segundo se enfrentó los hititas.

Según las fuentes de Seti I, él en persona comandó tres expediciones militares contra territorios asiáticos, las cuales se saldaron con otras tantas victorias:

- La primera, acaecida en el primer año de su gobierno, neutralizó la citada rebelión de ciudades palestinas, permitiendo la consolidación de posiciones en aquel territorio y una franja del Líbano. Asegurando las citadas tierras, el faraón podía restituir el flujo de tributos y tenía una plataforma idónea para acciones bélicas contra sirios e hititas.

- La segunda, que tuvo lugar entre los años 3 y 5 de su reinado, supuso la reconquista de las tierras de Amurru y Qadesh frente a los hititas y sus aliados [32] . Desafortunadamente, no se han conservado textos que detallen este triunfo en regiones donde habían fracasado los ejércitos de Ajenatón, Tutankhamón y Horemheb. La victoria permitía restablecer los antiguos límites fronterizos Thutmósidas. Sin embargo, al regresar a Egipto tras esta campaña, las huestes del faraón tuvieron que enfrentarse a bandas libias que habían penetrado en la parte occidental del Delta.

- La tercera, que se produjo probablemente entre los años 5 y 7, culminó en una batalla entre las tropas egipcias y un ejército formado por una coalición pro-hitita, comandado por un gobernador militar anatólico, que moriría, según un relieve de Karnak, en el transcurso del combate. Este sangriento evento se produjo, probablemente, en algún punto del sur de Siria. 

La información de los mencionados relieves del muro exterior norte de la sala hipóstila de Karnak destaca que en las batallas acaecidas durante las dos primeras campañas participó el comandante Mehy, combatiendo al lado de Seti I.

Evidentemente, los triunfos militares convirtieron a Seti I en un rey que se podía equiparar, en cuanto a capacidades castrenses, al gran Thutmés III. Y en el recuerdo deliberado de Seti y sus sucesores a su referente Thutmósida todavía se pueden vislumbrar otros dos puntos:

- A partir del gobierno de Seti I se incrementó la elaboración de los famosos escarabeos Menjeperre, pequeñas piezas propagandísticas que contenían el nombre de entronización del Thutmés III [33] . Estos escarabeos, que fueron frecuentes durante la Época Ramésida, se fabricaron en honor al célebre monarca.

- Se han conservado obras literarias de la Época Ramésida basadas en personajes de otros tiempos. Una de las mismas, que se encuentra en el Papiro Harris 500, datado en tiempos de Seti I, tiene como protagonista al general Djehuty, un mítico oficial que sirvió bajo las órdenes de Thutmés III y que llegó a ser el primer gobernador de las tierras asiáticas tras la conquista [34] . El texto recoge la astucia de este personaje al capturar la ciudad cananea de Joppa gracias a la treta de colocar soldados en cestas que serían introducidas en la plaza amurallada.

Desde el punto de vista político-militar se puede sintetizar la personalidad de Seti I con los siguientes términos:

a- Provenía del ámbito castrense y recibió un país militarizado.

b- Proyectó su figura en la del célebre Thutmés III.

c- Reconquistó los territorios perdidos durante la época de El Amarna. 

El misterioso personaje Mehy

El término Mehy era un apodo, documentado durante el Imperio Nuevo, de nombres terminados en emheb, como Amenemheb o Horemheb [35] . Paradójicamente, con el primero hubo un gran guerrero que combatió en Asia bajo las órdenes de Thutmés III [36] , en tanto que es obvia la importancia del segundo. Nombres de personajes destacables de la época de Seti I que presentaban esta particularidad fueron: Jnumemheb, un supervisor de asistentes, y Horemheb, un oficial … del Señor de las Dos Tierras [37] . Obviamente, el segundo, del cual se conocen únicamente fragmentos de una inscripción hallada al este de Silsile, podría relacionarse con el nombre del guerrero que aparece detrás de Seti I en Karnak. Sin embargo, no hay ninguna evidencia sólida al respecto.

Al principio del artículo han sido indicadas las fuentes en las que aparecía el nombre de Mehy. A continuación, se procederá a detallarlas:

A- Escenas bélicas esculpidas en el muro exterior norte de la sala hipóstila de Karnak

- Relieve que muestra el triunfante regreso de Seti I a Egipto con prisioneros shasu. Detrás del carro del rey hay trazos, muy deteriorados, de una figura que había sido retocada, pues se distingue parcialmente un brazo, un arco y un carcaj a la derecha, y un abanico a la izquierda [38] .

- Relieve de la campaña de Janoam que muestra dos figuras superpuestas, en las que se observa un abanico y un pañuelo por una parte, y un arco con carcaj por la otra [39] . Este doble personaje presenta a sumisos dirigentes del Líbano, algunos de los cuales cortan árboles, ante Seti I. 

- Fragmento de relieve que muestra a Seti I atando a prisioneros asiáticos. En el extremo derecho se conserva parte de la cabeza y los pies pertenecientes a un egipcio [40] . Las modificaciones son evidentes: un pie está en dirección al rey y el otro al revés. Indudablemente pertenecen a figuras superpuestas.

- Relieve que presenta a Seti I en ademán de rematar a un jefe libio herido con una jabalina. A cada lado de la escena se encuentra una figura retocada [41] (Fig. 1). Sobre la de la derecha, que originariamente era un arquero, había una inscripción antigua que fue cubierta con yeso, para, posteriormente, esculpir un abanico encima. Aun así, se han podido recuperar los siguientes términos:

Figura 1

Comandante de tropa y portador del abanico Mehy (KRI I: 21.15)

Y frente a la figura se identifican las siguientes palabras, añadidas a posteriori:

El príncipe heredero, el primer hijo del rey, de su cuerpo …(KRI I: 21.15)

Flanqueando la figura de la izquierda, en la cual la superposición evidencia incluso la orientación del personaje,  se distingue la siguiente inscripción:

El príncipe heredero, el primogénito hijo del rey, de su cuerpo, su amado Ramessu (KRI I: 21.14)     

A estas descripciones hay que añadir un dato interesante. Los investigadores han observado que, en algunas de las escenas anteriores, la figura de Mehy fue esculpida en un espacio no previsto inicialmente, mientras que en otras el citado guerrero ocupaba el lugar de otro oficial [42] .

Lo referido permite efectuar las siguientes conclusiones:

a- En algunos relieves bélicos de Seti I figuraba un oficial del ejército llamado Mehy detrás del faraón, sin embargo, no parece que estuviera planificado desde el principio.  Conviene subrayar que éstas son las primeras escenas conservadas en las que la propaganda monárquica guerrera incluía un personaje ajeno a la Casa Real o al Panteón de divinidades [43] .

b- La relevancia del oficial Mehy aparece en dos de las tres campañas de Seti I. En la última, cuando los egipcios combatieron directamente contra tropas mandadas por oficiales hititas, este militar ya no ocupaba un lugar preeminente.

c- La posición privilegiada de ese oficial en los relieves denota que fue alguien muy importante, al menos en el ámbito castrense, durante un período determinado del gobierno de Seti I.

d- El rango militar que poseía –comandante de tropa- era el más alto que tenían los oficiales de campo [44] . Es decir, Mehy era un soldado que iba al combate. Los generales se encargaban de las tareas administrativas y no solían participar directamente en los enfrentamientos.

e- A pesar de su relevancia, no hay ni un solo indicio de que Mehy estuviera emparentado con el faraón. La inscripción se limita a mencionar el nombre y rangos más destacables.

f- Las figuras de este militar fueron modificadas y usurpadas, a posteriori, por Ramsés II. También sus rangos fueron borrados.

g- No se ha hallado ninguna otra evidencia contemporánea sobre este personaje, con lo cual se puede deducir que sufrió una damnatio memoriae completa.

B- Fragmentos de obras poéticas

Las fuentes, que no son demasiado extensas, pertenecen a la Época Ramésida, período del cual han llegado hasta el presente algunas obras literarias de extraordinario interés. 

1- Papiro Chester Beatty I

Este papiro, datado en la Dinastía XX, recoge una larga canción en la que un personaje llamado Mehy tiene especial protagonismo. Aspectos sobre este hombre se pueden leer en el siguiente párrafo [45] :

Yo encontré a Mehy marchando con su carro sobre el camino,
junto con sus jóvenes compañeros.
Yo no sabía cómo ponerme frente a él.
¿Debería yo pasar de largo enérgicamente?
Mira, el río era el camino,
yo no conocía un lugar para mis pies.
¡Muy ingenuo eres tú, mi corazón!
¿Por qué te marchitas tú, bravo Mehy?

2- Ostracon 1078 (verso) y ostracon 1079 de Deir el Medina

Ambos ostraca, escritos en hierático, conservan fragmentos sueltos de poemas de amor, en los que se puede leer el nombre Mehy. El estado de la piedra no permite hilvanar oraciones enteras, aunque hay un detalle que merece profunda atención: el nombre Mehy, bastante deteriorado, aparece con cartucho real en los dos textos [46]

La información que ofrecen estos ostraca permite extraer las siguientes conclusiones:

a- En la tradición literaria de la Época Ramésida fueron recogidos poemas que versaban sobre un curioso personaje que reunía dos particularidades fundamentales; era atractivo y valiente.

b- Los ostraca muestran un cartucho alrededor del nombre, otorgándole, por lo tanto, un rango asociado a la Casa Real. Este detalle plantea la duda de si se trataba de una licencia literaria utilizada por algún escriba o se basaba en algún personaje perteneciente a una época anterior.

c- Un aspecto que resulta de especial interés es el hecho de que el Mehy literario constituye una de las evidencias más antiguas del héroe universal que reúne un perfil de bravura y otro de encanto.

Las fuentes conservadas han dado pie a diversas teorías, de entre las cuales destacan dos: 

- Mehy fue un hijo primogénito de Seti I que desapareció de la escena política en torno al año 9 de su padre, cuando apareció Ramsés. Esta hipótesis aboga por una pugna entre príncipes en la que no habrían faltado conspiraciones, traiciones y, finalmente, asesinatos [47] .

- Mehy fue un oficial de alta graduación que habría sido designado, inicialmente, como sucesor de Seti I, siguiendo el precepto militarista de la época. El pacto habría existido mientras el faraón no tuviera un hijo en edad de asumir las responsabilidades dignas de un príncipe real [48] .

Ante la escasez de material que ha llegado hasta nuestros días, cabe considerar que la segunda hipótesis parece más adecuada, pues hay un elemento que debe ser matizado con claridad: a pesar del lugar preeminente que ocupaba la figura del guerrero, la propaganda monárquica no mencionaba que fuera heredero al trono. En las paredes de Karnak únicamente se destacaban dos rangos, uno militar y otro civil. Pero ninguno de los dos acreditaba a Mehy como sucesor. Y la cuestión que aquí se reformula es simple. Si Mehy optaba a la Doble Corona, ¿no habría sido presentado con una titulatura más adecuada? Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, títulos como regente o hijo de dios tenían claras connotaciones políticas relacionadas con la sucesión en aquella época. Y, en cambio, no figuran en Karnak. Es posible, pues, que se haya partido de un supuesto equivocado: el hecho de considerar al oficial como aquel representante del estamento militar destinado a seguir la línea de hombres de armas en el trono. Obviamente, llega-dos a este punto, debemos preguntarnos quién pudo ser Mehy. Ante semejante cuestión, cabría relacionar cuatro elementos importantes de aquellos tiempos: la propaganda faraónica, la fuerza del estamento militar, la figura de un príncipe heredero y la tradición. 

Seti I provenía de una familia de hombres de armas que había llegado a la cima del poder. Ya ha sido indicado que tomó aspectos del gobierno de Thutmés III como referentes político-militares, aunque cabe puntualizar que en circunstancias muy distintas, pues se enfrentó al empuje hitita en el exterior y, probablemente, pactó concesiones con el estamento militar en el interior. La suma de estos condicionantes pudo ocasionar la necesidad de crear un héroe que dirigiera al ejército con acierto en grandes combates y agradara a la cúpula militar. Además, un adalid guerrero podía ser equiparable al entonces mítico general Djehuty, del cual se narraban extraordinarias gestas. Dicho de otra manera, no debemos descartar que el comandante de tropa Mehy encarnara unas virtudes castrenses que empezaban a ser tradición, a la vez que se significaba como el equivalente de Seti I al principal militar de Thutmés III. Semejante concordancia de adalides también podría observarse, con reservas, en la literatura posterior: en el transcurso de los años, aquel héroe Mehy habría sido elevado a la categoría de príncipe por narradores y escribas, ampliando sus características hacia derroteros amorosos. Si continuamos con probabilidades, podemos añadir que el nombre Mehy no era habitual y que, hasta hoy en día, no hay constancia histórica de ningún hijo de rey egipcio así llamado durante aquel período.

El príncipe heredero Ramsés y su proyección militar

El siguiente punto pasa por ubicar la figura de Ramsés, como hijo de Seti I, en la situación expuesta. Según las fuentes que han llegado hasta nuestros días, el príncipe no había nacido o era un niño de corta edad durante los años de guerra en Asia [49] . Ahora bien, este dato no significa que viviera alejado de la actividad castrense durante su infancia. Evidencias al respecto no faltan. La tradición militar de la familia tenía una impronta definida y resulta fácil concluir que Ramsés recibió la educación necesaria para continuar los pasos de sus antecesores en las fuerzas armadas. Asimismo, y dejando a un lado la exagerada retórica de la época, dos textos propagandísticos parecen ratificar esta hipótesis [50] :      

a- La Gran Inscripción de Abydos (KRI II: 327.9-328.10), datada en el primer año de gobierno de Ramsés II, informa de un período de corregencia entre Seti I y Ramsés, incluyendo rangos como primogénito, regente y comandante de infantería y carros para definir al entonces príncipe.

b- Una estela hallada en Qubban (KRI II: 356.1/2-6/7), perteneciente al tercer año de su reinado, elogia su figura como niño e incluye expresiones como: Tú deviniste jefe del ejército cuando tú eras un niño de diez años.

Esta información puede relacionarse con los relieves bélicos, esculpidos en las paredes norte y sur de la entrada del templo de Beit el-Wali, que muestran a Ramsés II combatiendo contra asiáticos, libios y nubios. La finalización de este templo ha sido datada en torno al año 2 del gobierno de Ramsés II [51] . El conjunto de las escenas guerreras incluye la presencia de cuatro hijos de Ramsés II: Amónherunemef (Amónherjepeschef), Jaemuaset, y otros dos, cuyos nombres no aparecen. Por cuestiones de edad resulta lógico pensar que eran niños pequeños cuando el templo fue levantado, es decir, que difícilmente pudieron participar en combates.

Aunque hacen falta más datos que ayuden a perfilar la infancia de Ramsés II y su vinculación a la milicia, la iconografía guerrera contra asiáticos y libios en Beit el-Wali podría estar asociada a una exageración o manipulación de una base histórica que nada tenía que ver con el príncipe, mientras que las escenas contra nubios en el mismo templo tendrían su fundamento en una acción militar contra rebeldes africanos que se produjo en el año 8 de Seti I [52] .

No se debe olvidar la proyección militarista que Ramsés potenció durante la primera fase de su gobierno en solitario. La insistencia en su triunfo personal y su valor ante el enemigo, sobre todo a raíz de la batalla de Qadesh, es una cuestión que no puede pasar desapercibida y que será examinada más adelante. 

La expuesta línea histórica sugiere que no hubo ninguna incompatibilidad institucional entre las figuras del comandante Mehy y el príncipe Ramsés. El primero ocupaba un lugar importante en el estamento militar como estratega cuando el segundo no había nacido o era un niño de corta edad. Por los motivos político-militares ya citados, la propaganda monárquica habría incidido en las facultades de un guerrero, a la espera de poderlo hacer con un príncipe.

Damnatio y usurpación: Ramsés suprime la figura de Mehy y acaba con la antigua cúpula militar

La corregencia entre Seti I y Ramsés II se prolongó por espacio de unos siete años [53] . Durante ese período hubo pocos movimientos militares y está documentada la presencia del heredero al frente de actividades civiles [54] . Estos datos denotan que, a priori, la situación política de Ramsés estaba plenamente legitimada, aunque no aclaran si la totalidad del ejército le apoyaba.

Probablemente fue en esta época cuando se produjo la mencionada desaparición de Mehy de la escena política. Esta damnatio obedece a la particular personalidad de Ramsés II como figura indiscutible de Egipto y a una orientación política destinada a socavar el poder del estamento militar. Evidencias de ello se encuentran en sus primeros cinco años de gobierno en solitario, cuando aprovechó las circunstancias geopolíticas del momento para consolidarse como el capaz comandante en jefe del ejército que haría olvidar a antiguos adalides. En el citado lustro se produjeron un mínimo de tres operaciones militares:

a- Una batalla naval contra piratas shardana en algún lugar cercano al Delta, según indica una estela hallada en Tanis [55] . Los barcos egipcios derrotaron al enemigo y Ramsés reclutó a los prisioneros para sus tropas. No se conserva la fecha de este evento, aunque tuvo que ser antes de la batalla de Qadesh, en la cual los shardana ya son mencionados como miembros del ejército egipcio.    

b- Una expedición a tierras asiáticas comandada por el propio rey en el año 4, según destacan fragmentos de dos estelas; una hallada en el Eleuteros (Nahr el-Kelb) (KRI II: 1.1-1.5) y la otra en Biblos (KRI II: 224.6). Dados los acontecimientos posteriores, esta acción puede enmarcarse en los preparativos para una campaña de mayor calado destinada a reconquistar la plaza de Qadesh, cuyos dirigentes habían basculado hacia el bando hitita.

c- La gran movilización de soldados en el despliegue del año 5, que tenía como objetivo la recuperación de la ciudad de Qadesh [56] . La batalla que aconteció, ampliamente difundida por la propaganda de Ramsés II, fue, paradójicamente, un fracaso del ejército egipcio que propició un fortalecimiento político del faraón. El célebre Poema de Pentaur, escrito años más tarde, adorna la derrota del estamento militar y el triunfo de Ramsés II, denostando a los primeros por cobardía y elogiando al segundo por valentía [57] . Relieves e inscripciones en los principales templos del país recordarían para siempre la gesta, presentando al faraón como el héroe que se enfrentó solo a numerosos enemigos y salvó una situación desesperada. Entre otras cuestiones, con semejante propaganda se enterraba definitivamente el espíritu de aquel militar llamado Mehy, guerrero principal de las campañas de Seti I.

Ramsés II aprovechó el fiasco de la batalla de Qadesh para hacer progresiva limpieza en la cúpula del ejército, ostensiblemente debilitada. La citada propaganda esconde disposiciones políticas que se irían materializando en los años siguientes, cuando se observa el interés del faraón en colocar a sus hijos mayores al frente de las estructuras castrenses [58] . De hecho, llevó a término lo que ya se intuía en los relieves bélicos del templo de Beit el-Wali. A partir de entonces, ningún adalid ajeno a la Casa Real tendría protagonismo. Obviamente, sus jugadas políticas frente al estamento militar implicaban cierto riesgo, pero él supo administrarlo con gran habilidad, a partir de dos factores favorables a sus intereses:

a- Una alta oficialidad de origen extranjero. Durante el gobierno de Seti I fueron promovidos oficiales asiáticos que se mantendrían leales a Ramsés II, obteniendo, a cambio, importantes rangos. Militares foráneos conocidos fueron el general Urhiya, personaje de origen hurrita que sirvió inicialmente bajo las órdenes de Seti I y que llegaría a ser intendente del Ramesseum en tiempos de Ramsés II [59] ; su hijo, el comandante Yupa, que le sustituiría en tan grande honor, y el general Ramsés-Najt, hombre de armas enterrado en Saqqara que también ocupó un cargo relevante en el Ramesseum [60] .

b- Unas tropas de élite en las que los foráneos tenían un destacado papel. A guerreros nubios, asiáticos y libios de épocas anteriores, se habían añadido los shardana, soldados que eran leales a su persona y que, según los relieves bélicos de la época, participaron en numerosas operaciones bélicas. La presencia de estos mercenarios en Egipto está documentada hasta principios del Tercer Período Intermedio [61] .  

C- CONCLUSIONES

La figura de un oficial llamado Mehy, que sirvió bajo las órdenes de Seti I y fue posteriormente modificada y apropiada por Ramsés II, continúa siendo, en palabras de Murnane, el especialista que mejor ha trabajado el tema,  a phantom outside the battle reliefs of king Sety I [62] . Sin embargo, se pueden enumerar los siguientes aspectos, relacionados con su época y el entorno que le rodeaba:

1- El gobierno de Seti I estuvo marcado por un militarismo, encabezado por el propio faraón, que procedía del poder acumulado por el estamento militar durante las épocas amarniense y post-amarniense. El peso de la tradición se observa en la familia real, pues Seti procedía de un linaje de oficiales y él mismo había seguido la carrera de las armas antes de acceder al trono. La diferencia con respecto al traspaso de poder radicaba en el hecho de que Seti era hijo de su antecesor inmediato, contrariamente a lo que había ocurrido con Ay, Hormeheb o Ramsés I. 

2- Seti I heredó un país cohesionado tras la reformas de Horemheb. Esta circunstancia le permitió diseñar, tal vez bajo el breve gobierno de su padre, una política exterior agresiva caracterizada por un doble objetivo: consolidar las posesiones egipcias en Palestina y reconquistar las regiones perdidas frente a los hititas durante la época amarniense. La situación adquiría ciertas similitudes, en cuanto a problemas militares en Palestina que beneficiaban a los enemigos hititas, con la que se había encontrado el entonces mítico Thutmés III frente a una alianza militar auspiciada por los mitannios. Y ante la panorámica de impulsar por la vía de la guerra las relaciones exteriores, Seti I no dudó en buscar un referente en la figura del Thutmósida como demuestra parte de su titulatura real y la planificación bélica.

3- Las tres campañas que las tropas egipcias efectuaron en tierras asiáticas se saldaron con otras tantas victorias: en la primera se neutralizaron sublevaciones y consolidaron posiciones; en la segunda se reconquistaron las tierras perdidas durante el período amarniense, eliminado, al regreso, a los libios invasores, y en la tercera se derrotó a un ejército dirigido por un gobernador hitita. Los relieves de Karnak que glosan las victorias de este faraón incluyen al misterioso Mehy en las dos primeras campañas. Dicho de otra manera, el protagonismo de este oficial fue efímero, pues se produjo durante la primera fase del gobierno de Seti, probablemente hasta los años 3-5.

4- Lo expuesto hasta el momento lleva a dos circunstancias curiosas: por una parte, Seti I había logrado vencer a un enemigo, el hitita y sus aliados, que hasta entonces no había sido doblegado por tropas egipcias (las operaciones de reconquista de épocas anteriores se habían saldado con estrepitosos fracasos), y por la otra, hacía honor a su referente, Thutmés III en cuanto a la reconquista de regiones que, a su vez, habían sido conquistadas por el Thutmósida.

5- La figura del comandante de tropa Mehy en los relieves de Karnak obedece, probablemente, a una cuestión estratégica relacionada con nuevos métodos de guerra y la política interior del momento. Descartados posibles parentescos entre el oficial y el faraón, pues no se reflejan en ninguna fuente contemporánea, cabe buscar su presencia a partir del héroe de guerra cuyos méritos en el campo de batalla habrían ayudado a lograr los objetivos militares durante las dos primeras campañas y la necesidad de contentar a las fuerzas armadas al valorar públicamente a uno de los suyos. Nada tendría que ver la aparición del guerrero detrás de Seti I con una posible sucesión al trono, sino que se trataría de una interesada deferencia de la Casa Real hacia un hombre que reunía dos condiciones fundamentales: pertenecía al estamento más importante de la época y había prestado un gran servicio. A efectos propagandísticos, el comandante Mehy fue equiparado, tal vez deliberadamente por parte de la monarquía, al célebre general Djehuty, estratega de Thutmés III.

6- No hay ningún indicio de que Seti I pretendiera legitimar una sucesión al trono ajena a su propia familia. Tampoco se observa ninguna incompatibilidad histórica entre las figuras del comandante Mehy y del príncipe Ramsés. El primero, como ya ha sido indicado, ocupó un lugar importante en un momento determinado del gobierno de Seti, en tanto que el segundo, que siguió la instrucción militar que correspondía a un príncipe y a un miembro de una familia con larga tradición castrense, adquirió la relevancia destinada a un heredero en el momento que su padre consideró oportuno.

7- La damnatio memoriae que sufrió Mehy debe situarse en un marco político determinado: la pugna de Ramsés con el estamento militar a fin de recuperar para la Casa Real cotas de poder que estaban en manos de los oficiales. Los primeros cinco años de gobierno de Ramsés II dan claves sobre la necesidad del faraón por presentarse como un gran adalid guerrero, es decir, por obtener el prestigio que una vez ostentó Mehy. Ello no significa que la sombra del oficial planeara constantemente sobre Ramsés, sino que éste ejerció de comandante en jefe activo con el objetivo de resolver una situación política que podía generarle problemas y en la que Mehy era un símbolo. La usurpación de la figura de Mehy fue el primero de una serie de hábiles pasos que culminarían con las consecuencias de la batalla de Qadesh, cuando la propaganda monárquica presentó al faraón como un extraordinario guerrero frente a la cobardía de todos sus hombres. A raíz del mencionado enfrentamiento, Ramsés II pudo terminar los cambios necesarios en la cúpula del ejército: él se consolidaría como el primer guerrero de Egipto y sus hijos ocuparían los puestos estratégicos en las fuerzas armadas. Militares extranjeros de alta graduación y soldados foráneos que le eran leales ayudaron a que las modificaciones se efectuaran sin excesivos problemas. 

8- No se puede descartar, aunque actualmente no haya evidencias sólidas al respecto, que el príncipe Mehy literario que surgiría a lo largo de la Época Ramésida estuviera basado en aquel militar que acompañó a Seti I en sus dos primeras campañas. La idealización de personajes históricos era una práctica habitual en las letras egipcias, como en el caso del citado Djehuty, y resulta paradójico que el personaje de los poemas estuviera relacionado con el ámbito castrense de igual manera que el personaje histórico. Estamos hablando del mismo nombre, que además no era habitual, y de una misma actividad. ¿No es posible, pues, que la tradición oral sobre el héroe de guerra derivara en una posterior manifestación escrita?



[1] La totalidad de estos relieves se puede ver, por ejemplo, en: H.H. Nelson: The Battle Reliefs of King Sety. Reliefs and Inscriptions at Karnak. Vol. 4, Universidad de Chicago (1985); S.C. Heinz, Die Feldzugsdarstellungen des Neuen Reiches. Viena (2001): 242-251. Algunas escenas relacionadas con Mehy fueron descritas por W.J. Murnane, Ancient Egyptian Coregencies. Chicago (1977): 60-61.

[2] Sobre los términos que definían los rangos militares del Imperio Nuevo, consultar en P.M. Chevereau, Prosopographie des cadres militaires égyptiens du Nouvel Empire. París (1994).

[3] A.H. Gardiner, The Library of A. Chester Beatty. Londres (1931): pp. 31-32, láms. XXIII y XXIII-a.

[4] G. Posener, Catalogue des ostraca hiératiques littéraires de Deir el Médineh. Vol. I, El Cairo (1938): 20, lám. 44.

[5] Sobre las operaciones militares de este monarca, leer: J. Martínez Babón, Historia militar de Egipto durante la Dinastía XVIII. Barcelona (2003): 55-67.

[6] La posible enfermedad de este monarca ha sido un tema debatido. Muy interesante resulta el artículo de A.L. Burridge, Akhenaten: A New Perspective. Evidence of a Genetic Disorder in the Royal Family of 18th Dynasty Egypt. JSSEA 23 (1993): 63-74.

[7] Algunas de las evidencias que han llegado hasta nuestros días se pueden ver en: el noveno pilono de Karnak (R. Sa’ad, Les travaux d’Aménophis IV au III pylône du temple d’Amon-Re à Karnak. KEMI 20 (1970): 190; E.S. Hall, The Pharaoh Smites His Enemies. MÄS 44 (1986): fig. 37); quioscos de bajeles esculpidos en relieves hallados en el Talatat de Hermópolis (J.D. Cooney, Amarna Reliefs from Hermopolis in American Collections. Brooklyn Museum (1965): 81-82; E.S. Hall, op. cit.: fig. 40); relieve, pésimamente conservado, encontrado en el templo de Luxor (D.B. Redford, Studies on Akhenaten at Thebes. JARCE 12 (1975: lám. VI-b).

[8] En diversas tumbas privadas de El Amarna se pueden ver soldados acompañando al rey. Dos de las más significativas son las de Panehesi (N. de G. Davies, The Rock Tombs of El Amarna. Vol. III, Londres (1903-1906): láms. XIII-XVII) y de Ahmés (Ibid., láms. XXX-XXXI).

[9] Sobre títulos y rangos de este personaje, leer en: W. Helck, Der Einfluss der Militärführer in der 18. ägyptischen Dynastie. Hildesheim (1964): 73-78; A.M. Gnirs, Militär und Gesellschaft. Ein Beitrag zur Sozialgeschichte des Neuen Reiches. SAGA 17, Heidelberg (1996): 91-92.

[10] La presencia de mercenarios extranjeros se observa en relieves de tumbas privadas como las citadas en la nota 8, y, también, en estelas. Muestra de ello es una estela encontrada en El Amarna, que actualmente se encuentra en el Museo Egipcio de Berlín (W. Spiegelberg/A. Erman, Grabstein eines syrischen Söldners aus Tell Amarna. ZÄS 36 (1898): 126-129, lám. 17).

[11] J. Martínez Babón, op. cit.: 89-92.

[12] Las numerosas acciones bélicas de Suppiluliuma, tanto en una primera fase defensiva como en los años de sangrienta expansión fueron recogidas por su hijo Mursilis II y pueden leerse en H.G. Güterbock, The Deeds of Suppiluliuma as Told by his Son, Mursili II. JCS 10, New Haven (1956): 41-68, 75-98, 107-130. En lo que refiere a número de soldados desplegados en campaña, baste destacar, con las reservas que suscita una cifra tan elevada en aquellos tiempos, los 90000 infantes movilizados para asolar Amki bajo las órdenes del general Zitana que son mencionados en la EA 170 (W.L. Moran, The Amarna Letters. Baltimore/Londres (1992): 257) o el despliegue de 3500 carros, con tres guerreros cada uno, y dos grandes unidades de infantería, compuestas, respectivamente, por 18000 y 19000 soldados (KRI II: 139.10-140.1), para la defensa de la ciudad de Qadesh en tiempos de Muwatalli y Ramsés II. Aunque las cifras puedan resultar exageradas, sí parece observarse un notable incremento de guerreros y movimientos con respecto a épocas anteriores.

[13] Estelas paralelas halladas en Buhen y Amada informan sucintamente sobre esta operación (W. Helck, Ein “Feldzug” unter Amenophis IV. gegen Nubien. SAK 8 (1980): 117-126).

[14] Las únicas fuentes que se han conservado pertenecen al ámbito hitita. Sobre estos eventos y su problemática, leer en J. Martínez Babón (op. cit.: 92-93).

[15] Ibid.: 95-96

[16] Sobre los principales rangos de estos dos oficiales, leer en: W. Helck, 1964: 78-84; A.R. Schulman, The Berlin “Trauerrelief” (No. 12411) and Some Officials of Tut’ankhamun and Ay. JARCE 3 (1964): 58-66; Gnirs (op. cit.: 99-113). Hay que recordar también que se ha  publicado la tumba que Horemheb se estaba construyendo en Saqqara durante su época menfita (G.T. Martin, The Memphite Tomb of Horemheb Comander-in-Chief of Tut’ankhamun. Londres (1989).

[17] A.R. Schulman, 1964: 55-68.

[18] De igual manera que en la primera incursión contra tierras de Amki, solamente se conocen vagas referencias transmitidas por el enemigo (J. Martínez Babón, op. cit.: 96-98).

[19] También este curioso episodio se conoce por fuentes de la monarquía hitita (H.G. Güterbock, op. cit.: 94, 107-108).

[20] G. Steindorf, Die Grabkammer des Tutanchamun. ASAE 38 (1938): 646-647, lám. CXV; N. Reeves, The Complete Tutankhamun. Londres (1997): 72.

[21] A.R. Schulman, 1964: 68; Gnirs, op. cit.: 112.

[22] A.R. Schulman, A Private Triumph in Brooklyn, Hildesheim and Berlin. JARCE 7 (1968): 27-35

[23] Sobre fuentes relacionadas con los antecedentes familiares de este personaje, leer en: E. Cruz-Uribe, The Father of Ramses: OI 11456. JNES 37 (1978): 237-244. En lo que refiere a la trayectoria militar del personaje en cuestión: W. Helck, 1964: 84-86; A.M. Gnirs, op. cit.: 67, 74-75, 103, 111, 113.

[24] Sobre la destrucción de la tumba de Ay, leer en: M.Gabolde, Aÿ, Toutankhamon et les martelages de la stèle de la restauration de Karnak (CG 34183). BSEG 11: 37-61. En relación a Najtmin, leer en: Schulman, 1964: 65-66; A.M.  Gnirs, op. cit.: 111.

[25] T.R. Bryce, Tette and the Rebellions in Nuhassi. Anatolian Studies 38: 21-28.

[26] Según se puede observar en la Estela de los 400 años (KRI II: 288.7-8; A.M. Gnirs, op. cit.: 70).

[27] Sobre fuentes y consideraciones, leer en A. Spalinger, Traces of the Early Career of Seti I. JSSEA 9 (1979): 227-240.

[28] K.A. Kitchen, Pharaoh Triumphant. The Life and Times of Ramesses II. Warminster (1982): 20.     

[29] Según un graffito del año 20 hallado en Tombos, es probable que Thutmés III interviniera, al mando de una unidad militar, contra guerreros nubios. Más dudosa resulta una acción bélica contra el sur de Palestina (D.B. Redford, History and Chronology of the Egyptian Eighteenth Dynasty of Egypt: Seven Studies. Toronto (1967): 60-61).

[30] La batalla de Meguiddo es una de las mejor documentadas de la historia de Egipto. Traducciones, descripciones o comentarios, se pueden encontrar en: H.H. Nelson, The Battle of Megiddo. Chicago (1913); R.O. Faulkner, The Battle of Megiddo. JEA 28 (1942): 2-15; H. Goedicke, The Battle of Megiddo. Baltimore (2002); J. Martínez Babón, op. cit.: 55-63.

[31] Relieves e inscripciones en el exterior del muro norte de la sala hipóstila de Karnak y textos de la Primera Estela de Beit-Shean (KRI I: 11.10-12).

[32] Las fuentes no especifican con claridad los años de las campañas segunda y tercera. Aquí, hemos tomado las indicaciones de A.J. Spalinger, The Northern Wars of Seti I: An Integrative Study. JARCE 16 (1979): 29-47. En lo que refiere a las actividades militares egipcias en esta época, resulta muy interesante la obra de W.J. Murnane, The Road to Kadesh. A Historical Interpretation of the Battle Reliefs of King Sety I at Karnak. Chicago (1990) (2ª edición).

[33] Interesantes conclusiones sobre estos escarabeos se encuentran en B. Jaeger, Essai de classification et datation des scarabées Menkhéperré. OBO Serv. Arch. 2 (1982): 197ss.

[34] Traducida por diferentes egiptólogos, se puede leer, por ejemplo, en: T.E. Peet, The Legend of the Capture of Joppa. JEA 11 (1925): 226-229; H. Goedicke, The Capture of Joppa. CdE 43 (1968): 219-233.

[35] Leer consideraciones sobre estos nombres en Reliefs, vol. IV: 92, nota 8.

[36] Se trata del comandante Amenemheb, llamado Meh, cuya biografía en la T.T 85  destaca su valor en el campo de batalla y las condecoraciones que recibió (Urk.IV: 890-897). Obsérvese la similitud del apodo con el nombre del oficial de Seti I. Sobre este nombre se puede consultar la obra de H. Ranke, Die ägyptischen Personennamen. Vol. II, Glückstadt (1952): 127.

[37] W.J. Murnane, 1990: 112, not. 40. Este investigador incluye también personajes de la época de Ramsés II que tenían nombres terminados en emheb, reconociendo la dificultad que ello implica a la hora de establecer una posible relación con Mehy.

[38] Reliefs, vol. IV: 16-22, lám. 6.

[39] Ibid.: 28-34, lám. 10.

[40] Ibid.: 37-38, lám. 12.

[41] Ibid.: 91-94, lám. 29

[42] Ibid.: 19-20 y 29-32; W.J. Murnane, 1990: 107.

[43] Obviamente, esta reflexión se hace teniendo en cuenta el escaso material de la Dinastía XVIII. Ni fragmentos pertenecientes a relieves bélicos de diferentes monarcas ni escenas completas muestran a un guerrero principal combatiendo junto al faraón (ver en el material recopilado por Heinz, op. cit.: 235-241).

[44] Este rango superior implicaría que su poseedor era responsable de la coordinación logística y táctica de un ejército (P. M. Chevereau, op. cit.: 98).

[45] A. Gardiner (op. cit.: 32, not. 1) afirmaba que este personaje era un príncipe. Al margen de Gardiner, el texto ha sido traducido y estudiado por diversos autores, entre los que destacan: A. Hermann (Altägyptische Liebesdichtung. Wiesbaden (1959): 105-108) y M. Lichtheim (Ancient Egyptian Literature. New Kingdom. University of California Press (1976): 181-186, not. 4). Ambos investigadores sostienen que quien alude a Mehy es un hombre y no una mujer.

[46] P.C. Smither (Prince Mehy of the Love Songs. JEA 34 (1948): 116) intentó traducir, en la medida de lo posible, esos textos y observó el paralelismo con el citado poema del Chester Beatty.

[47] J.H. Breasted (A History of Egypt. Nueva York (1937): 418-419) afirmaba que Mehy habría sido un príncipe heredero asesinado por Ramsés II. Una opinión similar, sin llegar a postularse sobre una posible eliminación física, defendió, años más tarde, W. Helck (Probleme der Königsfolge in der Übergangszeit von 18. zu 19. Dyn. MDAIK 37 (1981): 212-214; Der “Geheimnisvolle” Mehy. SAK 15 (1988): 143-148).

[48] W.J. Murnane (1977: 60-61; 1990: 107-114). Este autor efectuó una serie de cálculos en su última obra para afirmar que la presencia de Mehy en los relieves de Karnak pudo ser anterior al nacimiento de Ramsés. Asimismo, sus conclusiones sobre la figura de este militar encajan más en la dinámica de la época y han sido tomadas como referencia para el presente artículo.

[49] Ibid. 1990: 109-111.

[50] Obviamente se trata de exageraciones destinadas a realzar el papel de Ramsés II. Sin embargo, unidas a una procedencia familiar vinculada estrechamente a la milicia, permiten pensar que el príncipe recibió instrucción castrense desde la infancia.

[51] H. Ricke/G. Hugues/E.F.Wente, The Beit el-Wali Temple of Ramesses II. Chicago (1967): 8. Interesantes aportaciones sobre la juventud de Ramsés y su relación con este templo se encuentran en A. Spalinger, Traces of the Early Career of Ramesses II. JNES 38 (1979): 271-286.

[52] Operación que fue citada en dos estelas halladas en Sai y en Amara oeste (KRI I: 102.4-9).

[53] El tema de los años de corregencia no está resuelto todavía a causa de la falta de fuentes fiables. Los investigadores sitúan un arco cronológico de entre tres y siete años (W.J. Murnane, 1990: 110). 

[54] Una buena síntesis sobre las actividades civiles de Ramsés en su época de corregente se encuentra en Kitchen (1982: 36-39).

[55] J. Yoyotte, Les steles de Ramsès II à Tanis. Première Partie. Kêmi 10-11 (1949-50): 58ss*

[56] Se trata de la batalla mejor documentada de la historia del Egipto faraónico. El propio Ramsés se encargó de que fuera ampliamente difundida, tanto por escrito como a través de la iconografía. Se conservan relieves e inscripciones en los muros de los templos de Abydos, Karnak, Luxor, Ramesseum y Abu Simbel. Las fuentes escritas se dividen en tres partes: el Boletín, las Captaciones y el Poema, del cual existen, además, tres versiones en papiro. Algunos de los trabajos más destacables sobre este evento militar son: J.H. Breasted, The Battle of Kadesh. Chicago (1903); J. Sturm, Der Hettiterkrieg Ramses’II. Viena (1939) (reed. en Bruselas en 1996); H. Goedicke (ed.), Perspectives on the Battle of Kadesh. Baltimore (1985); W.Mayer/R. Opificius, Die Schlacht bei Qades. Der Versucht einer neuen Rekonstruktion. UF 26: 321-368. Los distintos textos se pueden leer en KRI II: 3.1-147.10).  

[57] Un amplio estudio sobre el Poema se encuentra en G. Fecht, Das “Poème” über die Qadesch-Schlacht. SAK 11: 281-333.

[58] La acumulación del poder militar en la familia se observa en las carreras de sus hijos mayores: su primogénito Amónherhepeshef llegó a ser generalísimo del ejército y supervisor de todas las tierras del norte; su segundo hijo, Ramsés, llegaría a ostentar el rango de primer general de Su Majestad; Paraheruenemief y Mentuherhepeshef alcanzaron el rango de general de carros y tuvieron el título honorífico de primer conductor de Su Majestad (fuentes y consideraciones en Gnirs, op. cit.: 79-84).

[59] K.A. Kitchen, Some Ramesside friends of mine. JSSEA 9 (1979): 16-17; Gnirs, op. cit.: 147-148.

[60] J. Berlandini, Varia Memphitica III. Le general Ramsès-nakht. BIFAO 79: 249-265.

[61] P.M. Chevereau, Prospographie des cadres militaries égyptiens de la Basse Époque. París (1985): 285.

[62] 1990: 114