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La Jerarquía Imperial: Imagen del Deseo y de la Crítica en el Franciscanismo Novohispano de Evangelización[1]

 

Linda Báez Rubí

 

A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos.

Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición, entre los indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia.

Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, recoge los pedacitos y los incorpora a su arcilla.

Eduardo Galeano, Ventana sobre la memoria, I.

I. El arte religioso: una ventana sobre la memoria.

            Siempre me he preguntado, y creo que todo aquel amante de la cultura novohispana del XVI no se cansa de hacerlo, por el significado del arte religioso que los franciscanos, junto con la habilidad artística del indígena tlacuillo, erigieron en su tarea de evangelización en el Nuevo Mundo. [2]

            Cuando circulamos por los espacios conventuales y contemplamos esbozos de imágenes sobre los muros que han resistido tercamente al tiempo, se despierta en nosotros la inevitable sensación que se requiere para reconocer lo “otro”: la capacidad de maravillarnos de algo.

            Las obras de arte son juegos de simulaciones, códigos articulados, que al ocultar y revelar, sorprenden. Al ser víctimas de la sorpresa nos preguntamos ¿cuáles fueron los impulsos que llevaron a los misioneros a causar esa irrupción en el tiempo, ese acto que es acontecer no calculado y que nos revela, por lo tanto, la presencia del otro? [3]

            Las obras, al ser creadas en un determinado tiempo y espacio, portan símbolos de expresión articulados por el sistema de creencias de los seres humanos que les dieron origen. En el caso de la sociedad novohispana, la espiritualidad franciscana fue parte vertebradora e integradora de ese inmenso y variopinto rompecabezas que conocemos como “identidad cultural.”

            El franciscanismo novohispano reveló una manera determinada de entablar relaciones con el universo, bajo una interpretación teológica, en la que se buscaba acomodar e integrar una nueva realidad americana. La razón de ser de los misioneros en el Nuevo Mundo se explicaría y se justificaría sólo en función de la voluntad divina que apelaba a la realización del reino de Dios sobre la tierra. Este reino, más que entendido como meramente experiencia moral y particular de cada cristiano,[4] al comprenderse bajo el marco de misión evangélica, adquirió un carácter distinto: se volvió un proyecto que involucraba a toda una comunidad de religiosos en la búsqueda de erigir la Nueva Iglesia Indiana.[5] El evangelio se comunicó a todos los seres, en este caso a los indígenas, con el sentido de alcanzar su redención y su salvación. Por lo tanto, la misión seráfica se proyectó dentro del acontecer histórico, en un determinado tiempo y en un determinado espacio geográfico.

            Podremos, a través de la obra de arte, testimonio de aquel tiempo, percibir el ¿cómo vivieron los franciscanos esta experiencia evangélica en la Nueva España?

a) Contexto

            Los franciscanos que llegaron al Nuevo Mundo entre el período de 1523 hasta 1560, constituyeron una primera generación con características específicas de espiritualidad. Provenían de un viejo continente que se encontraba en una profunda crisis religiosa. Las órdenes mendicantes, anhelantes de una vida más acorde con el modelo apostólico, erigieron una acerba oposición y crítica frente a la burocracia eclesiástica en el siglo XIV.[6] Los diferentes grupos de religiosos y de laicos habían criticado severamente la corrupción de la Iglesia y habían puesto en entredicho su autoridad espiritual como representante de Cristo sobre la tierra. Por consecuencia, muchos grupos fueron calificados de herejes y condenados por la Iglesia romana. [7]

            Posteriormente, durante el siglo XV, la agitación espiritual desembocó en el movimiento de las observancias, que trataba de suprimir la relajación en que se había sumido la vida conventual religiosa.[8] Solamente, los que mantuvieron su obediencia a la Iglesia romana, fueron reconocidos y cristalizaron sus deseos de renovación a través de las múltiples reformas observantes.

            Sin embargo, hacia finales del siglo XV y principios del XVI, la desestabilización social aún seguía a flor de piel. El anhelo de restauración de un orden dentro de la decadencia y del caos en materia espiritual, articuló su deseo a través de las imágenes heredadas de la larga tradición profética medieval:[9] escatología, lecturas apocalípticas de la realidad, mesianismo y milenarismo,[10]permearon la mentalidad cultural religiosa que ingresaba a los albores del Renacimiento.[11] Se predecía el final de los tiempos a través de las conjunciones astrales,[12] a la vez que se reclamaba la instauración del emperador cristiano al lado de un papa Angélico para defender y restaurar la unidad resquebrajada del cristianismo.[13]

            En este sentido, la literatura profética catalana medieval venía propagándose y cobrando apogeo, estableciendo una línea geográfica, desde Cataluña hasta las tierras de Castilla .[14] Las profecías medievales de Juan de Rocatallada,[15] Francisco de Eiximenis[16] y Arnaldo de Vilanova,[17] quienes se basaron en el modelo histórico-teológico de Joaquín de Fiore y de sus discípulos,[18] tuvieron una amplia recepción y difusión clandestina desde el siglo XIV hasta bien entrado el siglo XVI.[19]

            Entre esas profecías circuló, de igual manera, la literatura pedagógica, mística y moral de Ramon Llull.[20] Esta fue difundida por estos mismos grupos religiosos que propugnaban por alcanzar una reforma en la vida cristiana, al declararse a favor de la realización de modelos más apostólicos y evangélicos.[21] Especialmente, los difusores de Llull, fueron el grupo de beguinos franciscanos que habían fundado casas de atención a lo largo de los más importantes caminos de peregrinación en la península hispánica,[22] favoreciendo así, la propagación de sus ideales espirituales basados en la interpretación del pensamiento de Llull.[23]

            Estos modelos literarios ofrecían, en cierto sentido, una respuesta alternativa a la crisis religiosa de la comunidad: proponían la destitución del antiguo régimen demeritado por el pecado y, a cambio, la construcción de un nuevo régimen que cumpliese con las características del reino de Dios, [24] es decir, un reino de paz y de armonía orquestado por el amor que se cumplía en la creencia de la imagen de Dios hecho hombre.

            Sin embargo, no fue sino hasta finales del siglo XV y a principios del XVI, donde el movimiento de reforma cristiana adquirió, en la península hispánica, una forma legal que institucionalizó el Cardenal Jiménez de Cisneros[25] gracias al apoyo de la monarquía de los Reyes Católicos.[26] El círculo de humanistas del que se rodeó Cisneros editó varias obras de Ramon Llull,[27] así como todo tipo de literatura de carácter edificante, que contribuyó a la culminación de la mística española en la primera mitad del siglo XVI.[28]

            El papel apologético de la Corona española como defensora y promotora de la Cristiandad, que habría de fortalecerse con la reconquista de Granada en 1492, es de sobra conocido.[29] El descubrimiento de las nuevas tierras americanas le otorgó a los reinos hispánicos, el último elemento que necesitaba para constituirse en una verdadera sede de poder en el terreno mercantil y espiritual: las bulas expedidas en Roma por los Papas,[30] le cedían a los franciscanos españoles y a la monarquía hispánica la total administración espiritual de las Indias.[31]

b) Tradición: transporte y actualización de modelos.

            Es cierto que, no podemos hacer una transposición literal de los modelos escatológicos y proféticos medievales en tierras americanas.[32] Sin embargo, no podemos negar estos modelos como vivas presencias en este bagaje cultural religioso, creencias que circularon por la península hispánica y cuyos más fervientes receptores fueron los franciscanos.[33]

            Por eso mismo, es preciso hablar más bien de tendencias y con esto comprender que las ideas, las concepciones, los conceptos no nacen de generación espontánea: cuentan forzosamente con una imagen o modelo pasados.[34] Este modelo se transporta a través de la memoria colectiva, desde el pasado hasta el presente donde se actualiza. [35] Dentro de esa actualización se mantiene, se transforma o se pierde dicho modelo o imagen, en qué porcentaje, eso lo decide quienes actualizan esos símbolos expresivos en función de explicar una realidad.[36]

            En este caso, los franciscanos, actualizaron ese bagaje cultural donde los modelos de pensamiento histórico-teológico y las imágenes apocalíptico- escatológicas se vieron modificadas según la experiencia religiosa que tuvieron en el Nuevo Mundo.[37]

            Y esta experiencia religiosa es la vena que nutre, hasta nuestros días, el arte de evangelización. Este es prueba de una fe incólume puesta en la creencia de la manifestación de los designios divinos y de un deseo de espiritualidad por vivirla, ajenos a nuestra experiencia cotidiana.

            Lo más valioso de esta experiencia franciscana es que se enfrentó, al enraízarse y fundamentarse en un choque con la realidad, a lo “otro que es diferente”. En este acto se dio, por natural característica del amor franciscano, el reconocimiento del otro. [38]

            Para los franciscanos, realmente, el descubrimiento del Nuevo Mundo les va a ofrecer la posibilidad de instaurar una Nueva Iglesia Indiana, con una organización de vena evangélica, donde el indígena será una entidad distinta que buscará acomodarse, a través de sus características, y no borrrándolas, a la interpretación teológica de la historia.[39]

            La identificación sólo es posible, cuando se ha encontrado un vínculo en común que se construye a través de la comprensión hacia el otro, a través del amor ejercido hacia él. La comprensión en el plano amoroso, implica la capacidad de sufrir con el otro lo mismo de lo que padece, cultivándose así, el sentimiento de la caridad, que es vivencia de participación.

c) Identificación, encuentro.

            Como acertadamente vislumbra Lluís Duch,[40] el impulso amoroso llevó a los franciscanos a fundar otra alternativa de vida: otro lugar, donde sería posible establecer otras relaciones humanas, otro regimen de autoridad junto con otras estructuras sociales, bajo otra iglesia que sería la indiana- novohispana.

            Este otro lugar es, geográficamente el Nuevo Mundo: La nueva España, donde aquellas otras relaciones humanas se van a guiar por el amor y la caridad, que ha caracterizado la actitud del pensamiento franciscano hacia la naturaleza y al prójimo. Por tal, con los indígenas establecen el sentimiento de la armonía como máxima expresión de la unión amorosa. Esta peculiar relación con el universo y el individuo, implica la relación y definición de otro regimen de autoridad, así como el establecimiento de otras relaciones humanas, que develarán su sentido y propósito espiritual en el arte. Los modelos de lo que llamaremos jerarquías arbóreas o genealogías y la aplicación práctica de ellas, es un ejemplo de ello: el equilibrio entre las partes que mantiene la idea del cosmos, en suma armonía sustentada en las relaciones de amor y caridad.

            Se puede decir que la obra de arte franciscana es una materialización del deseo por lograr una experiencia espiritual amorosa. Cuando el deseo tiende a su realización,[41] el sentido escatológico ya no es una cuestión de imágenes y figuras, sino el aviso de Dios como forma cotidiana y humana de convivir y vivir:[42]es la geografía y la historia, el espacio y el tiempo llevándose a cabo y proyectándose en la obra de arte. Dejar las palabras y dirigirse a las obras, puesto que de los hechos de la experiencia deviene el método, el arte. [43]

II. Maquinaria mnemotécnica de evangelización.

            El conjunto novohispano es una gran máquina mnemotécnica que se pone en funcionamiento a través de las imágenes que en sí contiene. Así lo califica, Fray Diego de Valadés, misionero franciscano que redactó la Rhetorica Christiana (Perugia, 1579),[44] donde habla de la importancia de los métodos seráficos de evangelización, estructurados con base en la mnemotecnia.[45]Es así, como la mnemotecnia se convirtió en el canal principal de transmisión de los nuevos valores cristianos que se fusionaron con los antiguos símbolos culturales del universo indígena. [46]

a) Lugares.

            Valadés considera al convento como un locus (lugar) que tiene en su interior cámaras donde se pueden depositar imagenes (imágenes) que hay que recordar.[47] Las actividades franciscanas de evangelización, se llevaban a cabo dentro del conjunto conventual novohispano, es decir, que éste era utilizado como un instrumento de evangelización.[48] Al utilizarlo, me refiero, a que las imágenes depositadas en sus muros se activaban en el espectador indígena a través de la celebración religiosa. A ésta, pertenecían elementos como la actualización del discurso cristiano por parte del predicador (sermón), exégesis de la imagen y la procesión.[49]

            Uno de los lugares más importantes del conjunto conventual novohispano era la capilla de indios o también conocida como capilla abierta o de indios.[50] Esta servía como locus, donde el predicador acompañaba su sermón con lienzos y pinturas murales, transmitiéndoles a los indígenas, de esta manera, la doctrina cristiana a través de los símbolos que portaban las imágenes.[51] En este sentido, la celebración reafirmaba los valores culturales de la religión cristiana, al hacerlos de la participación colectiva y, al transmitirlos a las generaciones siguientes, configuraba y reafirmaba una cultura transmitida por la memoria social.[52]

b)Imágenes.

            En la Historia de los Indios de la Nueva España, Fray Toribio Benavente Motolinía, describe las siguientes imágenes que se utilizaron para la celebración de la erección de la capilla abierta de Belén en el convento de Tlaxcala en 1538:[53]

llámanla Belén, por parte de afuera la pintaron luego a el fresco en cuatro días...; en un ochavo de ella pintaron las obras de la creación del mundo...; en otros dos ochavos, en el uno la verga de Jesé, con la generación de la Madre de Dios, la cual está en lo alto puesta muy hermosa, en otro está nuestro Padre San Francisco; en otra parte está la Iglesia; santo papa, cardenales, obispos, etc; y a la otra banda, emperador, reyes y caballeros.[54]

            Las imágenes colocadas en el locus-capilla, como la verga de Jesé, la generación de la Madre de Dios, la de San Francisco, la generación de la iglesia y la del emperador, eran activadas durante el ritual en su conjunto.

            ¿Por qué en la configuración de una memoria colectiva, los franciscanos hacen énfasis en la imagen de una “generación imperial”?[55] ¿Qué se puede leer más allá de la transmisión a los indígenas de una generación -jerarquía que, a través de la práctica celebrativa, se quiere perpetuar en la memoria para configurar una nueva identidad social?

III. El lulismo del siglo XVI: ¿modelo recurrente en la cultura novohispana?

a)Ramon Llull y el Arbre imperial.

            Una de las características principales del lulismo del siglo XVI,[56] es el manejo y funcionamiento de la imagen del árbol enciclopédico en el Arbre de Sciència (1295-1296).[57] El árbol luliano al ser punto de unión de todas las ciencias y los saberes, se establece como imagen de la unidad.[58] El universo ordenado (cosmos) logra su máxima expresión en las jerarquías arbóreas. Cada árbol del Arbre de Sciència de Llull se expone como una jerarquía, y de los dieciséis árboles, dos nos son de vital importancia: el eclesiástico y el imperial.[59] Ambos tienen el fin de dar como fruto, la paz y la armonía en el mundo: por ejemplo, en el imperial, el rey debe de garantizar la paz de los súbditos, a través de su buen ejemplo, es decir, de un comportamiento virtuoso que sirva como ejemplo para mantener la armonía de la sociedad.

Y, por ello es muy necesario que el príncipe sea bueno por bondad, y grande por grandeza, y tenga duración por duración y sea poderoso por poder y sabio por sabiduría, y caritativo por caridad, y virtuoso por virtud, y verdadero por verdad... y por tal consejo haga el buen príncipe buen regimiento. [60]

            El árbol imperial se nutre a través de las raíces que representan las dignidades divinas: bondad, magnitud, duración, poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad, y las relaciones que se establecen entre ellas, como mayoridad, igualdad, minoridad, principio, medio y fin.[61] El árbol imperial se compone de diez ramas donde se ordenan los diferentes oficios de la sociedad, entre ellos, los barones, condes, duques, marqueses, vizcondes, burgueses, consejeros, procuradores jueces, abogados, sabios y confesores.[62]

            Lo más importante en este sentido, es que el rey debe de servirse de los miembros de su jerarquía para la buena administración de su gobierno. En este sentido, Llull nos habla de una estructura imperial política que funciona no sólo verticalmente, sino también horizontalmente, puesto que sin el consejo de los ministros (brazos del árbol), el rey (la cabeza) no gobierna adecuadamente.

El príncipe se proveé del consejo de buenas personas, y esos consejos deben de ser de los barones, caballeros, burgueses y algunos hombres que sean del pueblo, y además de aquél que es su confesor. Conviene que sean los barones, porque son parte del regimiento, y asimismo de los caballeros y los burgueses y de los hombres del pueblo que conocen los estamentos de la ciudad, y asimismo el confesor del príncipe, por causa de que el rey le tema en el consejo y el confesor lo reprima si hace cosas en contra del buen consejo.[63]

El contenido altamente ético del árbol-jerarquía se configura a partir de una fuerte carga de moral cristiana. Esta se convierte en característica indispensable de los que ordenan y dirigen la sociedad: procuración de virtudes y alejamiento de los vicios que corrompen a la comunidad,

y por lo contrario [al buen ejemplo son los malos príncipes y los malos regimientos. Y por eso pierde el príncipe muchas veces su principado, y están los suyos en deshonor y en ira y en tristeza y en peligro de perder el otro reino eterno, por causa de que hacen mal aquellos prírncipes que quitan de su consejo a los hombres nobles, sabios, poderosos y virtuosos... el consejo malo es enfermedad del reino y tinieblas, y mala fama del príncipe y del trabajo del pueblo.[64]

b) La jerarquía-árbol en la Rhetorica Christiana (Perugia, 1579) de Fray Diego de Valadés.

            La imagen de la jerarquía-generación imperial descrita por Motolinía para las fiestas de Belén, se repite en la Rhetorica Christiana de Fray Diego de Valadés.[65] A través de la representación arbórea de la sociedad novohispana-indiana, Valadés reactualiza el tema de Motolinía, conviertiéndolo así, en una parte vertebral de la tradición de las imágenes de evangelización, que eran transmitidas a través de la memoria colectiva mediante los artificios de la mnemotecnia.

            La “jerarquía temporal”,[66]como la titula Valadés, posee una forma arbórea de cuyas ramas brotan flores que contienen figuras: imágenes de los funcionarios y ciudadanos que integran la sociedad bajo la obediencia del rey-emperador. Los funcionarios se distribuyen según sus categorías y funciones por niveles: emperador, rey, virrey, gobernador, auditor, alcalde, juez, pretor, el pater familias, la madre y los hijos indígenas cristianizados. En la parte inferior del grabado se representan las penas del infierno que habrán de padecer aquéllos que no obedezcan a la cabeza de la jerarquía.[67]Valadés califica al rey, como aquél que “ama a los que rige y protege a los que gobierna”, además de que:

No consentirá se os infiera injuria alguna, y vosotros mismos administraréis vuestros dominios y propiedades... se os permitirá llegaros con toda seguridad hasta él y sus cortesanos, y manifestarle vuestras quejas y males, de los que os veréis salvos con justicia y equidad.[68]

            El rey es para el reino, lo que la cabeza es para el cuerpo natural: imagen orgánica de la jurisdicción y del orden.[69] El emperador o rey es el protector de la sociedad y el impartidor de justicia, además se opone a la imagen de la esclavitud, puesto que deja en libertad a los indígenas para que administren sus “dominios y propiedades.”

            En esta jerarquía imperial que expone Valadés a través de un grabado, se integra el indígena convertido al cristianismo. No sólo se le incluye en la jerarquía, sino que es la base del tronco de todo el árbol de la sociedad. El indígena representa el pater familias, que educa a los hijos a través de un discurso de contenido ético y que en la tradición indígena se le conocía como los huehuetlatolli (discurso de los viejos).[70] La palabra retórica dentro de la sociedad prehispánica era un medio de control social: las palabras de los ancestros y de los viejos transmitían las reglas de comportamiento a sus descendientes.[71] El resultado retórico se deja ver en los demás miembros de la familia que rodean al pater familias. Ellos llevan a cabo las tareas que les son asignadas dentro de la sociedad y que son expresión de la realización de la moral indígena en su sentido práctico. Por ejemplo, el trabajo manual de los indígenas y la madre que al representar iconográficamente la caridad,[72]expresa la idea del resguardo de un orden que sólo es posible a través del amor al prójimo, y que se deja sentir a través de esa concordia visual de la sociedad. En el universo indígena, la actividad de los miembros tiene el objetivo de preservar el orden cósmico, todo lo que esté fuera de este objetivo es considerado como daño y destrucción hacia el universo (pecado bajo una contextualización cristiana).[73] La concordia se expresa en las formas artísticas, bajo la representación de la generación que, al jerarquizar a sus miembros, ordena su lugar en el espacio otorgándoles una función específica que al cumplirse garantiza la concordia entre sus miembros.[74]

            La variante iconográfica de integrar al indígena en la jerarquía, nos confirma, no solamente una transmisión-tradición de un modelo que ordena la sociedad,[75] sino que nos habla de la transformación que éste sufre al enfrentarse a otra realidad: el cambio nos revela un reconocimiento. Un reconocimiento del “otro”, de la irrupción de algo inesperado (en la mentalidad el impacto del descubrimiento de América surge como algo extraordinario, maravilloso) que lejos de negarse, los franciscanos lo incorporan.

            Es entonces, cuando surge la tensión creadora que exige una resolución basada en la expresión de un nuevo modelo jerárquico -iconográfico. La experiencia (choque con la realidad) religiosa (amorosa) que experimentó el franciscano ante esa realidad desconocida.[76] Mediante dicha experiencia, los seráficos son capaces de “reinventar” sabiamente las dimensiones sociales, culturales y religiosas de su pensamiento, de su propia acción y de sus sentimientos, en una nueva realidad.[77]

            Lo más importante: cuando esta jerarquía se actualiza, no sólo lo es para los indígenas, sino también para los gobernantes que son los responsables de mantener el orden y la paz para la sociedad indígena: el discurso franciscano, posteriormente, recurriendo a esta imagen (utilizándola), le recordará a la Corona sus obligaciones no cumplidas en materia espiritual, causa directa de la destrucción de las Indias.

IV. Genealogía y filiación: pasado y translación.

            La Historia de los Indios de la Nueva España, donde Motolinía incluye la descripción de la genealogía - jerarquía imperial dentro de la fiesta de Belén, comienza con una epístola proemial dedicada al “ilustrísimo señor Don Antonio Pimentel, sexto conde de Benavente,” [78] (1499-1530), al que se le quiere dar parte de la “maravillosa conversión que Dios en ellos [los indiosha obrado” [79]Motolinía dice:

cuya es toda la bondad y virtud que en nuestra Señoría y en todos los virtuosos príncipes de la tierra resplandece; de lo cual no es menos dotado vuestra señoría que lo fueron todos sus antepasados, mayormente vuestro ínclito y verdadero padre don Alonso de Pimentel, conde quinto de Benavente, de buena y gloriosa memoria, cuyas pisadas vuestra señoría en su mocedad bien imita, mostrando no ser menos generoso que católico señor de la muy afamada casa y excelente dictado de Benavente.[80]

            Cuando Motolinía hace alusión a la muy afamada casa y dictado de Benavente, lo hace con la intención de desplegar, a su vez, el principio de continuidad. Continuidad en el sentido de que se transmiten modelos de comportamiento, [81] a través de los ejemplos que donan los antepasados de sus virtudes cristianas y que son lo que configuran la identidad a través de la bondad, la virtud, la generosidad y el catolicismo. Esta identidad les viene a las personas que forman parte de una cadena real, es decir, de la generación, de la jerarquía, no de su individualidad, sino de la “participación de una misma sangre”, es decir de la imitación. [82]

            De los pocos datos que poseemos sobre Motolinía, sabemos que perteneció al convento de San Francisco de Benavente, [83] por los que sus protectores o mentores debieron de haber sido los señores de Benavente. Asimismo, tenemos noticia de que la familia de los Condes protegió a los franciscanos de la Provincia de Santiago durante varias generaciones.[84] En la Crónica de la Provincia Franciscana de Santiago, se reitera la importancia de la Familia Benavente y su vínculo con el Convento de San Francisco y Santa Clara en la región.

Y con mucha más justicia se les debe dar este título a los excelentísimos condes don Juan Alfonso Pimentel y doña Mencía de Requesens, que hoy viven, y nuestro Señor guarde por largos años, y a todos sus hijos, pues en el grandísimo amor con que amparan y favorecen a los religiosos de este santo hábito son más que padres.. Y pues todos los religiosos desta santa provincia, que hoy viven son buenos testigos de lo mucho que con razón pudiera decir y han visto en los capítulos provinciales que de ordinario se celebran en este principal convento con sus limosnas y las que para celebrarle dejaron sus antepasados.[85]

            El apoyo de los Condes a la propagación de la educación religiosa franciscana en la Provincia de Santiago, tiene sus ecos en la crónica de Motolinía: el misionero agradece el grandísimo amor con que amparan y favorecen a los religiosos, por lo cual, todos sus siervos y capellanes deben estudiar y trabajar de servir y reagradecer las mercedes recibidas.[86] Así, se confirma la continuidad de una tradición, [87] que es la insistente procuración del deseo encaminado a cumplir el reino de Dios en la tierra.

... y pues el señor se precia del fruto de la cruz, que son las ánimas de los que se han de salvar, creo yo que vuestra señoría, como cuerdo y leal siervo de Jesucristo, se gozará en saber y oír la salvación y remedio de los convertidos en este nuevo Mundo, que ahora la Nueva España se llama, adonde por la gracia y voluntad de Dios cada día tantas y tan grandes y ricas tierras [se descubren adonde Nuestro Señor Jesucristo es nuevamente conocido, y su santo nombre y fe ensalzado y glorificado.[88]

            Se pacta, así, un compromiso posible a través de la continuidad genealógica:[89] un compromiso que se sostiene en la defensa de la misión que Dios designó para las Nuevas Tierras, es decir, su evangelización. Esta se proyecta hacia el futuro gracias a la imagen de la traslación, [90]mediante la cual, la jerarquía-generación asegura la continuidad del proyecto de la conversión al cristianismo: la ejemplaridad del rey-imperio logra la sucesión al trasladar su conducta cristiana ejemplar al conde-señorío.

Nuestro Redentor y Maestro Jesucristo en sus sermones formaba las materias, parábolas y ejemplos según la capacidad de los oyentes, a cuya imitación, digo, que los caballeros cuerdos se deben preciar de lo que su rey señor se precia; porque lo contrario hacer, sería gran desatino; y de aquí es, que cuando en la corte el emperador se precia de justador, todos los caballeros son justadores; y si el rey se inclina a ser cazador, todos los caballeros se dan a la caza; y el traje que el rey ama y se viste, de aqué se visten los cortesanos. ... Y de aquí es, que el hombre de ninguna cosa se precia más que de la razón, que le hace hombre, capaz y merecedor de la gloria, y le distingue y aparta de los brutos animales.[91]

            Translación de un “comportamiento católico” y “defensa del cristianismo”, así como su perpetuidad” que se hace posible a través de la genealogía (imagen del rey-imperio) y la filiación (imagen de los condes-señoríos). El hecho de que Motolinía recalque el “comportamiento católico “ del conde de Benavente, no es gratuito,[92] puesto que sienta las bases de la transmisión del compromiso que portaba la jerarquía en su generación y filiación: velar porque se llevara a cabo el proyecto de conversión para gloria de la unidad cristiana.[93] No es gratuito, asimismo, que en la representación del auto de la Conquista de Jerusalén para las mismas fiestas de Tlaxcala, la armada española aparezca dirigida por el capitán general don Antonio de Pimentel conde de Benavente quien conduce a la gente del reino de Castilla y de León.[94] El ejército de la Nueva España es comandado por el virrey Don Antonio de Mendoza que dirige a los tlaxcaltecas, mixtecas, huastecas, zempoaltecas y culiuaques.[95] Ambos ejércitos luchan contra los moros bajo las órdenes del Emperador Carlos V quien se yergue como restaurador del cristianismo, el cual finalmente logra instarurarse mediante la intervención del discurso de conversión que pornuncia el Arcángel San Miguel y no, por las armas.[96]

            Es en este sentido, como la jerarquía y la generación son términos que se piensan juntos en una imagen: la generación teje los lazos de la jerarquía, y la jerarquía los ordena y los dispone. En comparación con esta imagen simbólica, Llull manifestaba

El tronco del árbol imperial significa la persona común del príncipe; en el cual común regimiento están dispuestos en potencia los particulares regimientos de los hombres que están en castillos, villas y ciudades; los cuales regimientos vienen a cumplirse si el príncipe hace uso de su general bondad y de su general grandeza, y así de las otras formas comunes multiplicadas en las raíces del árbol.[97]

            Ahora bien, en el siglo XV, una de las bibliotecas que mayor número de manuscritos de Ramon Llull poseía era, precisamente, la de los Condes de Benavente. Ellos habían seleccionado y adquirido los manuscritos para su biblioteca gracias al consejo de los monjes franciscanos del convento de Benavente y de la región.[98]¿Pudieron haber influido estos manuscritos lulianos en Motolinía? Es decir, ¿ en qué medida las ideas de concordia y unitas que se manifiestan a través de la imagen de los árboles jerárquicos, marcan una posible influencia de temática lulista en el imaginario cultural para la nueva sociedad indiana? ¿Podríamos trazar una línea de migración de este modelo, que fuera desde Llull hasta Motolinía y posteriormente a Valadés?

            La respuesta amerita más espacio de reflexión y exposición de documentos que sustenten sólidamente esta hipótesis. Lo que podemos hacer es tratar de entender el contexto en que se movieron los franciscanos, para comprender qué fue lo que reactivó la utilización del modelo luliano de la jerarquía arbórea.

V. La jerarquía imperial: su destrucción y la apertura a la providencia.

a) Destrucción: resultado del pecado y del incumplimiento.

            Hemos visto que los seráficos tienen una preocupación fundamental: el refererirse al orden jerárquico temporal. Bajo este se han considerado los reinos, es decir, el gobierno del imperio y su aparato constituitivo (los señoríos) como imagen artística que florece en la cultura religiosa del s. XVI novohispano.

            Esto nos indica que el proyecto espiritual de unidad y de concordia, como estructura que sustenta la convivencia entre los indígenas y los franciscanos, es el que sin duda alguna, tiene preferencia en la mente de los misioneros: cualquier factor que amenace con sabotearlo desatará una denuncia inmediata, una crítica acerba y directa por parte de los religiosos.[99]

            Veinte años después de que la imagen de la república indiana cristianizada había aparecido en los muros conventuales, el desarrollo de la colonización, había arrojado los resultados que revelaban la sistemática aniquilación de la sociedad indígena.[100] La causa directa, a la que se le atribuía la destrución de la iglesia indígena era clara: la Corona española y su aparato burocrático velaron más por los intereses monetarios y mercantiles que ofrecían las nuevas tierras.

La condición con que V.M. recibió del Romano Pontífice estas tierras de América fue para que convirtiésedes gentes, que no ya para que las vendiésedes.[101]

            Ante esta actitud, los franciscanos no se cansaron de denunciar la depredación de las Indias,[102] y de señalar como principo de ese mal, el olvido en que los miembros de la monarquía tenían las tareas espirituales que se le habían encomendado,[103] así como su apatía hacia la vigilancia de los abusos de los conquistadores con los indígenas. Los franciscanos protestaron ante la actitud del monarca (cabeza de la jerarquía), puesto que de ella derivaban los ejemplos y la transmisión (continuidad, traslación) de las virtudes, o los vicios, como se afirmaba en el árbol imperial de Llull:

En ningún fruto hay tan mal sabor ni olor como en el fruto del mal príncipe;...mas el fruto malo que es general a todo dona mal sabor y olor,... y de donde se siguen tantos males y tantas enfermedades contra tantas gentes y tantas santidades que son cosas que mucho valen....en cuanto que [el príncipe haga injurias , maldades y engaños a su gente, que tienen ojos por los que ven, oídos por los que escuchan los males que sienten, por eso no tienen paz ni buen regimiento ni buen ejemplo de su señor. Y en esta parte puede el hombre conocer que en ningún árbol hay tan mal fruto , tan peligroso, tan dañino, ni de donde venga tanto mal, como del mal príncipe.[104]

            De esta manera, el deseo de vivir una experiencia espiritual se veía coartado,[105] puesto que el deseo se encontraba estrechamente relacionado con la alteridad, que en este caso era la persona del indígena. La anulación de éste tenía una correlación directa con el incumplimiento de la jerarquía con respecto al código ético-cristiano que tenía como objetivo fundamental llevar a cabo la conversión espiritual. Esta sólo admitía, como categorías válidas para su realización, la paz y la armonía en el contexto de la caridad humana.

            El apartarse de la finalidad evangelizadora, conllevará al colapso de los reinos, que en este sentido se articula primeramente en la advertencia y ya en un grado mayor, en una denuncia profética de tintes apocalípticos.Así sucede en Motolinía, quien en una carta dirigida a Carlos V (Tlaxcala, 1555), le recordaba al monarca con tono admonitorio:

Mas es de notar que el profeta Daniel dice en el mismo capítulo: que Dios muda los tiempos y las edades y pasa los reinos de un señorío a otro, y esto por los pecados, segun paresce en el reino de los Cananeos, que los pasó Dios en los hijos de Israel con grandísimos castigos, y el reino de Judea, por el pecado y muerte del Hijo de Dios, lo pasó a los romanos, y los imperios aquí dichos. Lo que yo a Vuestra Majestad suplico es el quinto reino de Jesucristo, significado por la piedra cortada del monte sin manos, que ha de henchir y ocupar toda la tierra, del cual reino Vuestra Majestad es el caudillo y capitán; que mande Vuestra Majestad poner toda diligencia, que sea posible, para que este reino se cumpla y ensanche, y se predique a estos infieles o a los más cercanos, especialmente a los de la Florida, que están aquí a la puerta.[106]

            El poder terrenal y espiritual se funde en la persona carismática del caudillo y del capitán que se personifica en la figura de vuestra majestad Carlos V.[107] El que mande vuestra majestad poner toda diligencia nos entrevee las categorías de deseo por defender y la obligación de hacer prevalecer el proyecto de ensanchar el reino de Dios que se llevaba a cabo a través de la predicación de los infieles. Esto es, defender el reino contra las fuerzas destructivas del orden, que de lo contrario instalan un modelo de discontinuidad: muda los tiempos y las edades y se pasa los reinos de un señorío. Se nota el sentido apocalíptico: la concepción del nuevo orden no se desarrolla de una manera orgánica a partir de las relaciones vigentes en la actual creación, sino por toda una realización de catástrofes, que irrumpen e inauguran un nuevo orden de las cosas.[108]La causa directa de esa mudanza la constituyen los pecados en que incide la cabeza de la jerarquía, por lo cual perecen los reinos y son castigados

y en esta parte puede el hombre conocer como grande es el error del mal príncipe que proviene de su vicio y su pecado, que no tienen ninguna entidad real ni concordancia con su grandeza y su ser. [109]

            Los pecados no serán más que el alejamiento del modelo virtuoso a cumplir que exigen las jerarquías, es decir, la corrupción de los valores cristianos de aquéllos que deben de resguardar la armonía en la sociedad cristiana.

Todos saben que el oficio del rey es muy peligroso, y lleno de gran trabajo. Es peligroso, porque por los pecados del rey se debe a que Dios a mandado a la tierra hambre y enfermedades, y guerras y muertes.[110]

            El pecado se identificará con la avaricia provocada por las riquezas, y su resultado con la exterminación de la presencia indígena que, en sí, era la que le daba sentido a toda la empresa de misión espiritual franciscana. Al desvanecerse el indígena, que es lo otro, lo diferente, se desvanecía con él, el reino de Dios sobre la tierra.

Si Dios nos sufre a los españoles en esta tierra, es por el ejercicio que hay de la doctrina y el aprovechamiento espiritual de los indios, y que faltando esto todo faltaría y se acabaría. Porque fuera de esa negociación de las ánimas (para lo cual quiso Dios descubrirnos esta tierra), todo lo demás es cobdicia pestilencial y miseria de mal mundo.[111]

            En este sentido, la denuncia de la esclavitud, la violencia y el uso de las armas hacia los conquistadores representa, por tal, una severa crítica del pensamiento franciscano que acaba señalando la falta del cumplimiento ético cristiano del aparato de poder.

Puesto que el uso de las armas está en contra de la voluntad de Dios, quien no permite que se hagan esclavos a los libres, aún cuando dicho servicio vaya también para la autoridad real. [112]

b) Regeneración: esperanza y providencia.

            La destrucción de la Iglesia Indiana que se le imputa a la Corona, es expresión de un hecho innegable: la negación del otro, el no reconocimiento de su entidad, cuya consecuencia inmediata es la destrucción.

            Sin embargo, la crítica franciscana no resulta ser infértil, improductiva: a partir del señalamiento de la destrucción, se abre la posibilidad de una reconstrucción. Esta se proyecta hacia el futuro, ya que la crítica de las diversas figuras que adopta el presente esconde una auténtica esperanza: [113] la alternativa se formula a partir de la aceptación del otro en el proceso de la experiencia amorosa. En este sentido, queda claro que sólo el mantenimiento responsable del derecho a la diferencia promociona un verdadero crecimiento armónico.[114] Al darse este verdadero intercambio complementario con los otros, se evita la beligerancia, puesto que se practica la tolerancia, que trae el establecimiento de la paz, donde se puede amar a Dios:

El fruto del árbol imperial es la paz de las gentes, puesto que en la paz pueden recordar a Dios, entenderlo y amarlo, honrar y servirlo; puesto que las gentes que están en guerra y en trabajo los unos contra los otros, no están en disposición de amar a Dios, honrarlo y servirlo, y también que no pueden tener caridad consigo mismos ni con los otros, puesto que tanto están ocupados en sus trabajos y las guerras de las tierras.[115]

            A través de la constante transmisión de la retórica visual y verbal de las jerarquías, los franciscanos pugnaron por superar las condiciones de la realidad catastrófica,[116] abriendo así la esperanza de una regeneración mediante el señalamiento del error y su reparo. Esta “alternativa” no se formuló en clave utópica, sino por medio de la apocalíptica y la escatología que entrañaban una vivencia de la realidad vista bajo la interpretación teológica de la historia. [117] Las categorías de escatología y apocalipsis ofrecían una solución a la incongruencia y al caos del presente, para que se lograse restablecer la armonía perfecta y la conjunción orgánica del nuevo orden cósmico instaurado por Dios.

            En este sentido, el hincapié en hacer responsable a la Corona de la depredación en tierras americanas, nos hace entender el inmenso papel que la iconografía jerárquica jugó como reguladora de las relaciones entre mundo, hombre y Dios, durante la producción cultural del siglo XVI. Son expresión de la armonía, y de la concordia, valores que el pensamiento renacentista propagó ampliamente, potenciados a través de la espiritualidad franciscana.

VI. Consideraciones finales.

            A través de la imagen jerárquica que adopta la forma de árbol genealógico llegamos, poco a poco, a la conclusión de que los misioneros proponían convertir a los indios mediante un proceso de transculturación:[118]la sabiduría franciscana dosificó correctamente la continuidad y discontinuidad, puesto que la experiencia religiosa con los indígenas sólo podía darse reconociéndolo en el marco simbólico y sociocultural de su antigua cultura.[119]La jerarquías como modelos heredados en la tradición franciscana y las variantes iconográficas que sufren de acuerdo a la nueva realidad americana, son expresión de ello.

            Además, gracias a ellas, los franciscanos ejercieron la crítica: advirtieron al rey y a sus órganos (miembros), de que no estaban actuando de acuerdo al fin espiritual de evangelización. Este hecho puede ser leído como una protesta rebelde que nos habla de la conciencia franciscana de actuar en función del otro, del indígena al que se le reconoce y se le defiende, y que por lo tanto, reclama un lugar en la historia. Nada menos y nada más se le incluye en la representación plástica como base del tronco de la jerarquía imperial. Al reclamarle un lugar, implícitamente se entiende la afirmación del otro mundo, a través de cuyas características y gracias a ellas, la esperanza del “cumplimiento de un reino espiritual es posible.”[120]

            Si bien, la conquista representó una catástrofe colectiva para la sociedad prehispánica, debemos de rescatar ciertos aspectos dentro del plano de la evangelización que nos salvaron de que fuese la extinción total de una cultura. Esta sobrevivió como tal, gracias a la emergencia de nuevos símbolos religiosos, y a una constante reinterpretación de los modelos heredados por los franciscanos.

            Que el proyecto franciscano se haya visto sometido a un proceso de agonía por parte de los intereses de la Corona española y el poder religioso secular, no debe demeritarle lo que fue el impulso de una espiritualidad franciscana que luchó, dentro de sus párametros de cosmovisión, por establecer una sociedad armónica con los indígenas. Si bien es cierto, que se introdujo el cristianismo como verdadera religión, no habría que ser tan categóricos y calificarlo como una mera imposición. Las imposiciones son estériles, no dan frutos, porque no promueven el crecimiento en el mutuo intercambio. La experiencia amorosa seráfica hacia el otro, hizo posible religar el pasado (bagaje cultural franciscano) con el presente (realidad americana del indígena), al aceptarlo e integrarlo. Así lo proyectó hacia el futuro con una nueva identidad cultural, a través de la imagen jerárquica que, aún hoy en día, nos sorprende: ella simboliza aquella vasija, estrellada contra el suelo, rota en mil pedacitos, recogidos e incorporados a la nueva arcilla por el joven alfarero.



[1]Agradezco el apoyo financiero de la Konrad Adenauer Stiftung que me permite actualmente realizar estudios de doctorado en el Raimundus-Lullus-Institut de la Albert-Ludwigs-Universität de Freiburg, Alemania. Quedo en deuda con los miembros de dicho instituto y en especial con la siempre valiosa ayuda intelectual del Dr. Fernando Domínguez-Reboiras, quien ha contribuido enormemente a la difusión de la obra y del pensamiento de Ramon Llull. [2] Los misioneros franciscanos utilizaron las técnicas indígenas de construcción y trabajo manual en la erección de conventos. Asimismo, fundaron la escuela de San José de los Naturales, donde los indígenas tlacuillos se adiestraron en el trabajo de las artes mecánicas. Ver George Kubler, Mexican architecture of the sixteenth century, 2 vols., Yale, Greenwood Press Publishers, 1948, pp. 153-186. [3] La sorpresa produce admiración que se entiende como la consideración de alguna cosa inesperada, extraordinaria, ante cuya contemplación se produce placer. En el caso me refiero a un placer estético que se desprende de la obra artística. Cfr. Diccionario ideológico de la lengua española, (ed. J. Casares), Barcelona, Gustavo Gili, 1957, p. 990. [4] Los franciscanos poseyeron una percepción espiritual de la historia en donde la visión apocalíptica, no fue  de instrucción moral como en San Agustín, sino que se convirtió en un libro profético, en el que el Espíritu Santo se convirtió en el guía de la Nueva Edad. Cfr. Lluís Duch, La memòria dels Sants, Barcelona, Publicacions de L’Abadia de Montserrat, 1992, p. 307. [5]No hay que olvidar el tono de la Instrucción a los doce, discurso que el General de la Orden Franciscana, Francisco de Quiñones pronunció en el Capítulo General de Carpi  el 4 de octubre de 1523, ante los franciscanos que marcharon al Nuevo Mundo.  Se le ha calificado al discurso como apocalíptico, lleno de esperanzas mesiánicas de conversión y profetismo, categorías bajo las cuales se erigiría la nova ecclesia americana según el modelo de la Iglesia primitiva. Cfr. el discurso en Auch wir sind   Menschen so wie Ihr: franziskanische Dokumente des 16. Jahhunderts  zur Eroberung Mexikos, ed. Horst von der Bey, Padborn, 1995, pp. 22-26.                                                     . [6] Para la historia de los movimientos que realizaron los mendicantes, ver MarjorieReeves, Prophecy in the later Middle Ages, Oxford, Clarendon Press, 1969, pp. 135-292. Los libros proféticos más conocidos que trataban sobre el período del Anticristo y la posterior restauración del reino de Dios por un Papa Angélico, fueron los Vaticinia de summis Pontificibus (1294-1305), el Libellus de Telesforo da Cosenza (siglo XIV), y el  De mago schismate de Antonio Baldana. [7] Las obras y los personajes pereseguidos en Paola Guerrini, Propaganda e Profezie figurate nel tardo medioevo, Napoli, Liguori, 1977. [8] Para la reforma del franciscanismo español, ver Historia de la Iglesia Católica, vol. III, (ed. Ricardo García Villoslada y Bernardino Llorca), 2 ed., Madrid, BAC, 1967, pp. 542-544; y en general ver Reeves, Prophecy..., cf. not. 6, pp. 229-241. [9] Ver para la transmisión de la tradición  profética medieval al Renacimiento, Cesare Vasoli,  Profezia e ragione. Studi sulla cultura del Cinquecento e del Seicento, Napoli, Morano, 1974. [10] Milenarismo se da como un movimiento en torno a un reino perfecto instaurado una edad futura, donde todos los errores son corregidos. El milenarismo se ocupa de transformar el mundo profano, pero sus medios para conseguir dicha transformación son sagradas. Según  N.Cohen, posee un carácter colectivo porque afecta a todos los miembros del grupo, propone una disposición terrenal, tiene un tono de epifanía  junto con un carácter sobrenatural (no utópico, por lo tanto). Por esto, la histoira del cielo puede ser considerada como una redical alternativa en la cual reinan las relaciones humanas-divinas (igualdad, justicia, plenitud de todos los bienes) que serán la negación práctica de las formas y las relaciones que configuran la vida presente. Cfr. Duch, La memòria..., cf. not. 4, p. 304. El mesianismo se define como una rama de los movimientos milenaristas:  establece la venida de un redentor que pondrá punto final al orden actual de las cosas, ya sea de una manera universal, o ya sea por un grupo aliado. Se instaurará, así,  un orden nuevo en la justicia y la felicicdad. Los elementos que constituyen las bases del movimiento mesiánico son: colectividad descontenta, oprimida, la esperanza de la venida de un emisario divino que acabará con todos los sufrimientos de los individuos, la creencia en un paríso  sagrado y profano. Cfr. Duch, La memòria..., cf. not. 4, p. 292. Mientras la apocalíptica configura los proyectos a partir de una ordenación trascendental de la existencia, los mesiánicos ponen todas su espectativas en una persona carismática que actúa en este mundo; y la escatología se centra en el fin del mundo. Cfr. Duch,  La memòria..., cf. not. 4, p.305. [11] Ver F. Secret, “Paulus Angelus, descendant des Empereurs de Byzance et la Prophétie du Pape Angélique”, Rinascimento  13 (1962) 211-224. [12] Véase la obra de Lichtenberger, Pronosticatio, (1527), donde se predicen los diluvios en conjunción con las constelaciones astrales, plagas, el reino del Anticristo. Las catástrofes que anuncia Lichtenberger, plantean la posibilidad de un surgimiento del nuevo orden después de la destrucción. La obra tuvo 16 ediciones, cuatro de ellas durante el período de 1526-1535. Cfr. Dietrich Kurze, “Popular Astrology and Prophecy in the fifteenth and sixteenth centuries: Johannes Lichtenberger”, Astrologi Hallucinati. Stars and the End of the World in Luther’s Time, (ed. Paola Zambeli), Berlin, Walter de Gruyter, 1986, pp. 177-193. [13] La profecía circuló en manuscritos como De Angelico Pastore et eius bonitate et virtute et operibus sanctis qui apparebit finitis tribulationibus (s. XIV); literatura secundaria, ver H. Grundmann, “Die Papstprophetien des Mittelalters”, Archiv für Kulturgeschichte 19 (1929) 77-159; y especialmente para el período de Carlos V, y las profecías que lo consideraban el Emperador cristiano, Reeves, Prophecy..., cf. not. 6, pp. 359-374. [14] José María Pou y Martí, Visionarios, beguinos y fraticellos catalanes (siglos XIII-XV), Madrid, El Colegio Cardenal Cisneros, 1991. [15] Ibidem, pp.289-307 y  pp. 474-477. [16] Ibidem, pp. 416-445. [17] Ibidem, pp. 31-110. [18] Obras proféticas de Joaquín de Fiore,  Tractatus super Quatuor Evangelia, Expositio in Apcalypsim, Liber figurarum, el pseudo Super Hieremiam (1240); de discípulos como  Pedro Juan  Olivi, Lectura in Apocalypsim (1297), el Oraculum angelicum Cirilli (1290). Para un estudio detallado de sus obras, ver, Reeves, Prophecy..., cf. not. 6, pp. 511-524. [19]Cfr. Paola Zambelli, “Fine del mondo o inizio della propaganda?”, Scienze, credenze occulte, livelli di cultura, Convegno Internazionale di Studi -1980, (1982), pp. 291-367. [20] Ramon Llull (Palma de Mallorca, 1232-1316), senescal de Jaime II en 1257, sufrió una conversión en el Monte Randa (1272), donde Dios le reveló un ars (método) para convertir a los infieles al cristianismo. Realizó varios viajes a Medio Oriente y al Africa, con el propósito de predicar mediante su método. Redactó varias versiones de su ars: desde literarias hasta poéticas, místicas y científicas. Los principales elementos sobre los cuales funciona el ars son las dignidades divinas (atributos de Dios) los predicados (relaciones que se establecen entre los conceptos), sujetos (escala del ser) vicios y virtudes. Estos principios operan dentro de un arte combinatoria que funciona a través de diagramas y que tienen por objetivo final el  recordar, conocer y amar a Dios. Para el pensamiento de Llull ver Tomás y Joaquín Carreras y Artau,  Historia de la filosofía española de los siglos XIII al XV, 2 vols., Madrid, Asociación Hispánica, 1943. [21] Para el contexto en el que se difundió el lulismo, ver Francesco Santi, “Episodis del lul.lisme genovès a les acaballes del segle XIV: la confluència amb l’ockhamisme”, Randa  27 (1990) 57-69. [22] Sobre la formación del grupo y sus actividades espirituales, ver J. M. Pou y Martí, Visionarios..., cf. not. 14, pp. 111-206. [23] Para detectar las ideas que los beguinos tomaron de Llull, y la famosa condena que sufrieron por el inquisidor Eymeric quien no se cansó de perseguirlos y mandar varias obras de Llull al Indice, ver Jaume Puig  i Oliver, “ El procés dels lul.listes valencias contra Nicolau Eimeric en el marc del Cisma d’Occident,” Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura  56  (1980) pp. 319-443. [24] Cfr. F. Santi, “Episodis...”, cf. not. 21, pp. 59-60. [25] José García Oro, El cardenal Cisneros, 2 vols., BAC, Madrid, 1992, vol. 2, pp.3-504. [26] Ibidem, vol. 1, pp. 127-308. [27] “...El secretario Alonso de Proaza me embió su carta, y el traslado de los títulos y privilegios de aquella doctrina del Maestro Ramón Lull Doctor uluminadísimo, y he avido muy grande plazer de verlos, y de todo lo que sobre esto me escrive; porque de verdad yo tengo mucha afición a todas sus obras, porque son de mucha doctrina y provecho; y así crean que en cuanto yo pudiere las tengo de favorecer, y trabajar, como se publique y se lea por todos los estudios...” Cisneros a Proaza,  Alcalá a 8 de octubre de 1513, en   Jaime Cousturer, Disertaciones históricas del Beato Raymundo Lullio Doctor Iluminado y Mártir con un apéndiz de su vida, Mallorca, 1700, p. 364. [28] Estudio sobre el desarrollo de la mística, ver Melquíades Andrés, Historia de la  mística de la Edad de Oro en España y América, Madrid, BAC, 1994. [29] José García Oro, El cardenal..., cf. not. 25, vol. 2,  pp. 505-531. Para sus posteriores proyectos de misión apoyados por la corona, ver el de Orán, pp. 532-567 y hacia el mediteráneo, pp. 568- 590. [30]Ver la bula Exponi nobis fecisti , también conocida por la Omnimoda, expedida por el Papa Adriano VI el 9 de mayo de 1522, que le concede a los franciscanos la total organización de la Iglesia en tierras americanas. Ver el texto en Mendieta, Historia eclesiástica indiana, ed. J. García Icazbalceta, México, 1870, pp. 192-193; y la bula Alia felicis del 25 de abril de 1535 expedida por el Papa Leo X. El texto, igualmente, en Mendieta, Historia eclesiástica..., pp. 188-190. [31] Los proyectos de Cisneros para las indias, ver J. García Oro, El cardenal..., cf. not. 25, vol. 2, pp. 591-690. [32] En este sentido concuerdo con Lluís Duch, quien ha sugerido emplear mejor el vocablo de tendencias. Cfr. Duch, La memòria..., cf. not. 4, p. 292. [33] Ver la excelente introducción  de  Juana Mary Arcelus Ulibarrena en  J. M. Pou i Martí, Visioneros, beguinos, pp. 21-129; y F. Russo, “San Francesco e Franciscanii nella letteratura profetica gioachimita”, Miscellanea Francescana  14  (1946)  232-242. [34] Dentro de la plástica, el modelo  o imagen constituye una determinada forma de expresión que se hereda y se transmite a tarvés de la memoria colectiva. El historiador de arte, Aby Warburg, denominó estos modelos que contenían altos niveles de carga emotiva, engramas. Warburg realizó estudios sobre la restitución de gestos y expresiones corporales del arte clásico en la plástica renacentista. Creo que también los modelos literarios, no sólo los plásticos, pueden considerarse bajo esta concepción: son modelos que se retoman y se reutilizan según las necesidades del momento. Los escritos de Warburg y su pensamiento en Aby Warburg. Gesammelte Schriften und Würdigungen, ed. Gertrud Bing, 2 vols. Leipzig-Berlin, B.G. Teubner, 1932. [35] En este sentido, el engrama de Warburg, se define como una reinterpretación: “El símbolo o engrama es una carga de energía latente, pero sólo a través del contacto con la voluntad selectiva de una época se polariza en una de las interpretaciones de que es potencialmente capaz.” Aby Warburg, “Allgemeine Ideen”, Cuaderno de notas, (1927), p.20; cit. por Gombrich, Aby Warburg. Una biografía intelectual, Madrid, Alianza, 1972, p. 233. [36] El artista que utiliza los engramas, puede “recurrir a la energía total de estos símbolos ... puede utilizarlos en un contexto diferente, invertir su significado salvaje, original y, sin embargo, beneficiarse de su valor como fórmulas expresivas.” Aby Warburg, “Allgemeine Ideen”, Cuaderno de notas, (1927), p. 20, cit. por Gombrich, Aby Warburg... , cf. not. 35, p. 232. [37]En este sentido, la conciencia hereda las impresiones grabadas en la mente (engramas),  que se transmiten como una experiencia conformada por tensiones de energía. El conferir una orientación nueva a estas energías, segúna la contexto al que responden, desemboca en una reinterpretación y reactualización del modelo. Cfr. Warburg, Publicación, VII, 1929, cit. por Gombrich, Aby Warburg..., cf. not. 35, p. 255. [38] “Tradicionalmente, por las corrientes espirituales franciscanas el deseo de eternidad  ha permitido tomar conciencia de la unificación de todos los designios en unos proyectos humanos concretos, configurados por el amor.” Duch, La memòria..., cf. not. 4, p.282. [39] Una de tantas características que los franciscanos tomarán como factor de reconocimiento, será la pobreza indígena en la que verán una identificación: la pobreza evangélica como modelo recurrente de memoria se actualiza al emparentarse con la “pobreza” de la vida austera indígena. Para el tema de la pobreza evangélica, ver Gustavo Gutiérrez, Essential Writings, ed., John B. Nickoloff, New York, Orbis Books, 1996, pp. 143-145 y 293- 296. [40] Duch, La memòria..., cf. not. 4, p. 281. [41] Ibidem, p. 282. [42] “The full significance of God’s action in history is understood only when it is put in its escathological perspective; similarly, the revelation of the final meaning of history gives value to the present.” Gustavo Gutiérrez, Essential Writings, p. 88. [43]Fray Juan de Zumárrraga, carta al emperador Carlos V, (Huexotzingo, 6 mayo, 1533), en Auch wir sind   Menschen..., p. 47. [44]Fray Diego de Valadés, Rhetorica Christiana, ed. Esteban Palomera, Alfonso Castro Pallares, trad. Tarcisio Herrera Zapién, et al.), México, FCE, 1989; Francisco de la Maza, “Fray Diego Valadés, escritor y grabador franciscano del siglo XVI”,  Obra Escogida, pról. Elisa Varagaslugo, México, UNAM, 1992, pp. 97-160. [45] “Huius operis scopus erit, ut voces Dei simus, organa divinae bonitates et tubae Christi. Et ad id facilius exequendum totam memoriae artificialis artem tam diu ab omnibus concupitam quam facillime aperiemus.”  Fray Diego de Valadés, Rhetorica Christiana, praefatio ad lectorem, sig. b 2v. [46]Ibidem, pars secunda, caps. XXIV-XXVII, pp. 87-92.

[47] “Itaque dicimus  necessaria esse loca et imagines necessarias: ut illa papyri gerant officium, hae vero scripturarum: quatenus cupiens alicuius meminisse eius imagines locis in debita disposotione ordine et collatione coaptet. Per imagines itaque locis impressas in locatorum devenimus cognitionem: quibus adiuta memoria rite exolvit officium.” Ibidem, pars secunda, cap. XXVII, p. 95.

“Per imagines itaque locis impressas in locatorum devenimus cognitionem: quibus adiuta memoria rite extoluit officium.” Ibidem, pars secunda, cap. XXVII, p. 95. [48]“Hinc veri religiosi in sacris concionibus quas apud Indigentes habent, ad intillandum illis perfectius, et manifestius doctrinam divinam.” Ibidem, pars secunda, cap. XXVII, p. 95. [49]En ellos cabe contemplar, no solamente la palabra, los textos, sino la danza, el ornato, el vestido, la comida, los monumentos, las imágenes, etc. Jan Assman, Das kulturelle Gedächtnis, München, Beck, 1999, p.139. [50] Kubler, Mexican architecture..., vol. II, p. 326-327;  el estudio de R. García Granados, “Capillas de indios en Nueva España”, Archivo español de arte y arqueología 31 (1935) 1-27. [51] “N. Hic per figuras et formas intextas amplissimis peristromatis convenientissima dispositione illis inculcatur doctrina Christiana, initio ducto, ab articulis fidei, decem praeceptis domini, et peccatis mortalibus idque magna solertia, et solicitudine sit et in sacris concionibus ex illis perpetuo aliquid recolitur. Extenduntur autem ista aulea in facellis, et ipsis demonstrantur, quo facto illi ipsi proprius accedunt et penitius introspiciunt, atuqe ita facilius haeret in eorum memoria, tum propter literarum paenuriam, tum quod ipsi eo docendi genere capiuntur.” Fray Diego de Valadés, Rhetorica Christiana, pars quarta, de indorum, p. 221. [52] De igual manera, muchas capillas no solamente tenían una función religiosa, sino que también se le contemplaba como un espacio  donde se realizaban funciones educaionales, fiscales y sociales. Cfr. Kubler, Mexican architecture..., cf. not. 2, vol. II, p.327. [53] Datos sobre este  etablecimiento franciscano en Kubler, Mexican architecture..., cf. not. 2, vol. 1, pp.481-482. [54] Fray Toribio Benavente, Historia de los indios de la Nueva España, ed. Claudio Esteva, Madrid, Historia 16, 1985, trat. I, cap. 15, 149 , pp. 64-65. [55] Las otras imágenes descritas por Motolinía son de vital importancia, sin embargo en este ensayo tomaré como referente de análisis la “jerarquía imperial”. [56] Ver para las características de este lulismo, Michela Pereira, “Bernardo Lavinheta e la diffusione del Llullismo a Parigi nei primi anni del ‘500”, Interpres, Rivista di Studi Quattrocenteschii  5  (1984) 242-265. [57] Ramon Llull, Arbre de Sciencia, ORL (= Obras de Ramon Llull, Palma de Mallorca, 1906- 1950), vol. XI, 1917 y vol. XII, 1923. [58] Ver Joseph M. Victor, “The Revival of Lullism at Paris, 1499-1516”, Renaissance Quaterly, 28 (1975) 504-534. [59] Ramon Lull,  “Arbre imperial”, Arbre de Sciència, (ORL, vol. XI, pp. 303-331)  y “Arbre apostolical”, Arbre de Sciència (ORL, vol. XII, pp. 4-106.) [60]“E per açò es molt necessari a príncep haver bon consell per bontat, e gran per granea, e durable per duració, e poderós per poder, e savi per saviesa, e caritatiu per caritat, e virtuós per virtut, e ver per veritat,...; e per aytal consell fa bon príncep bon regiment.” Ramon Llull,  Arbre de Sciència, cap. III, 4  (ORL, vol. XI, p. 310-311.) [61]“Les rayls del Arbre imperial son bonees granees duracions, poders saviees volentats, virtuts, veritats delectacions concordances començaments e fins majoritats egualtats e menoritats.”  Ibidem, cap. I, 1  (ORL, vol. XI, p. 304.) [62] “Les branques del Arbre imperial son x: la primera es barons, axó com comtes ducs marqueses vescomtes varnassors. La segona es los cavallers de un escut, terça es burgeses, quarta es consell, quinta es procuradors, vi es jutjes, vii es avocats, viii es sags, ix savi confessor, x enqueridors. E totes aquestes branques deven esser habituades e vestides de les premieres branques del Arbre moral.” Ibidem, cap. III, 1  (ORL, vol. XI, p. 307.) [63]“A príncep se cové consell de bones persones; e en son consell deven esser barons cavallers burgeses e alcuns homens qui sien de poble, e encara hi cové esser aquell qui es son confessor. Covenen hia esser barons per ço car son parts de son regiment, e açò metex de cavallers e de burgeses e dels homens del poble qui saben los estaments de la ciutat; e açò metex del confessor del príncep, per ço quel rey lo tema en lo consell, e quel confessor lo reprena si fa contra son bon consell.” Ibidem, cap. III, 4  (ORL, vol. XI, p. 310-311.)

[64] “E per lo contrari son mals prínceps e mals regiments. e per açò pert lo príncep moltes vegades son principat, e estàn los seus en desonor e ells en ira e en tristor e ene perill de perdre l altre principat eviternal; per que fan mal aquells prínceps que giten de lur consell los homens nobles e savis e poderosos e virtuosos... lo qual vil consell es enfermetat del regne, e tenebres, e mala fama del príncep e treball del poble.”

Ibidem, cap. III,  4  (ORL, vol. XI, p. 310-311.) [65] Lamentablemente no se conservan las pinturas murales del convento de Tlaxcala, por lo que no sabemos si la representación que describe Motolinía era igual a la que reprodujo Valadés en su tratado. No hay que olvidar que Valadés fue guardián del convento de Tlaxcala en 1549, por lo que muy probablemente se basó en la imagen de Tlaxcala para hacer su grabado. [66] Ver grabado en Fray Diego de Valadés, Rhetorica Christiana, pars quarta, cap. X entre pp. 180-181. [67] “Hanc constitutam poenam Imperatoris a regio praeceptis non obedientibus.” Ibidem, pars quarta, cap. X entre pp. 180-181. [68] Ibidem, pars quarta, cap. X, pp.181-182. [69]La misma idea de la república orgánica, donde el rey funciona como la cabeza del cuerpo, cfr. Fray Juan de Zumárraga OFM y otros franciscanos, Carta del obispo de México al Emperador Carlos V sobre las relaciones entre los españoles y la nación indígena (México, 4 de Octubre de 1543), en  Auch wir sind..., cf. not. 5, pp. 137-138. [70] Louise Burkhardt, The slippery earth, Tucson, University of Arizona Press, 1989, p. 27. [71] Ibidem, p.12. [72]La representación de la caridad, desde tradición medieval es una mujer amamantando a sus hijos. Christliche Ikonographie, (ed. H. Sachs, E. Badstübner), München, Koehler Amelang, 1988, p. 78 y pp. 350-2. [73]La palabra en náhuatl, tlatlacolli, al significar destrucción se emparentó con el pecado cristiano . Burkhardt, The slippery..., cf. not. 70, p.29. [74] La cosmovisión indígena englobaba el balance entre orden y caos. Los sacrificios eran expresión de esa preocupación por mantener una continuidad estable que evitara el colapso del mundo. En este sentido los franciscanos insistieron en las categorías de “bueno” y “malo” que terminaron expresando en los términos de orden y desorden.”  L. Buckhardt, The slippery..., cf. not. 70, p. 38. [75] Si bien la tradición del buen gobierno se remonta hasta la literatura medieval conocida como “espejo de príncipes”, me inclino a pensar que el modelo jerarquía-árbol  llega la Nuevo Mundo a través de la literatura luliana por el lulismo que va a presentarse en algunos franciscanos de la Nueva España. Ver para el tema, W. Berges, Fürstenspiegel des hohen und späten Mittelalters, Leipzig, 1938. [76] Ll. Duch, La memòria..., cf. not. 4, p. 269. [77] Ibidem, p. 269. [78] Fray Toribio Benavente y Motolinía, Historia de los Indios de la Nueva España (ed. Claudio Esteva), Madrid, Historia 16, 1985, carta proemial, p. 51. [79] Ibidem, carta proemial, p. 52. [80] Ibidem, carta proemial, p. 52. [81] Por lo general, toda crónica se remite al pasado tomándolo como  punto culminante, a la vez que asegura la pervivencia en un tiempo futuro. Entre ambos polos, pasado y futuro, se construye un vínculo que dentro de la crónica se expresa mediante conceptos tales como “origen”  y “memoria”. El primer término hace referencia a la “autentificación, certificación”, mientras que el segundo asegura la perpetuidad de una determinada tradición. Cfr. Aleida Assman, Zeit und Tradition: Kultureller Strategien der Dauer, Köln, Böhlau, 1999,  p.102. [82] Ibidem, p.100. [83] Lucas Wadding,  Annales Minorum, vol. 13, Quaracchi, 1931, p.508. [84] “El convento de San Francisco, de la villa de Benavente es uno de los más antiguos que tiene esta santa provincia de Santiago, por cuanto su primera fundación, según consta por las escrituras de que la Crónica antigua y latina hace memoria, fue en el año del Señor de 1270, y en el de 1500 le mandaron reedificar con suntuosos edificos los señores ilustrísismos condes de la dicha villa, particularmente los señores ilustrísimos condes de la dicha villa, particularmente el señor ilustrísimo conde don Alfonso Pimentel cuyo cuerpo y los de sus antepasados y sucesores tienen y ternán, para siempre que durare el mundo, en la capilla mayor del dicho convento, sus entierros, como verdaderos y perpetuos patrones, cuya devoción está tan manifiesta, no sólo en este convento, mas en toda la provincia por las muchas y grandiosas limosnas que los religiosos de nuestra seráfica religión recibieron y reciben siempre, que no sólo se les deba el título de patronos deste convento, mas también de toda la provincia.” Crónica de la Provincia Franciscana de Santiago, 1214-1614, ed. Manuel de Castro, Madrid, Archivo Iberoamericano, 1971, cap. XXI, fol.54v. [85]Ibidem, cap. XXI, fol.54v. [86] Motolinía, Historia de los Indios..., cf. not. 78, carta proemial, p. 52. [87] La transmisión de la generación desde la edad más antigua, hasta el ininterrumpido seguimiento de las generaciones. Cfr. A. Assmann, Zeit und Tradition..., cf. not. 81, p.102. [88] Motolinía, Historia de los Indios...,cf. not. 78, carta proemial, pp. 51-52. [89] A. Assmann, Zeit und Tradition..., cf. not. 81, p. 112. Continuidad que se deja ver en la figura arbórea en la que se ordenan las jerarquías. [90] “Denk-und Legitimationsfigur; es geht um die Kontinuierung imperiales Zeitkonstruktion mit den Mitteln der epochalen Reichsübertragung.”Ibidem, p.11. [91]Motolinía, Historia de los Indios..., cf. not. 78, carta proemial, p. 51. [92]Sabemos que durante la revuelta de los Comuneros, el condado de Benavente finalmente se inclinó a respaldar al emperador Carlos V. Cfr. Luis M. Fernández, El movimiento Comunero en los Pueblos de Tierra de campos, León, Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1979, pp. 266-350. [93] “Los intereses de la gente noble, se dirigieron a fortalecer y prevalecer un modelo ético donde la moral cristiana debía de ser la vena principal que los nutriera. Su función era entonces la de “proteger” los intereres espirituales de la cristiandad, por lo que guardaron una temática religiosa en común con los grupos franciscanos, que se preocuparon por establecer contacto con el estamento popular y el de la nobleza de la  comunidad medieval.” Isabel Beceiro, “La biblioteca del Conde de Benavente”, En la España Medieval, Madrid, Universidad Complutense, 1982, vol. II, pp. 135-145, p. 144. [94] Motolinía, Historia de los Indios..., cf. not. 78, cap. XV, 159, p.136. [95] Ibidem, cap. XV, 160, p. 136. [96]Ibidem, cap. XV, 178, p. 142. [97] “Lo tronc del Arbre imperial... significa la persona  comuna  del príncep; en lo qual comú regiment estàn disposts e en potencia los particulars regiments dels homens estants es castells viles e ciutats, los quals regiments venen en actu per lo príncep si usa de la sua general bontat e de la sua general granea, e enaxí de les altres formes comunes montiplicades de les rayls del arbre.”Arbre de Sciència, cap. II, 1 (ORL, vol. XI, p. 306.) [98] Ver el catálogo en I. Beceiro, “Los libros que pertenecieron a los Condes de Benavente, entre 1434 y 1530”, Hispania 154 (1983) 237-280, pp. 261-280. Beceiro opina que: “en definitiva, tanto o  más importante que la presencia de una determinada obra en la biblioteca del conde de Benavente es la consideración de las posibilidades de lectura que podían existir en la primera mitad del siglo XV, y de su difusión en las élites laicas y eclesiásticas a lo largo de toda la centuria.” Ibidem,  p.267. [99] Ver A. Milhou, “De la déstruction de l’Espagne a la déstruction des Indes: histoire sacrée et combats idéologiques,” Ètudes sur l’impact culturel du Nouveau Monde, vol. III, Paris, 1983, pp.11-54. [100] Entre epidemias y mal trato a los indígenas hubo un  decrecimiento demográfico notable: en 1519 de 25, 20 millones al año  1548 tan sólo quedaban 6, 30 millones. Duch, La memòria..., cf. not. 4, p.195. [101] Carta colectiva de los franciscanos  de México al emperador Carlos V (México, 31 de julio de 1533), en Mariano Cuevas, Documentos inéditos del siglo XVI para la historia de México, ed. Genaro García, México, 1975, p. 15. [102]  Ver J. García Icazbalceta, Cartas de religiosos, México, 1941; y en especial a lo largo de toda la obra de  Mendieta, Historia eclesiástica..., cf. not. 30. [103]El tono de protesta que erigió Zumárraga ante la Corona española en la Carta a Carlos V, el 17 de noviembre de 1532, en Auch wir...., p. 45. [104]“En negún fruyt no ha tanta de mala sabor ni odor com en lo fruyt de mal príncep; ...mas fruyt mal que sia general, a tuyt dona mala sabor e odor,... e don se seguexen tants de mals e tantes de malatíes, contra tantes gents e tantes sanitats qui son coses qui molt valen... en quant fa injuries e malvestats e engans a les sues gents, qui han ulls ab que veen e orelles ab que oen los mals que senten, per ço car no han pau ni bon regiment ni bon exempli de lur senyor. E en aquest pas pot hom conèxer que no es negún arbre qui faça tant mal fruyt, tant perillós, tant damnós, ni don venga tant de mal, com d arbre de mal príncep.” Ramon Lull, Arbre de Sciencia, cap. VII,  3  (ORL, vol. XI, pp. 330-331.) [105]Duch, La memòria..., cf. not. 4, p. 277. [106] Carta de Motolinía al Emperador Carlos V, Tlaxcala, 2 de enero de 1555, en I. Pérez-Fernández, Fray Toribio Motolinía, O.F.M., frente a Fray Bartolomé de las Casas, O.P, estudio y edición crítica de la Carta de Motolinía al Emperador, Salamanca, 1989,  p. 270. [107]Aleida Assmann, Zeit und Tradition..., cf. not. 81, pp. 26-7. [108]Ibidem, p. 290. [109] “E en aquest pas pot hom conèxer còm gran es lo falliment del mal príncep quil seu vici e peccat, qui no ha neguna entitat real ni concordança ab granea e ab esser.”Arbre de Sciencia, cap. I, 4  (ORL, vol. XI, p. 305.) [110]“Tots sapiats que ofici de rei és molt perillós, e és de gran treball. Perillós és, car per los pecats del rei s’esdevé moltes vegades que Déus tramet en terra fam, e malauties, e mort, e guerres.” Ramon Llull, Libre de Meravelles, lib. VII, cap. XXXVIII OS (=Obres selectes de Ramon Llull (1232-1316), Antoni Bonner, 2 vols., Mallorca, Moll, 1989) vol. II,  pp. 129-130. [111]Mendieta, Historia eclesiástica..., cf. not. 30, lib. IV, cap. XI, p. 399. [112] Carta de los franciscanos a Carlos V contra la esclavitud de los indígenas, México, 31 de Julio de 1533, Auch wir sind..., cf. not. 5, p. 127. [113] Duch, La memòria..., cf. not. 4, p. 282 . [114] Ibidem, p. 44. [115]“Lo fruyt del arbre emperial es pau de gents, per ço que en pau pusquen estar, e Deus membrar, entendre  e amr, honrar e servir; car gents qui sien en guerra e en treball los uns contra los altres, no son en disposició com Deus pusquen molt amar honrar e servir, e encara quels uns no poden haver caritat a sí metexs ni als altres, tant son occupats per los treballs e les guerres de les terres.“ Ramon Llull, Arbre de Sciència, cap. I, VII  (ORL, vol. XI, p. 329.) [116] Duch lo califica como el  hinc et nunc, enemigo de las posibilidades que pueden devenir realidad. Duch, La memòria..., cf. not. 4, p.277. [117] Para entender el sentido de la utopía en su dimensión realizable, ver Jean Servier, Histoire de l’utopie, Paris, Gallimard, 1991,  pp. 321-367. [118] Es decir, bajo la línea de Warburg en cuanto a análisis de la imagen, que se pretende captar el espíritu de la época y su impacto sobre el estilo, comparando un mismo tema ssegún es tratado en distintos períodos y países.” Aby Warburg, “Schlussübung”, Cuadernos de notas, (1927-1928), cit. por Gombrich, Aby Warburg..., cf. not. 35, p. 250. [119] Duch, La memòria..., cf. not. 4, p.270.

[120]  Ibidem, p. 290.