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Entrevista
Literatura Árabe - Países Árabes

 

Rosa Isabel Martínez Lillo
(Madrid, 15-4-98. Entrevista y edición: Jean Lauand.
Revisión: María de la Concepción Piñero Valverde).

JL: ¿Cuáles son los principales temas de sus investigaciones en literatura árabe?

RIM: En principio, trabajo con todo el mundo árabe, la literatura de todo el mundo árabe contemporáneo y, más en particular, la mashriqy, la oriental. Y todavía particularizando más la egipcia: porque estuve viviendo en Egipto e hice la tesina sobre un poeta egipcio, la tesis sobre otro poeta egipcio... Egipto es el país que mejor conozco y es el país con que más trabajo. Y dentro de la literatura, la poesía, la hermana pobre de todos los géneros literarios...

JL: ¿Cuáles son las características específicas de la poesía egipcia contemporánea?

RIM: Naturalmente se trata de un tema muy amplio... Concretando muchísimo, diría que la poesía egipcia moderna tuvo un momento clave, un momento muy importante, que es el de los poetas de la generación llamada "de los cincuenta", la generación de Salah 'Abd Al-Sabur (sobre él hice mi tesis), que está considerado el pionero del verso libre en su país. Además de Al-Sabur, surgen varios nombres, como el de Amal Dunqul (sobre él hice la tesina), un poeta muy interesante, que tuvo su carrera truncada porque murió muy joven (estaba enfermo desde que nació)...

Después de esa generación, hay muchos poetas, pero yo, personalmente, pienso que no hay una gran figura; como, por ejemplo, sí, las hay en narrativa: Nagib Mahfuz, Gamal Ghitani, que se puede considerar discípulo suyo; otros como Yusuf Al-Qa'id y muchos autores de narrativa, pero en poesía, creo que no.

Esto es lo que ocurre en Egipto, pero en el resto del mundo árabe hay - desde mi punto de vista - cuatro grandes poetas: el palestino Mahmud Darwish, el iraquí Al-Bayaty, el libanés Adonis (que actualmente vive en Francia y ha sido varias veces indicado para premio Nobel...) y el sirio Nizar Qabbani. Estos, decía, son cuatro principales poetas del mundo árabe y no sólo del mundo árabe; creo que se pueden inscribir perfectamente en lo que es el panorama de la poesía contemporánea universal; lo que ocurre es que no son conocidos... Adonis, sí, es más conocido, pero los demás, lamentablemente, no.

He traducido la mayoría de los poetas árabes contemporáneos, tanto maghrebíes como mashriquíes, en diferentes libros y revistas; últimamente ha salido Los cantos de Mihyar el Damasceno, el libro de Adonis que hemos traducido del árabe entre mi padre (el Dr. Pedro Martínez) y yo: él ha traducido la poesía y yo he traducido lo que sería la poesía en prosa: la prosa poética. Es una poesía estupenda.

JL: ¿Y cómo es la acogida del público español a la poesía árabe contemporánea?

RIM: En general, sí, le gusta, pero le gusta diferentes autores. Suele gustar, por ejemplo, Nizar Qabbani que escribió una poesía comprometida, luego siguió una línea de poesía, digamos, más lírica, cuyo tema principal es el amor (pero el amor tratado de una manera muy profunda) y actualmente ha vuelto a la política: hace una crítica muy dura a los regímenes árabes, a los políticos árabes. Es un autor que suele gustar; suele gustar tanto a los propios árabes -llena todos los sitios adonde va a declamar poesía- como al público español.

Un caso especial es Adonis -que acabo de traducir y me encanta-, que es un autor completo: un poeta que tiene su cosmovisión -tiene su sentido propio de la vida, de la existencia y del todo- y deja que se comparta su mundo: un mundo muy personal y que yo, evidentemente, comparto: en cuanto le leo me siento identificada, adentro en él. Pero es un poeta muy oscuro: utiliza muchos símbolos; conoce muy bien la lengua árabe y maneja maravillosamente las palabras... Y, claro, como tiene un mundo tan personal es una cuestión más que nada personal también: si le comprendes, puedes participar de ello; si no le comprendes, ¡pues no! Adonis tiene un mundo bastante ambiguo, bastante oscuro, lo que en árabe se podría denominar como ghumud, con mucho carácter de oscuridad. Y entonces es un autor que no suele gustar. Yo, siempre que lo explico a los alumnos, la verdad es que nunca cala en ellos... No es un autor que tenga mucho público: ni entre los españoles, ni entre los mismos árabes... Pero, personalmente, yo opino que es el poeta más completo. Luego, Adonis es también muy buen autor como crítico: es un gran conocedor de toda literatura árabe. Como crítico está más aceptado; como poeta, la gente no termina de entenderle.

JL.: Un verso de Adonis, especialmente significativo...

RIM: Seleccionar un verso es para mí tan difícil... Bueno, siempre me acuerdo de un poema de Adonis que dice: "Camine yo con el abismo a cuestas". Él va cargando con todo, camina hacia adelante -tiene algo del mito de Sísifo-, con todo lo que teme, con todo lo bueno y todo lo malo...

JL: ¿Cómo ha sido, para ti, el descubrimiento del mundo árabe?

RIM: Bueno, yo nací en El Cairo... Estaban allá mis padres viviendo y yo me vine con tres meses a España.

Cuando yo era pequeña, venían a casa amigos egipcios de mis padres y reaccionaban de una manera quizá -para los españoles- un poco extraña. Para mí no era nada extraña, me encantaba, por ejemplo, el hecho de llegar a mi casa, quitarse los zapatos, empezar a tocarse los pies etc. A mí me encantaba eso porque demostraba una naturalidad total, de sentirse a gusto, de disfrutar con el momento... Y yo, que era entonces muy pequeñita, disfrutaba viéndolo -a mi madre no le terminaba de gustar: claro, desde nuestra perspectiva chocaba un poco...- y esa gente me llamaba mucho la atención y a mí me encantaba su modo de portarse.

Yo me quedaba con esas sensaciones y luego ya cuando tuve que entrar a la universidad, me planteé qué estudiar...

JL: ...Naturalmente, has aprendido el árabe en casa...

RIM: ¡No! Yo no sabía nada, no tenía ni idea: en mi casa, nunca se hablaba de temas árabes: "En casa del herrero, cuchillo de palo"... Bueno, a mí me gustaba mucho la literatura e hice el primero de Filología -que entonces era común para hispánica, para clásicas y para árabe-; y, en el segundo, tenía que elegir. Yo había empezado a leer literatura árabe, sobre todo Nagib Mahfuz (unos cuentos que demostraban toda la realidad egipcia, trágica, esa realidad que te pone los pelos de punta... con aquella capacidad -única- que tiene él de mostrar la realidad y hacerte sentir la realidad: lo estás leyendo y lo estás viviendo...). Leía traducida, evidentemente... en la traducción de Marcelino Villegas, que es -desde mi punto de vista- el mejor traductor de Mahfuz: a Mahfuz o se le lee en árabe o en la traducción de Villegas.

Mahfuz no era tan conocido entonces. A mí me fascinaron esos cuentos y cuando -en segundo- tenía que decidirme por qué filología ir, yo elegí Literatura Árabe (aunque yo seguí siempre leyendo literatura española; me encanta la literatura del Siglo de Oro, Calderón etc.). Y luego, ya cuando estaba a punto de terminar la carrera, pensé que debía dedicarme a algo: a mí me gustaba la sociología del mundo árabe, es decir, lo que me gusta en último caso es la persona: a eso voy. La sociología, el ser humano, la persona.

Entonces, como no había un maestro que me pudiera dirigir en ese sentido, mi padre y Carmen Ruiz Bravo -profesores de literatura (y no porque sea mi padre o porque sea Carmen: ¡son grandes maestros!)- me dijeron: "Mira, si te gusta la literatura, dedícate a la literatura: ¡la literatura es una fuente de la sociología!". Y empecé a estudiar literatura y desde ya varios años, en los veranos, me iba a países árabes: me fui a Túnez, luego a Egipto etc. Cuando terminé la carrera, me fui a Egipto a escribir la tesis, estuve estudiando en Egipto en varias universidades, volví a España y presenté la tesis. Y luego estuve viajando -a participar de congresos o por una cuestión puramente personal- por casi todos los países árabes: Jordania -donde estudié dos cursos anuales de verano-, Irak, Yemen, Siria, Marruecos, Libia etc.

JL: ¿Y cuáles son las impresiones de esos contactos? ¿Qué es lo que más te atrae en el mundo árabe?

RIM: ¡La persona! La humanidad, la manera humana, la manera de concebir la existencia, la manera -con la que me siento mucho más identificada- de sentir el tiempo que es totalmente distinto del tiempo que se percibe en Occidente; la manera de concebir el espacio.

El tiempo para ellos es linealmente circular o circularmente lineal. La palabra de Dios es eterna, el tiempo es eterno: eso se ve claramente en los verbos: el centro de todo es el mady, el pasado -un participio activo, pasante, algo que está pasando y eso es pasado-, y lo otro pues son pequeñas contracciones...

JL: A propósito del tiempo, hay casos en el portugués de Brasil muy curiosos y que se parecen mucho con el uso árabe del verbo: se emplea -sobre todo en fórmulas de anuncios de publicidad- el pasado para el futuro: "(Cerveja Tal:) Provou, aprovou" (lit.: "Cerveza Tal: probó, aprobó") en el sentido de "quien la pruebe, la aprobará"... Ese empleo sugiere que la fuerza del pasado es tanta que el futuro está por él determinado.

RIM: Justamente, todo es pasado, pues todo está ya vivido...

Hay un momento estelar en toda la civilización árabe que es el momento de los autores del mahjar, sobre todo el de la Al-rabita al-qalamiyya, la Liga Literaria -que son los que van al Norte (la mayor parte de ellos son árabes cristianos que emigran a Nueva York). Conciben el tiempo como un tiempo existencial que está por encima de nosotros, que es eterno, pero, para los seres humanos, lo que interesa es vivir nuestro tiempo: el aquí y el ahora. Y ese tiempo existencial no tiene sentido si no en el momento en que nosotros estamos dando sentido a nuestro tiempo personal. Son, pues, unos autores llenos de vida, de optimismo y son muy importantes en la literatura árabe y precisamente por su concepción del tiempo: un tiempo existencial (eterno etc. etc.) pero los humanos tenemos nuestro tiempo terrenal, que es el que tenemos que vivir. El curso que di para la titularidad fue sobre ese tema, que a mí me apasiona.

Claro, todos esos sentimientos se van forjando conforme se van conociendo países y personas. A mí, evidentemente, el país que más me ha influido ha sido Egipto, porque estuve viviendo allí, porque estudié con profesores egipcios, a los que nunca olvidaré. Yo siempre digo una cosa: a la universidad egipcia no se va a estudiar árabe -porque árabe no estudias: hablan dialecto y el nivel académico es muy bajo...- ahora, sí, aprendes una cosa esencial: la humanidad, la humanidad de los profesores. A mí no se olvidará en la vida la humanidad con que los profesores daban clase a la gente. Profesores que eran grandes críticos como 'Abd Al-Muhsin Taha Badr; y a ese hombre a quien yo conocía por libros pioneros, pues le veía ahí dando clase y diciendo unas cosas obvias a una gente que estaba en último año de carrera, pero diciéndolas con un cariño, con una humanidad que a mí eso me encantaba: la literatura árabe no la aprendí ahí, pero aprendí la humanidad de los profesores: eso siempre lo recordaré y debo agradecer eso a Egipto.

Luego en otros países como en Jordania, aprendí muchísima literatura árabe... ¡Ah! una cosa: también en la Autónoma he aprendido mucho... Digo eso, porque hay un dicho, la mayoría de las alumnas dicen que cuando terminas no sabes árabe y no sabes nada... ¡Eso es mentira! Claro, depende de uno mismo: si quieres aprender aprendes, si quieres estudiar, estudias. Y además en la Autónoma hay muy buenos profesores y eso no lo digo porque estoy trabajando ahí, hay profesores estupendos, un nivel muy bueno: otra cuestión es si el alumno quiere estudiar o no...

Pero, como iba diciendo, en Jordania hay mucha materia, mucha materia lingüística y literaria, pero humanamente ¡nada! Jordania es un país al que le debo mucho, pero al que no guardo mucho cariño: los jordanos, los jordanos-jordanos son -en general, claro- una gente arrogante, altiva y yo no comparto con ellos muchas cosas...

JL : Tú hablabas de las peculiaridades de Yemen...

RIM: Es que ha sido todo un descubrimiento, es un país que, digamos, me ha devuelto las ganas del arabismo. Porque yo, personalmente, después de la Guerra del Golfo me sentí muy mal: profesionalmente fue para mí un momento de caída, de crisis, de decir: ¿Qué es esto? ¿Adónde vamos a parar? ¡Esto no tiene sentido! ¡El mundo árabe va a la deriva!

Y humanamente, claro, también me afectó porque como lo que me importa son las personas y las personas morían, eso me afectó mucho: fue un momento malo. Bueno, me gusta mucho dar clases y me encanta. Me gusta mucho la literatura, la poesía, siempre estoy leyendo... pero llega un momento en que uno se cansa de... -no sé como llamarlo- ...de ese mundo árabe mediterráneo, que es un mundo árabe de color, de humanidad, de tolerancia, de apertura -el mundo egipcio, el mundo de los libaneses- pero llega un momento en que parece que falta algo: que falta un poco de arabidad, de arabidad original, en estado puro... Y todo eso lo echaba en falta y por una casualidad de la vida -fue una casualidad, yo no pensaba ir a Yemen- fui a Yemen y ha sido un descubrimiento: porque en Yemen sí que está la arabidad en estado puro: ver a los yemeníes..., yo miraba por la ventana y los veía andar y es que no andaban, iban flotando... Y luego les miraba a los ojos y transmiten arabidad profunda... Hablan muy poco; yo estaba acostumbrada al típico egipcio, que habla mucho -a veces sin decir nada- y claro uno se cansa. El yemení habla muy poco pero dice muchas cosas, incluso sin palabras. Y a mí me ha fascinado: he descubierto buenos poetas. Yemen ha sido para mí una inyección de arabidad.

JL: ¿Has pensado alguna vez en hacerte musulmana?

RIM: Cuando terminé la carrera. Volví a Egipto, empecé a tratar más con la gente, a ir a la universidad, empecé a salir con un egipcio (luego me di cuenta de que no le quería...), empecé a conocer más el Islam, iba a las mezquitas -las mezquitas son sitios que me encantan, para descansar; así como las iglesias no me gustan porque las imágenes me dan miedo-, a la mezquita de Ibn Tulun, una mezquita preciosa donde no había nadie, iba ahí, me sentaba, un sitio la mar de agradable, era la paz y comencé a leer... y alguna vez llegué a plantearme: ¿Me hago musulmana? Pero yo soy una persona muy racional y enseguida abrí los ojos, al día siguiente, y dije: ¡No, esto no tiene nada que ver!, y con el novio egipcio este que tenía, abrí los ojos también y me di cuenta de que no le quería y se acabó la cosa. Yo he estado siempre mucho con la gente, es la manera de conocer: entrar en contacto en todos los sentidos.

Una limitación en esos contactos es que el mundo femenino en Islam es tremendamente cerrado. Yo, de todo lo que he estado en el mundo árabe, creo que sólo he hecho amistad con una chica que era sudanesa y que estaba estudiando en Jordania: era compañera y colega e hicimos una gran amistad. El mundo femenino es muy cerrado, es muy dificil contactar con las mujeres. En el mundo árabe-musulmán, hay mucha diferencia entre lo que es el interior y el exterior de la casa, entre puertas para dentro y puertas para fuera. Está claro que puertas para dentro -se diga lo que se diga- es el terreno de la mujer; puertas para fuera es el terreno del hombre. Pero también esto se inscribe en toda la cultura mediterránea: esto ocurre en los países árabes y ocurre en Nápoles, en Sicilia... en todo lo que es mediterráneo.