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Al-Bayati y los Suspiros del Mar

 

Waleed Saleh Alkhalifa
(Universidad Autónoma de Madrid)

 

No resulta nada fácil al hablar de la poesía de al-Bayati aportar algo nuevo, por la abundancia de estudios serios e investigaciones exhaustivas que abordan sus divanes con un detallado análisis. Pero afortunadamente la poesía de este poeta forma una serie de etapas que no han dejado de evolucionar, porque al-Bayati desde finales de los años cuarenta y hasta el día de hoy sigue experimentando las tendencias poéticas y renovando el ropaje de esta milenaria poesía árabe. Cada vez que publica un nuevo poemario, los críticos encuentran en él un avance, una superación de las etapas anteriores y un descubrimiento de nuevos horizontes que la poesía árabe hasta ese momento desconocía o, al menos, no había alcanzado sus fronteras. Más de un crítico encuentra en el manto de al-Bayati no un sólo poeta sino varios. En opinión de estos, cada grupo de sus divanes constituye un gran e independiente poeta, aunque siempre con un nexo común entre ellos.

 

Dentro de este criterio se puede encajar su último diván "El mar está lejos... le oigo suspirar", publicado por Al-Mu' assa al-' Arabiyya li-lDirasat wa-l-Nasr, Beirut, 1998. Este poemario incluye 25 poemas, 14 sin fecha y 11 fechados, el poema más antiguo es de finales del año 1995 y la gran mayoría de los que aparecen fechados son del 1997. Y a pesar de que las líneas y los temas de al-Bayati se cruzan profundamente, vemos que los poemas de este diván se concentran en torno a unos ejes concretos que el estudioso puede apreciar descubriendo sus límites y detalles.

El primer grupo contiene poemas de reflexión que parten desde una postura filosófica profunda. En este apartado podemos incluir los poemas: Sahwa al-haya ("El deseo de la vida"), al-Bahr ba'id... asma'uhu yatanahhad ("El mar está lejos... le oigo suspirar"), al-Ja'ina ("La traidora") y Dawla al-jadam ("El Gobierno de los servidores"). El autor insufla en estos poemas visiones filosóficas concretas y precisas basadas en un pensamiento inteligente y apoyado en experiencias vivas del hombre a lo largo del tiempo.

 

En su poema "El Deseo de la vida" podemos apreciar el interés del hombre por conservar la vida, a pesar de su crueldad y su dramatismo. Este sabor agridulce y el sentimiento contradictorio aceptación-rechazo, se encarna desde el primer verso, cuando dice:

 

"He muerto de la vida

pero

sigo siendo un niño hambriento

que llora.

Como un gusano que muerde una manzana

era la muerte..."

Este fuerte deseo de continuar la vida y apegarse a ella es patente a pesar de todo. Esta postura ha acompañado al hombre desde siempre y numerosos filósofos y poetas lo expresaron en sus obras. Muchos de nosotros conoce el verso de al-Ma' arri que dice:

 

"Amamos la vida por odio a la muerte

Y somos desafortunados por lo que amamos".

Se manifiestan en su poema "El mar está lejos..." sentimientos de perdición, ruina, peligro y locura. El personaje que crea la pluma del poeta aquí, se caracteriza por la solidaridad con los demás y por sus quejas del difícil momento que atraviesa, y por consiguiente ve en la rebeldía el único camino de salvación:

 

"...

Y yo entre Ma' arri al-Nu' man

y al-Du' ali al-Aswad

busco un manuscrito

no sé quién fue su autor

o quién lo perdió:

¿Sayf al-Dawla

o Kafur al-Ajsidi?

en un tiempo en el que nadie

llora por nadie

ni se rebela".

Su poema "La traidora" despierta en el lector muchas preguntas: ¿por qué esta traición, habiendo hecho los enamorados todo tipo de sacrificios? y ¿por qué este cambio, habiendo conseguido la amada el corazón de todos los poetas?. Hasta Kafur al-Ajsidi no vaciló en regalarle una doncella y un mozo. Y ¿cuál fue el resultado de todo esto?. La traidora:

 

"...

Volvió de su exilio llorando

en compañía de un jugador de circo

vendió todos los regalos de los enamorados

vendió la luna del exilio

y los vestidos de la boda".

¿Se deberá a la naturaleza variable e inestable del ser humano?. O ¿se trata solamente de la postura de esta amada que traslada su corazón de un enamorado a otro y que no ve ningún impedimiento en cambiar a "Eliot" y "Whitman" por un jugador de circo?. Quizá sea el extraño destino que observa desde lejos a los enamorados burlándose de ellos. ¡Quizás!

 

El poema "El Gobierno de los servidores", extremadamente concentrado, viene a lanzar una máxima por boca de al-Nawasi, en su opinión, las cosas se han entremezclado e igualado, dice:

 

"Me dijo al-Nawasi: en el gobierno de los servidores

se igualan en su infierno

el rey de los pájaros

y los servidores".

El segundo grupo de poemas de este diván que abarca gran parte del libro, podemos clasificarlos bajo el nombre de "poema-personaje-máscara". En estos poemas el autor trata personajes del pensamiento árabe y occidental, antiguo y moderno. A al-Bayati le apasiona utilizar personajes históricos y tradicionales, convirtiéndolos en elementos básicos para promover y desarrollar el poema . Ellos son, en realidad, el factor dramático en la composición poética que enriquece la acción y se comunica con el lector, construyendo así un puente para transmitir la idea que encierra el poema.

 

Los poemas de este grupo, aparte de lo dicho anteriormente, se caracterizan por el uso del estilo narrativo en su evolución. Incluye poemas como: Ihtidar Abi Tammam ("La agonía de Abi Tammam"), Al-Qutb wa-l-murid ("El Sufí y el discípulo"), Martiyya ilà Brodiski ("Elegía a Brodiski"), Al-'Abbas b. al-Ahnaf, Al-hubb al-mustahil ("Al-'Abbas b. al-Ahnaf, el amor imposible"), Ilà al-Yawahiri al-ladi rahala fi 'id miladihi ("A al-Yawahiri que abandonó en su cumplea-ños"), Ilà Nayib Mahfuz ("A Nayib Mahfuz"), Martiyya ilà Muhammad Samsi ("Elegía a Muhammad Samsi"), Min i' tirafat Abi Nuwas ("De las confesiones de Abi Nuwas") y Wasf 'Umar al-Jayyam ("Descripción de 'Umar al-Jayyam").

 

En su poema "La agonía de Abi Tammam" encontramos el exilio del pensador y el poeta, aun estando entre su gente y sus allegados. Vivimos la agonía de Abi Tammam que sufrió tanto por la dificultad que encontró en comunicarse con sus conciudadanos. El fue el poeta que padeció de la mentalidad de los tradicionalistas. Acordémonos de las palabras de aquel oyente que estaba escuchando a Abi Tammam cuando éste estaba recitando un poema y aquél le dijo: ¿"por qué no dices lo que se entienda"? y como Abi Tammam le contestó sin vacilar y al instante: ¿"por qué no entiendes lo que se dice?". El fallo, como se puede apreciar, no estaba en el poeta sino en la propia sociedad, cristalizada e inmóvil que ama la tradición y odia la renovación. Así que Abi Tammam fue como "el agua y el viento que no paraba en ninguna tierra", buscando algún lugar para establecerse, pero no cosechó sino el fracaso:

 

"¿Acaso soy el cartero

o el perseguido de un tiempo moribundo?

Cuyo historiador

se olvidó mi inquietud y mi espera

y el secreto de mi larga agonía".

De nuevo al-Bayati expone la experiencia sufí en su poema "El sufí y el discípulo". Esta vez viene de la mano de Al-Sayj 'Abd al-Qadir al-Kilani (m. 1166 d.C.), que es uno de los grandes sufíes y fundador de la tariqa al-qadiriyya. Su mausoleo se encuentra en Bab al-Sayj en el centro de Bagdad, donde nació al-Bayati y conoció de cerca los círculos sufíes y vió a menudo a harapientos y pobres deambulando alrededor de la tumba de este qutb (maestro sufí). En un tono narrativo espléndido y elegante al-Sayj al-Kilani cuenta a un desconocido visitante lo que le sucedió a su propio nieto en el exilio maltratado por las circunstancias, de modo que Bagdad, su ciudad, se convertió para él en un cementerio que tragó a sus seres más queridos. ¿Este nieto puede ser otro que no sea al-Bayati? Dice en este poema:

 

"...

El último día

besó las rejas de mi tumba

y dijo: ¡adiós, maestro!

y se fue

Bagdad ya no es sino

un cementerio para sus seres queridos

y un poema de amor perdido".

El poema "Elegía a Brodiski" que consta de tres partes, describe la muerte de este poeta ruso en el exilio. Al-Bayati expresa sus quejas por este destino negro que sigue afectando a numerosos intelectuales, pensadores y poetas en todo el mundo.

 

El espíritu de este personaje se encarna en un pájaro que un músico ciego, amigo del poeta, libera de su cautiverio. El pájaro se posa sobre la cabeza de la estatua de Pouchkine y luego se echa a volar. Y así Brodiski se comunica y se solidariza con el gran escritor ruso Pouchkine.

 

El personaje-máscara del poema "Al-'Abbas b. al-Ahnaf, el amor imposible" formado por tres partes también, es uno de los poetas amorosos más famosos de la época abbasí. Apenas se conoce otro tema que no sea el amoroso que haya tratado este poeta tan sensible y nato que sigue la escuela de 'Umar b. Abi Rabi'a. Pero el personaje de al-'Abbas b. al-Ahnaf en el poema de al-Bayati es contemporáneo completamente, en todos sus rasgos y movimientos, aunque se comunica con el personaje histórico. La versión contemporánea busca la alegría en un mundo vacío que carece hasta de la más mínima sonrisa. Desea bailar en una vida sumida en la tristeza y la muerte hasta el fondo:

 

"...

Ciertamente es Bagdad que se despierta de una muerte a otra

y de sus tabernas

sale el sepulturero,

los bandoleros y la sombra de los ladrones.

Y 'Abbas, pálido, les sigue

enciende el candil de la nostalgia

buscando en la copa por otra muchacha

¿No hay, acaso, algún baile en aquella larga noche?"

En otro poema titulado "A al-Yawahiri que abandanó en su cumpleaños", al-Bayati utiliza esta ocasión como excusa y pretexto para denunciar el mal comportamiento de las autoridades para con los pensadores de nuestro tiempo y para destacar el sufrimiento de este gran poeta, al-Yawahiri, que a pesar de todas las dificultades siguió durante casi un siglo como una montaña que no se inclinaba ante las más feroces tempestades. Las penas y el dolor de al-Yawahiri en su largo exilio se parece a los de al-Bayati y ambos se han convertido en símbolo de la lejanía y el destierro. Y ¿qué se sabe de la patria de al-Ya-wahiri que es la misma de al-Bayati?. Ella va de mal en peor, camina de una miseria a otra, de una oscuridad a otra. Hasta el Tigris que cantó al-Yawahiri desde su exilio desde hace casi medio siglo cuando dijo:

 

"Desde la lejanía saludo tu orilla ¡Oh Tigris!, dueño de los jardines.

Saludo sediento tu orilla, buscándote cual la búsqueda de las palomas entre el agua y el barro"

 

Este río, símbolo de la patria, tan añorado y tan querido, sigue en el poema de al-Bayati encerrado en su dolor y su tristeza. Dice al-Bayati:

 

"Tigris sigue como siempre fortificado con las ciudades de la miseria

de un mártir a otro que vieron desde su tumba tu estrella sangrando".

 

Tampoco olvida al-Bayati el papel político de al-Yawa-hiri. Y ¿cómo lo iba a olvidar habiendo participado éste en los cambios políticos de su país, Iraq, desde los años veinte hasta su muerte en el año 1997. No hay apenas entre los iraquíes, y diría más, entre gran parte de los árabes quienes no sepan de memoria un poema o más de este gran poeta árabe, en los que critica al colonialista e invita a la libertad y defiende los derechos humanos. Dice al-Bayati de él:

 

"Tu poesía era alimento y agua en nuestro Iraq encarcelado desde milenios.

Los tiranos se turnaron en exiliarlo entre el desconocido mañana y el ayer.

Se desplomaron y se devoraron y eran una señal de mal augurio.

¿Acaso han abandonado Iraq sus enamorados y se entristecieron las praderas de alegría?"

Además vemos que al-Bayati elegió la forma de la poesía clásica en la composición de su poema, siguiendo el metro sari', quizá como una especie de solidaridad con al-Yawahiri, uno de los grandes poetas árabes contemporáneos que conservó la tradición poética árabe tanto en su forma como en su estilo y lenguaje.

 

De los poemas importantes que pertenecen a este grupo destacamos "La descripción de 'Umar al-Jayyam". Sabemos que al-Bayati se inspiró en el personaje de al-Jayyam en más de un poema, además es el protagonista de su única obra de teatro titulada "Juicio en Nisapur". Este poeta, filósifo y científico persa es un buen ejemplo del pensador rebelde y revolucionario y es uno de los personajes preferidos de al-Bayati. En este poema al-Jayyam representa el espíritu de la poesía, es más, él es la poesía misma, porque recitaba algunos versos incluso antes "de ver la luz". Y los poemas estaban almacenados debajo de la tierra hasta que vino éste para sacarlos de sus entrañas. Quizás el resumen de la descripción del personaje lo veamos en la segunda parte del poema que consta de un solo verso y que dice:

 

"En su cara hay un jardín invisible y el orgullo del hombre, el niño".

 

El tercer grupo de poemas se caracteriza por su marcado componente de denuncia, aparte del factor de ironía y de su estilo directo. Abarca los siguiente títulos: ¿Man yamliku al-wa-tan? ("¿Quién posee la patria?"), al-Tinnin ("El dragón") y al-Kabus ("La pesadilla"). Los títulos aquí no son inocentes ni casuales, sino todo lo contrario, son muy indicativos y significativos.

Su poema "¿Quién posee la patria?", concentrado hasta el máximo, es un grito desgarrador que golpea las conciencias y tiene el efecto de una flecha mortal. La pregunta ¿quién posee la patria? es metafórica y no necesita ninguna respuesta, porque todos la saben, ya que la patria ya no está en manos de quien merezca confianza y tenga sentido de la responsabilidad, sino en manos de los ladrones y las bandas de criminales. Dice al-Bayati:

 

"¿Quién posee la patria?

¿el asesino a sueldo y el carcelero

señora mía

o el hombre de la lluvia?.

¿Nazik, al-Sayyab y al-Yawahiri?

¿o el hurtador del pan, la medicina y la patria?"

Y su poema "El dragón" es otro grito amargo con una visión más amplia e internacional. Consta de dos partes y representa en un estilo burlesco y mordaz como un dictador salvaje pretende ser la paloma de la paz y expresa su incapacidad hasta para matar un pájaro, aunque su realidad es totalmente distinta. No vacila en deformarlo y controlarlo todo a través de sus perros de caza. Ese dictador, lamentablemente, se encuentra en todos los lugares: en el café, en los locales de esparcimiento y en el mercado. No se limita a un sólo país porque ha podido anular a Neruda, G. Márquez y Amado y porque se reproduce desde el Caribe hasta la Muralla de China. Al-Bayati nos lo dibuja tremendamente, cuando dice:

 

"Llamó con el nombre de su excelencia todas las plazas

todos los ríos

y todas las cárceles de la vencida patria.

Quemó al último adivino que no se prosternó ante el ídolo adorado,

pretendiendo que la muerte es regalos y ofrendas.

Sus perros de guardia llenaron la Tierra de corrupción.

Robaron el sustento del pueblo,

violaron las diosas de la poesía,

las esposas de los hombres que murieron bajo tortura

y las muchachas y viudas de una guerra que perdieron,

huyeron como conejos en un campo de alfalfa.

Abandonaron los cadáveres de los muertos: obreros/

campesinos escritores/ artistas

y mozos de veinte años".

 

Y por último su poema "La pesadilla" que gira alrededor de "El pequeño hombre", título de un cuento corto del escritor iraquí 'Abd al-Malik Nuri. Este poema como los dos anteriores describe la fuerza del mal, la oscuridad y la denuncia, porque persigue a los hombres de pensamiento que apoyan la verdad y la justicia. En cambio las fuerzas ciegas del mal odian a los escritores y los libros. Dice al-Bayati:

 

"Un fantasma persigue en la oscuridad al autor de 'El pequeño hombre'

olfatea los libros viejos sobre los estantes de las bibliotecas

en la Plaza de al-Sa'dun

o en el mercado al-Saray

y regresa fracasado al café,

pero no encuentra a aquellos

que ayer persiguió,

pues volaron como bandadas de pájaros

al exilio.

Ya no se encuentra una caza abundante, pues los cementerios y las cárceles

están llenos de ellos".

 

En este ambiente contaminado, todo está deformado y las conciencias están corrompidas, hasta Ishtar perdió su inocencia y su pureza y se convirtió en una "loba ciega" y botin de los tiranos:

 

"Ishtar en su otro espejo y bajo su asedio

es una anciana que viste harapos

y llora a escondidas".

Es, en resumen, la pesadilla que ahoga la patria, envenena los corazones y mata el germen del bien en las almas. Es la maldición que envuelve aquella región desde hace décadas. La denunciaron muchos poetas y al-Bayati lo hizo en más de un poema, como por ejemplo al-Mujbir "El delator" y otro con el mismo título de al-Sayyab.

 

El cuarto grupo lo podemos denominar poema-símbolo. Y al-Bayati, como sabemos, es uno de los mejores poetas árabes contemporáneos que manejan con maestría el uso del símbolo y conoce con precisión sus límites y sus dimensiones. En este grupo entran los títulos: al-Wayh al-muqaddas ("La cara sagrada"), Hadiqa al-sita ("El jardin de invierno") y Ru'ya fi qasr al-sita' (" Visión en el palacio de invierno").

 

En realidad, el símbolo es una de las grandes referencias de la poesía árabe moderna que ha sabido aprovechar, ya que aparte de su función artística en el poema agudiza la imaginación y la hace volar en mundos lejanos y regiones fantásticas. En "La cara sagrada" contemplamos el rostro de la amada que simboliza los rasgos y atributos de su querida patria. Es el amor puro, inocente y eterno que sigue siendo una fuente que se renueva constantemente:

 

"¿Acaso eres tú a quien amé en otro tiempo?

¿o tú eres quien practicó la magia

con El Tigris y El Éufrates en los albores de las civilizaciones

y brotaron oro?.

¿O eras en mi infancia

en mi sueño una mujer que practicaba los ritos?.

No has crecido y tu cara sigue como era

reluciente, espléndida

y llena de luz".

De nuevo al-Bayati simboliza a la patria con "El jardín de invierno", poema dedicado al alma del poeta Buland al-Hadari, perteneciente a la misma generación del autor y recientemente fallecido. Además pasó largos años en el exilio, lejos de su patria "Iraq". Dice al-Bayati:

 

"Nos salvamos de una muerte para caer en otra y baja el telón en silencio

el jardín de invierno está en su desnudez una santa eres tú, le dije".

 

Este invierno simboliza los malos momentos que atraviesa la patria, envuelta en su dolor, su tristeza y la crueldad más extrema, de modo que sigue sangrando, porque los tiranos se sucedieron en robar su historia, manchar su honor y llenar sus tierras de corrupción.

 

"El Tigris y El Éufrates han brotado sangre desde hace miles y miles por doquier

Sumer, mi corazón, bajo sus escombros una guitarra que tú has enterrado

los tiranos arrebataron su historia y la coronaron con sangre y odio".

En cambio, su poema "Visión en el palacio de invierno", viene a simbolizar los cambios ocurridos en los últimos años en la ex Unión Soviética y los países comunistas del Este. Al-Bayati, hombre de ideología izquierdista y humana, se siente dolorido y triste, porque aquello que era la esperanza de la humanidad durante décadas y sobre todo para la clase más desafortunada que soñaba con la igualdad y la justicia, todo esto se vino abajo en poco tiempo y el destino de miles de millones de personas se ha puesto en manos del capitalismo y del imperialismo. Dice al-Bayati con amargura:

 

"...

En tiempos de perdición y colapso

¿quién conoce al camino

hacia el exilio del sol?

Gorki sabía lo que escondían los ladrones

en la Plaza Roja

o en el palacio de invierno.

Sabía que: los nietos

intercambiarían la Estrella Roja

por el Dólar".

Al-Bayati Se imagina el rostro del maestro (Lénin) que se asoma sobre millones de seguidores, tal y como lo hizo el Mesías. Pero, lamentablemente, se ha perdido todo, se han mezclado las cosas y ha llegado la mísera realidad que temían muchos intelectuales y pensadores.

 

Entonces, la visión de Gorki fue precisa y acertada en su pronóstico. El quinto grupo incluye poemas amorosos, que es otro de los temas preferidos de al-Bayati. Comprende los poemas: Ilaha al-Qamar ("La Diosa de la Luna"), Matar fawqa al-Atlas ("Lluvia sobre el Atlas"), al-'Amya' ("La Ciega"), al-Hariq ("El Incendio") y Hanadi.

 

En el poema "El Incendio" las imágenes se entremezclan y se funden para crear un cuadro lleno de belleza e imaginación. Se mezclan los sentimientos del amor puro con el amor carnal que desea el encuentro y el contacto. Desea la fusión para alcanzar una nueva creación:

 

"Umayma le dijo a su espejo

aquí se posó el águila sobre mí

y sus garras recorrieron mi seno

dejando una luna y una cruz.

Me poseyó entre sus brazos

y yo nadaba loca en el brillo de las estrallas.

Entró en mí, arando mi virgen cuerpo,

El amor me arrebató el corazón y estuve a punto de morir.

Le abrazo, estando él lejos de mí,

y lo bebo, estando cerca de mí".

Nos preguntamos si estos dos últimos versos no recuerdan a Rabi'a al-'Adawiyya o a Ibn 'Arabi. El amor en al-Bayati es el motor principal y esencial de la vida. Es la luz, aquel factor generador y creativo en sus poemas. La mujer no es solamente aquel ser que excita los deseos, sino también es la compañera y la colega de lucha en el camino del compromiso y el esfuerzo para alcanzar la justicia. 'Aixa sigue siendo símbolo de la vida, de la mujer completa y del amor eterno. Sigue acompañando al poeta en todos sus movimientos, en su patria y en su exilio. Dice al-Bayati en "Lluvia sobre el Atlas":

"Estábamos, 'Aixa y yo

intercambiando en el espejo los papeles

hasta que me convertí en el verdadero

y ella en mi sombra.

El Rey de Sevilla le dijo a mi madre:

tu hija es mágica,

le conquistó el juicio al Rey Errante.

Aquél quien la llama: ve en el espejo mágico

la cara de un angel

que vuelve de su exilio".

Como vemos en estos versos, el poeta se funde en su amada 'Aixa. Y ésta es tan espléndida que les deja a los enamorados desposeídos de su razón. De entre ellos dos grandes enamorados de la historia árabe y que ambos fueron también reyes : el poeta al-Mu'tamid b. 'Abbad, último rey de Sevilla y el poeta preislámico 'Umru al-Qays, príncipe de la tribu Kinda. Así une al-Bayati el amor a la poesía que no se separarán mientras haya en el hombre un corazón que late.

 

El sexto grupo y último representa el poema-diálogo. Es otra de las características de la poesía moderna que adquirió del arte dramático algunos rasgos como el movimiento y la acción que se desarrolla paulatinamente. Abundan en el poema también las voces que se enfrentan o se complementan, según el caso, participando en la formación del elemento dramático y su orientación hacia su fin.

 

El poema titulado "El Trovador" es el mejor ejemplo que representa esta tendencia en el diván. A pesar de ser un poema corto, contiene varias voces y numerosos personajes de trovadores que pertenecen al perdido al-Andalus. Todos ellos lloran a Madonna y se entabla el diálogo entre los cuatro personajes, se entremezclan las épocas y se enfrentan los deseos. Granada se convierte en el centro de este diálogo, cuando uno de ellos se pregunta:

 

"Dijo el tercero:

¿Granada ha caído

o sigue brillando como una estralla?,

pues Madonna ahora da a luz

a otro nieto bajo las cúpulas de la luz

y bajo el llanto de la fuente en el palacio de la Alhambra.

Volverá a escribir (No hay vencedor sino Dios)

en otras ciudades

que aún no han sufrido terremotos".

A pesar de la tristeza anclada y el dolor permanente y a pesar del llanto de la fuente, la esperanza se mantiene en el nuevo nieto que conquistará regiones nuevas y pondrá su sello viejo-moderno (No hay vencedor sino Dios) sobre los muros de palacios y mezquitas que todavía no conocen estas palabras. Viene la voz del cuarto más abierta y optimista hacia la vida, porque no consiente ni acepta el llanto ni las quejas y ve en su gente el germen del Bien que puede crear un futuro más esperanzador, inspirado en el legado de los antepasados:

 

"Dijo el Cuarto: somos semillas del fuego

creamos en el exilio

un al-Andalus.

¿Por qué entonces, día y noche

lloran las guitarras?

Resumiendo, podemos decir que este es el último diván de al-Bayati que corona una producción poética de medio siglo. Un legado rico y variado que ha convertido a su autor en una de las referencias más relevantes de la poesía árabe moderna. "El mar está lejos..." es de momento el último grano del racimo dorado que ya a finales de los cuarenta empezó al-Bayati a elaborar y no ha dejado de pulir y perfeccionar. Su belleza sorprende y su brillo supera las fronteras regionales del mundo árabe para elevar a este poeta y con pasos seguros al rango de los escritores universales.