¿Es Santo Tomás el autor
 del Adoro te Devote?

L. Jean Lauand
Universidade de São Paulo
jeanlaua@usp.br

 

El Adoro te devote es seguramente uno de los más bellos y conocidos himnos de la tradición cristiana. Al igual que ocurre con otras piezas clásicas del medieoevo, su autoría no es del todo clara: tradicionalmente se atribuye la composición a Tomás de Aquino, pero no hay pruebas cabales de ello(1).

En este artículo haremos algunas consideraciones que puedan ayudar a formar juicio -en pro o en contra- sobre el carácter tomasiano de ese himno. El nuestro es un punto de vista muy particular: confrontación del lenguaje y de las "tesis" del Adoro te con el conjunto de la obra del Aquinate(2).

Una limitación de este estudio es, evidentemente, el hecho de que un autor no suele emplear el mismo lenguaje en poesía y en estudios académicos. En todo caso, puede ser útil el análisis que confronte el poema con la teología formal...

Para comenzar, el texto del himno y una de sus usuales versiones:

Adoro te devote

Adoro te devote, latens deitas
Quae sub his figuris vere latitas;
Tibi se cor meum totum subjicit,
Quia te contemplans, totum deficit.

Visus, tactus, gustus in te fallitur,
Sed auditu solo tuto creditur:
Credo quidquid dixit dei filius;
Nihil hoc verbo veritatis verius.

In cruce latebat sola deitas,
At hic latet simul et humanitas:
Ambo tamen credens atque confitens,
Peto quod petivit latro poenitens.

Plagas, sicut Thomas, non intueor,
Deum tamen meum te confiteor;
Fac me tibi semper magis credere,
In te spem habere, te diligere.

O memoriale mortis Domini,
Panis vivus, vitam praestans homini,
Praesta meae menti de te vivere,
Et te illi semper dulce sapere.

Pie pellicane Iesu Domine,
Me immundum munda tuo sanguine,
Cuius una stilla salvum facere
Totum mundum quit ab omni scelere.

Iesu, quem velatum nunc aspicio
Oro fiat illud, quod tam sitio:
Ut te revelata cernens facie,
Visu sim beatus tuae gloriae. Amen.

Te adoro con devoción(3)

Te adoro con devoción, Divinidad oculta,
verdaderamente escondido bajo estas apariencias.
A ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.

La vista, el tacto, el gusto, se equivocan sobre ti,
pero basta con el oído para creer con firmeza.
Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada es más cierto que esta palabra de Verdad.

En la Cruz se escondía sólo la divinidad,
pero aquí también se esconde la humanidad;
Creo y confieso ambas cosas,
pido lo que pidió el ladrón arrepentido.

No veo las llagas como las vio Tomás,
pero confieso que eres mi Dios;
Haz que yo crea más y más en Ti,
que en Ti espere; que te ame.

¡Oh, memorial de la Muerte del Señor!
Pan vivo que da la vida al hombre:
Concédele a mi alma que de ti viva,
y que siempre saboree tu dulzura.

Señor Jesús, bondadoso pelícano,
límpiame, a mí inmundo, con tu sangre,
De la que una sola gota puede liberar
de todos los crímenes al mundo entero.

Jesús, a quien ahora veo oculto,
te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:
Que al mirar tu rostro ya no oculto
sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.

Las primeras palabras del himno están en perfecto acuerdo con la doctrina de Tomás. En efecto, al discutir la latría, él dice que lo decisivo está precisamente en la devoción: "lo más importante es la devoción interior de la mente":

In adoratione principalior est interior devotio mentis (II-II, 84, 3).

Pues la devoción supone la determinación, la pronta y cabal disponibilidad de entrega, exigida por la adoración (de ahí que ya los paganos llamaban "devotos" a quienes se entregaban a la muerte para la salvación de su ejército):

Devotio dicitur a 'devovendo', unde devoti dicuntur qui seipsos quodammodo Deo devovent, ut ei se totaliter subdant. Propter quod et olim apud gentiles devoti dicebantur qui seipsos idolis devovebant in mortem pro sui salute exercitus (II-II, 82, 1).

Y así la devoción -la voluntad pronta para hacer lo que concierne al servicio divino- es un acto especial de la voluntad.

Manifestum est autem quod voluntas prompte faciendi quod ad Dei servitium pertinet est quidam specialis actus. Unde devotio est specialis actus voluntatis (II-II 82, 1).

Naturalmente, la devoción -como, en general, los actos de la voluntad- requerirá el auxílio de la inteligencia: de ahí que en esta misma estrofa (Tibi se cor...) se evoque el corazón -ese complejo centro espiritual, que articula la inteligencia, la voluntad y las demás fuerzas anímicas- y se recuerde (Quia te contemplans...) que, de parte del hombre, la meditación, la contemplación, es la causa de la devoción, como expresamente lo dice Tomás en la Summa:

Causa (devotionis) autem intrinseca ex parte nostra oportet quod sit meditatio seu contemplatio. Dictum est enim quod devotio est quidam voluntatis actus ad hoc quod homo prompte se tradat ad divinum obsequium. Omnis autem actus voluntatis ex aliqua consideratione procedit, eo quod bonum intellectum est obiectum voluntatis, unde et Augustinus dicit, in libro De Trin., quod voluntas oritur ex intelligentia (II-II, 82, 3).

Latens deitas

Aunque la expresión "latens deitas" no aparece en las obras de Tomás, él comenta muchas veces la idea de divinidad escondida, por ejemplo a propósito de Isaías (45, 15): "Vere tu es Deus absconditus". Dios es -bajo diversos títulos- un Dios oculto. Aún su misma existencia y su providencia no están manifiestas a los ojos de todos. Se oculta sobre todo en la encarnación y, luego, en la Iglesia, en los sacramentos etc. y, particularmente, en el sacramento de la eucaristía. La divinidad de Cristo está velada por carne, velamen deitatis. Además de creer en la divinidad, hay que creer en la encarnación y en que la divinidad viene velada en su carne, oculta además bajo la especie de pan en el sacramento.

Is. XLV, 15: Vere tu es Deus absconditus. Non enim sufficit fides de deitate, si non adsit fides de incarnatione. Io. XIV, 1: Creditis in Deum, et in me credite. Vel per velamen, id est, per carnem suam datam nobis sub velamento speciei panis in sacramento (Super ad Hebr cp 10 lc 2).

Quae sub his figuris vere latitas

Tomás habla de diversos casos de ocultación, por ejemplo en II-II 8, 1: la substancia se oculta bajo los accidentes, la significación está oculta bajo la palabra, la verdad figurada se oculta bajo semejanzas y figura:

Sub accidentibus latet natura rerum substantialis, sub verbis latent significata verborum, sub similitudinibus et figuris latet veritas figurata.

La palabra figura en Tomás acumula dos sentidos: el de aspecto y el de semejanza.

La figura del sacramento es además -Tomás lo repite muchas veces- eficaz. Aunque a lo largo de su obra Tomás no hable de una figuración de la deitas, sí que habla de la figuración del Verbo Encarnado en la Eucaristía.

Sed panis iste continet quod figurat, scilicet ipsum Christum (Super Ev. Io. cp 6 lc 6).

Per panem autem figuratur caro Christi; per vinum autem sanguis eius, per quem redempti sumus (I-II 102, 3 ad 13);

Et quia invenimus diversas actiones sacramentales diversis sacramentis distributas, quae in virtute Verbi incarnati agunt, oportet ad perfectam actionem hujus generis esse aliquam sacramentalem actionem quae ipsimet principali agenti attribuatur, quod est Verbum incarnatum; et ideo oportuit esse sacramentum eucharistiae, quod ipsum Verbum incarnatum contineret, ceteris sacramentis tamen in virtute ipsius agentibus; et ideo convenienter in figura cibi hoc sacramentum institutum est (In IV Sent. d. 8, q. 1, a. 3, c).

Tibi se cor meum totum subjicit,

También esta expresión -"sumisión del corazón"- es muy escasamente empleada por Tomás: sólo tres veces y siempre en relación a Dios.

En la Summa (III, 57, 2 ad 1) habla del corazón que se somete y se humilla ante Dios:

...prout scilicet dicitur in corde hominis ascendere, quando cor hominis se subiicit et humiliat Deo.

Y en los Sermones, dice que aprende quien somete su corazón a la inspiración divina.

Ille discit qui cor suum divinae inspirationi subjicit (Serm. 8, ps 2).

La sumisión del corazón es voluntaria:

Quaedam enim subjiciuntur violenter, sicut modo subjiciuntur inimici. Et de hac subjectione dicit se non loqui, sed de voluntaria; et ideo dicit, in corda (In Ps. 44, 4);

Quia te contemplans, totum deficit

Deficio, además del sentido de algo deficiente ("faltar, carecer"), significa también "desfallecer". Este segundo significado -que es el principal del verso- es muy raro en la teología de Tomás: en ella no aparece "totum deficere" ni "desfallecimiento del corazón". En todo caso, una vez -y citando la Biblia (Ps 84, 3)- habla del alma que desfallece de amor:

"Deficit anima mea in atria Domini" (Super Ev. Mt. cp 22 lc 14).

Tomás prefiere hablar de la arrebatadora dulzura de la contemplación de Dios (II-II, 182, 2; De Perf. Spir. Vitae, cp 18; cp 23) o de la liquefactio del corazón por el amor (In III Sent. d 27 q 1 a 1 ad 4; In Iob cp 23; etc.). En todo caso, hay un paso interesante en que Tomás habla de la deficiencia humana para la contemplación de la realidad divina: no podemos mirar al Sol por su exceso de luz -de ahí que el Apóstol diga que vemos a Dios por enigmas y figuras...:

Spirituales enim oculi hominum non solum naturaliter deficiebant a contemplatione divinae lucis, sed etiam ex defectu peccati, secundum illud Ps. LVII, 9: supercecidit ignis, scilicet concupiscentiae, et non viderunt solem, scilicet iustitiae... (Super Ev. Io. cp 11, lc 8).

Visus, tactus, gustus in te fallitur,

Sed auditu solo tuto creditur:

Credo quidquid dixit Dei Filius;

Estos versos hay que confrontarlos con lo que Tomás dice en III, 75, 6. El artículo comienza por objetar: en el sacramento de la verdad no debe haber engaño (deceptio) y sería engaño inducirnos a pensar que es pan lo que ya no es pan y aún la misma fe no debe estar en contra de la razón, que juzga ser pan lo que tiene los accidentes de pan (objeciones 2 y 3). A lo que el mismo Tomás contesta: en este sacramento no hay engaño: los sentidos juzgan de los accidentes y los accidentes son de pan (y vino); el intelecto es preservado de engaño por la fe (y la fe -lo dice San Pablo- viene por el oído, ex auditu, Rom 10, 17):

Ad secundum dicendum quod in hoc sacramento nulla est deceptio, sunt enim secundum rei veritatem accidentia, quae sensibus diiudicantur. Intellectus autem, cuius est proprium obiectum substantia, ut dicitur in III De Anima, per fidem a deceptione praeservatur. (III 75, 5 ad 2).

Nam fides non est contra sensum, sed est de eo ad quod sensus non attingit.(III 75, 5 ad 3).

Es interesante observar que Tomás jamás emplea la fórmula "tuto creditur" (prefiriendo "firmiter", "robustius" etc.). Sin embargo en dos ocasiones asocia fides a tutus.

Nihil hoc verbo veritatis verius.

También la expresión "verius verbo veritatis" no consta en Santo Tomás. Sin embargo él habla diversas veces de "verbum veritatis", sobre todo citando a Santiago (1, 18): "Voluntarie genuit nos Verbo veritatis".

In cruce latebat sola deitas,

At hic latet simul et humanitas:

Ocultar es algo que integra la misma definición de sacramento. En todo caso, la única ocultación de la humanidad de Cristo de que habla Tomás es la que se da por la gloria de su divinidad:

Unde sequitur et potestatem dedit ei iudicium facere, quia in forma humana omnibus apparebit, sed modo non apparet, quia humanitas eius latet in gloria Dei, sed tunc apparebit (Super ad Thess. II cp 1 lc 2).

Ambo tamen credens atque confitens,

De hecho, creer y confesar son propios de la fe:

"Ad eamdem virtutem pertinet credere et confiteri, scilicet ad fidem" (In IV Sent d 7, q 2, a 2, ag3).

Peto quod petivit latro poenitens.

Tomás no emplea la expresión "latro poenitens" sino "latro confitens" (De Rat. Fidei cp 9). Sin embargo habla de la "penitencia del ladrón" (Super ad Hebr. cp 6, lc 1).

Plagas, sicut Thomas, non intueor,

Deum tamen meum te confiteor;

También estos versos son problemáticos: al apóstol Tomás, el Aquinate nunca aplica el verbo intueor, sino videre; ni dice que haya visto plagas, sino vulnera.

Quod Thomas videns vulnera et cicatrices (Sup. Ev. Io. cp 20 lc 6) (Cf. III, 14, 1; Comp. Th. lb 1, cp 23, 8; Cat. Aur in Mt. cp 2 lc1).

Fac me tibi semper magis credere,

In te spem habere, te diligere.

Los actos de las virtudes teologales son bien de Tomás: credere, sperare -Tomás emplea a menudo la expresión "spem habere"- y diligere.

O memoriale mortis Domini,

Panis vivus, vitam praestans homini,

Praesta meae menti de te vivere,

Et te illi semper dulce sapere.

Las expresiones "memoriale mortis Domini" y "panis vivus" son muy familiares a Tomás. Si se puede hallar el "praestare vitam" en las obras del Aquinate, él no habla propiamente de "vida de la mente".

Pie pellicane Iesu Domine,

La tradición medieval ve el pelícano como figura de Cristo: el modo como abre la bolsa para dar alimento a sus polluelos ha sugerido que se abría el pecho con el pico para alimentarlos con su sangre. Un bestiario de esa época, el de Aberdeen (figuras abajo), al presentar el pelícano -tras citar el Salmo (102, 6): "Yo soy como el pelícano del yermo"-, dice que esa ave es muy dedicada a sus hijos y los resucita rompiendo su pecho para vivificarlos con su sangre.


La página completa del manuscrito -en
 http://www.clues.abdn.ac.uk:8080/besttest/alt/translat/trans35r.html- dice:

De pellicano\ Similis factus sum pellicano solitudinis. Pellicanus Egiptiaca avis est, habitans in solitu\dine Nili fluminis unde et nomen sumpsit. Nam Canopos\ Egyptus dicitur. Amatorum est nimis filiorum. Qui cum genuerit\ natos et ceperint crescere, percuciunt parentes suos in faciem.\ Sed parentes repercucientes eos occidunt. Tercia vero die mater\ eorum percuciens costam suam aperit latus suum et incumbit \ super pullos suos et effundit sanguinem super corpora mor\tuorum, et sic suscitat eos a mortuis. Mistice pellicanus\ significat Christum, Egiptus mundum. Pellicanus habitat in so\litudine, quia Christus solus de virgine dignatus est nasci sine viri\li copulatione. Est autem solitudo pellicani, quod immu\nis est a peccato sic et vita Christi. Hec avis rostro suos pullos oc\cidit, quia verbo predicationis incredulos convertit. Super pullos\ suos flere non desinit, quia Christus cum resuscitaret Lazarum\ misericorditer flevit. Et sic post tres dies sanguine suo pullos vi\vificat, quia Christus proprio sanguine suo redemptos salvat. Mora\liter autem per pellicanum intelligere possumus non quemlibet iustum, sed a carnali voluptate longe remotum. Per Egyptum, vi\tam nostram ignorantie tenebris involutam. Egyptus enim\ tenebre interpretatur. In Egipto igitur solitudinem facimus, dum\ a curis et voluptatibus seculi longe sumus. Sic et iustus in civi\tate solitudinem facit, dum immunem se in quantum huma\na fragilitas patitur a peccato custodit. Rostro pellicanus pullos\ suos occidit, quia iustus cogitationes et opera que male gessit,\

Sin embargo, para Tomás -que habla sólo dos veces del pelícano (pellicanus o onocrotalus)- el pelícano es un ave vulgar (o incluso repugnante) que poseerá la tierra vacía de la profecía de Isaías y que, en otro texto, representa simbolicamente el avaro...

Et possidebunt, quasi sine timore, onocrotalus, idem quod pellicanus; ibis, avis serpentibus inimica (In Is. cp 34).

Onocrotalus autem avis est in partibus orientis, longo rostro, quae in faucibus habet quosdam folliculos, in quibus primo cibum reponit, et post horam in ventrem mittit, et significat avaros, qui immoderata sollicitudine vitae necessaria congregant (I-II, 102, 6, ad 1).

Me immundum munda tuo sanguine,

Cuius una stilla salvum facere

Totum mundum quit ab omni scelere.

De hecho, para Tomás, la sangre de Cristo limpia. Un ejemplo entre muchos:

Quis est ille cuius est sanguis ille, qui scilicet est christus. Ex quo patet quod eius sanguis mundat (Super ad Hebr. cp 9, lc 3).

Pero no habla jamás el Aquinate de stilla sanguinis, mientras, sí, emplea muchas veces "gutta sanguinis":

Minima gutta sanguinis Christi suffecisset ad redemptionem humani generis (Quodl. 2, q 1, a 2 sc2).

Iesu, quem velatum nunc aspicio

Oro fiat illud, quod tam sitio:

Ut te revelata cernens facie,

Visu sim beatus tuae gloriae. Amen.

Tomás emplea a menudo la expresión "facie ad faciem" y nunca "cernens facie". Y, siguiendo a II Cor. 3, 18 "Nos autem revelata facie gloriam Domini contemplantes", habla en distintas ocasiones de "revelata facie".

(In) Conclusión

En apariencia, estos apuntes tenderían a llevar a la suposición de que el Adoro Te no fue compuesto por Tomás, pues hay diversas expresiones e imágenes fundamentales, que son ajenas al lenguaje que el Aquinate emplea en sus tratados filosóficos y teológicos, como es el caso de: pellicanus, "latro poenitens", "stilla sanguinis", "videre plagas", "cernens facie" etc. Pero no nos debemos precipitar. Después de todo, es el mismo Santo quien advierte ya en la primera cuestión de la Summa: poesía no es teología y requiere un estilo distinto:

Poeta utitur metaphoris propter repraesentationem, repraesentatio enim naturaliter homini delectabilis est. Sed sacra doctrina utitur metaphoris propter necessitatem et utilitatem (I, 1, 9 ad 1).

Y además el poeta -dice el Aquinate comentando el modo de escribir del salmo- puede por razones de métrica o de afectos de "modum orantis" mudar su modum loquendi...

Dicit exaudivit et dilatasti vel quia forte metrice factus est psalmus ubi oportuit mutari constructionem propter metrum; vel quia per modum orantis, ubi ex diversis affectibus mutat homo loquendi modum (In Ps. 4, 1).


[1]. James A. Weisheipl en su criterioso estudio -Tomás de Aquino - Vida, obras y doctrina Pamplona, Eunsa, 1994, pp. 454 y ss.- así expone el problema: "Dom A. Wilmart ha estudiado la tradición manuscrita del Adoro te devote y hace una buena defensa a favor de la paternidad literaria de Tomás. F. J. E. Raby ha demostrado que el himno Adoro te devote debe haber sido escrito antes del período 1280-1294 (...) pero este hecho no certifica la paternidad literaria de Tomás. Eschmann señala que no existe ningún manuscrito, por lo menos en los primeros cincuenta años que siguieron a su muerte, que testifique que Tomás sea el autor. Por lo tanto, aunque la tradición acepta claramente que sea obra de Tomás, aún falta la prueba histórica".

[2]. Para ello -y con el carácter de mero ejercicio de clase- hemos hecho búsquedas en hipertexto sobre el texto latino que se presenta hoy como de Tomás, en la edición electrónica de Roberto Busa: Thomae Aquinatis Opera Omnia cum hypertextibus in CD-ROM. Milano, Editoria Elettronica Editel, 1992.

[3]. Traducción tradicional que se recoge en http://www.giga.com/~jemadero/lea/ adtedev.html