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Entrevista
Literatura y Realidad Árabes

Nieves Paradela

(Madrid, 15-4-98. Entrevista: Jean Lauand y Mario Sproviero.
Edición: Aida Hanania. Revisión: María de la Concepción Piñero Valverde)

 

JL: ¿Cuáles son los puntos de interés que tiene Ud. en sus investigaciones en estudios árabes?

NP: Yo, desde siempre, me he dedicado, más que nada, a la lengua y a algo que podemos llamar "literatura", un término que para mí tiene un sentido muy amplio: no solamente como literatura de creación, sino entendiendo a la literatura como un discurso que se produce dentro de un ámbito cultural. Y esa literatura permite hacer un análisis no exclusivamente literario (en el sentido tradicional), sino también un análisis intelectual del discurso; sobre todo en el caso de la literatura contemporánea que es a la que me dedico.

Ese es mi entendimiento de la literatura en general, pero la literatura contemporánea -tal como se da en los países árabes- es especialmente reflejo de esa situación - una especie de encrucijada- donde todos los discursos actuantes desde un punto de vista ideológico, social, político y demás, encuentran ahí, en alguna medida, su centro.

Y entonces el frecuentar ese tipo de literatura escrita en árabe, me permite dedicarme a "otros" temas que me interesan: que es por un lado la lengua, luego, por otro lado, la traducción y también el estudio de la producción literaria en ese sentido más general.

JL: ¿Cómo ha sido su trayectoria en esos estudios?

NP: Por remontarme un poco al principio, yo elegí mi tema de tesis doctoral sobre literatura de viajes. Cuando la comencé, en los ochenta, estaba -por lo menos en España- el tema muy de moda: una eclosión de traducciones y de investigaciones sobre literatura de viajes. Quizá porque el texto de viajes es un texto que habla muy bien, no solamente del otro (eso es obvio), sino también de uno mismo, pues creo que cuando leemos un libro de viajes, no estamos leyendo solamente datos sobre la geografía, la política, las gentes de otro país o de otros mundos, sino también queda muy bien reflejado ahí el propio yo de quien escribe y el yo social también.

Entonces eso me llevó a preocuparme por ver si había textos de viajeros árabes que habían escrito sobre España. Me preocupaba porque había muchas investigaciones sobre cómo, desde aquí, se veía al otro, pero creo que el arabista, pudiendo manejar la lengua, debía ver cómo esos otros nos habían visto a nosotros. Yo lo quise llevar -era demasiado ambiciosa- a ver cómo, desde la cultura árabe contemporánea se veía al Occidente, pero era tal el cúmulo de textos y la diversidad... (porque eso de "Occidente" no existe: yo creo que no existe Oriente, pero tampoco existe Occidente. Digo eso porque España tiene, en principio, poco que ver con Centro Europa o Norte de Europa...). Bueno, tuve que reducir el campo de visión y me centré en España. Por un lado porque luego fue un descubrimiento ver que había más textos de los que yo pensaba y descubrí que, efectivamente, España es un Occidente muy particular; no solamente para Europa, lo cual es obvio, sino también para los propios árabes. Entonces fui recopilando un tipo de material, obras de viajes -"rihlas" como se llama en árabe- y entonces, descubrí que había bastante producción escrita desde el siglo XVII hasta 1939, aproximadamente, que fue el límite del estudio: después de la guerra civil española.

Y fui estudiando esos textos mientras fui descubriendo... y creo que luego logré resumir en calidad la visón árabe de España: un Occidente muy muy particular. Muy particular para los árabes, también porque ahí existió al-Andalus que era un nexo de unión, cosa que no tiene Francia, no tiene Inglaterra, no tiene Italia (Italia sí, algo, pero no tan actuante como en España...), no tiene Alemania, no tienen otros países...

Entonces yo fui viendo incluso por periodos, por etapas, por orígenes nacionales y, sorprendentemente, me encontré que la visión podría ser única, que no había tanta diferencia entre que el viajero procediese de un lugar o de otro; yo no descubrí esa diversidad: seguramente por la ideología que ellos tenían, me refiero fundamentalmente a la época contemporánea (porque en los siglos XVII y XVIII, es diferente: es una etapa prenacional en muchos países árabes, pero a partir del siglo XIX ya tienen los mismos problemas: ya está el colonialismo occidental en estos países). Entonces les interesa la reconstrucción histórica - que a ellos les importa mucho su propio pasado - y en ese sentido, el viaje a España permitía a ellos dos cosas: por un lado, entrar en contacto con una sociedad occidental "moderna" (que, en realidad, no lo era tanto) y al mismo tiempo encontrarse con parte de su propio pasado. Esa especificidad que no la tienen en ningún otro país y cara a los árabes, yo creo que hacía de España un país particularmente interesante.

Descubrí que, sorprendentemente, lo que es la parte de España como país contemporáneo, (como ejemplo de país porque ellos estaban buscando ejemplos sobre todo, en su afán de modernización y demás) no les gustaba demasiado: desde luego, España en comparación con Francia, en comparación con Inglaterra, como país moderno.

A partir de mediados del siglo XIX hasta el siglo XX, España, en esos momentos, no podía hacer nada o muy poco, porque en esos años España estaba siendo visitada por la gente del norte y decían un poco lo mismo: que éramos un país atrasado, que éramos un país subdesarrollado, lo que además era verdad y que en los campos del saber, de la ciencia y demás, el ejemplo español era bastante pobre. Los árabes evidentemente lo ven también, porque para los árabes el modelo occidental, por antonomasia, era Francia sin duda; Inglaterra, un poco después, pero era Francia...

Entonces, en este sentido, España, incluso la tratan con un cierto desdén; sorprendentemente. El mismo desdén con que, por ejemplo, podíamos estar descritos por parte de un francés o de un alemán, los árabes nos describen a nosotros. Éramos un mal modelo por así decir. Pero, sin embargo, donde el modelo existía era en al-Andalus...

Pero es un al-Andalus que, al mismo tiempo, había desaparecido. Los árabes se vinculan a ese Andalus, que ven en los campos, en los monumentos, como el modelo con que se intentan vincular conscientemente para extraer un modelo posible para su presente.

JL: Naturalmente se trata de un modelo un tanto idealizado...

NP: Absolutamente idealizado y descontextualizado en absoluto. Y es un discurso muy discutible porque me parece que los discursos escapistas no benefician a nadie... Finalmente, ellos terminan por reproducir ese mismo discurso un poco fuera del tiempo, fuera del espacio que fue al-Andalus. Pero, además, es para ellos un Andalus que curiosamente -evidentemente, yo lo entiendo, porque ellos estaban en una época de reconstrucción nacional y la tarea de reconstrucción nacional lleva a estas mistificaciones- era un Andalus, decía, que no contribuyó para nada en la formación histórica de España.

Como se sabe, hay un debate historiográfico en España entre los que defienden, digamos, el modelo de Américo Castro y los que defienden el modelo de Claudio Sánchez Albornoz, en la medida en que se plantean si al-Andalus fue un componente esencial de España, de la España contemporánea o no: hay posiciones muy virulentas y muy exageradas y, sorprendentemente, estos árabes del XIX y del XX terminan reproduciendo los modelos más esencialistas también de la historiografía de España: porque, para ellos al-Andalus no tuvo nada que ver en la formación histórica de España y, en concreto, los españoles actuales, con los que ellos se encuentran, son descendientes directos de los cristianos peninsulares y al-Andalus fue una especie de huracán que pasó por aquí y prácticamente no hizo nada.

Eso fue un poco a lo que yo llegué al final en las conclusiones del libro, pues trataba de discutir y de mostrar que en el fondo, el modelo era exactamente el modelo esencialista.

Ese libro lo publiqué bastantes años después, en el 93, con el título de El otro laberinto español – viajeros árabes a España entre el siglo XVII y 1936, fecha del último viaje de que yo traté. Lo dejé ahí, primero porque el cúmulo de material era muy grande y, segundo lugar, porque yo creo que incluso si, hoy en día, aunque no haya tantos libros de viajes publicados, cogiésemos un viajero árabe que viniese a España, me parece que el modelo seguiría siendo el mismo: no hay una diferencia substancial entre el modelo acuñado desde el XIX, digamos, hasta los años 30 y lo posterior. Yo creo que el revisionismo histórico -que quizá se podría producir en el mundo árabe a partir de la guerra de 1967- no tocó el tema de al- Andalus y demás. Me parece que eso sigue actuando allí...

Luego no he seguido exactamente con el tema de viajes. Es frecuente que los arabistas vayamos actuando por tanteo: es muy dificil que un arabista no haya tocado varias teclas en sus dedicaciones y hay mucho por hacer todavía en el arabismo, sobre todo para los que nos dedicamos a los temas más contemporáneos: y vamos un poco dando tumbos, en el buen sentido de la palabra.

Luego, lo que he hecho, han sido algunas traducciones de literatura árabe contemporánea y he publicado en diversas revistas y luego ya un libro entero con la traducción de una especie de autobiografía, o mejor, memorias de infancia, de un escritor libanés contemporáneo, Khaled Ziyada. El libro se titula Viernes y Domingos que es una traducción, el número uno de un proyecto de traducción que actualmente están desarrollando en la Escuela de Traductores de Toledo (que como se sabe se ha revitalizado y hay otra vez traducciones en Toledo).

Hay un proyecto europeo de traducción que se llama "Memorias del Mediterráneo" en el que participan varias casas editoriales de diversos países europeos para traducir del árabe a diversos idiomas. Porque traducir literatura árabe, o textos árabes en general, es tan minoritario: el público que lee esas traducciones es tan poco que se pensó que si se unían esfuerzos de diversos países europeos se daba publicidad, se podía invitar a los autores a la presentación de los libros, se podía, en fin, difundir más esa literatura. Entonces, es un proyecto en el cual participan diversos países europeos, se seleccionan las obras, si hay tres lenguas o tres casas editoriales dispuestas a traducirlas, se va adelante con el proyecto y ya han salido al mercado aproximadamente cuatro o cinco libros de este tipo; lo único que se pide es que estén escritos en árabe y que hablen de alguna forma del Mediterráneo y que estén analizados a partir de experiencias personales, que sean, de alguna forma, autobiográficos. Eso apareció hace pocos años y me quedé satisfecha con un proyecto tan bello.

Lo más reciente que tengo ahora entre manos es una gramática árabe, de modo que cambié otra vez: sigo dando tumbos... No es una gramática exactamente. Es un manual de sintaxis árabe porque también la verdad es que en la medida en que en España hay muy poco material didáctico para la enseñanza del idioma árabe, me animé a poner por escrito, a unificar todos los apuntes que tenía de esta materia y me salió un volumen acceptable y lo publicaré, espero que dentro de poco, en las Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid. Ese es otro de los problemas que tenemos en el arabismo español: la falta de material de lengua y de muchas cosas y entonces creo que también eso nos lleva a pensar en porqué y en cómo ensinar una lengua que es moderna y viva.

JL: ¿Hay unidad e intercambio literario entre los distintos países árabes? ¿Se leen unos a otros?

NP: Sí, sí. Pero siempre hay mucho más presencia de la parte oriental, del mashriq -a partir de Egipto, Siria, Líbano, Palestina...- en el maghreb que viceversa. Yo creo que los maghrebíes tienen razón cuando se sienten maltratados en este sentido: en cuanto lectores en función de las obras, conocimiento de su literatura en Oriente etc.

MS: Por ejemplo, en los países de habla castellana, hay diferencias entre Argentina, Méjico etc; ¿son más acentuadas estas diferencias que en los países árabes?

NP: Creo que sí, quizá porque también las experiencias nacionales de cada uno de esos países tienen mayor historia, mayor tiempo en Iberoamerica que en el mundo árabe.

En el mundo árabe, hay lo que se llama la Nahda, el movimiento de Renacimiento contemporáneo que se produce a partir del XIX; no en todos los países: en Egipto y en la zona del Shám (Siria, Líbano y demás), que es un asunto muy interesante y últimamente me estoy ocupando en conocer exactamente qué rasgos de modernidad empiezan a aparecer en el mundo árabe antes del colonialismo -luego el colonialismo arrasa con todo eso-, pero antes de eso, cuando todos los paises árabes estaban sometidos al imperio otomano todavía, ya empiezan a producirse signos incipientes de modernización en Egipto, en Siria y Líbano, muy distintos, unos de otros, porque en Egipto se produce con una forma estatal -hay un monarca que es Muhamad Ali que empieza a modernizar en muchos aspectos- y en la zona del "Shám", que estaba férreamente gobernada por Istambul eso no se podía hacer, pero sí, son las minorías de los cristianos, los que comienzan un proceso de modernización y se fundan las escuelas, las misiones... Y entonces se trata de ver exactamente en qué se basaban esos rasgos de prenacionalismos (si podemos hablar así); lo que pasa es que cuando se estaba produciendo -y esto también es muy interesante- un discurso regeneracionista islámico, cuando se intentaba modernizar el Islam a base de un aggiornamento que pudiera servir al nuevo mundo que se quería crear entonces, hay cosas muy interesantes, hay un protofeminismo, un pensamiento feminista que arranca en este momento, a finales del XIX, además con una vitalidad sorprendente: hay periódicos, periódicos feministas, se funda la universidad contemporánea que un poco da al traste con el viejo sistema de al-Azhar, medieval, de las mederzas...

Y esos signos de modernización que se iban a producir se terminan arrasados absolutamente por la irrupción del colonialismo. Entonces, es muy interesante; estos signos incipientes incluso de la modernización de todo el Islam de los pensadores regeneracionistas, modernistas que intentan decir: ¿cómo, prácticamente, ser musulmanes hoy en día? o ¿hay un modelo en el Islam que nos pueda servir para compaginar con la modernidad? Claro, en el momento en que llegan los otros e imponen un colonialismo, lo que pasa es que cada cual se repliega y se retradicionaliza absolutamente. Yo creo que ahí está un poco el germen del fracaso -si queremos hablar así- de la modernidad árabe. No que el Islam sea imposible de regeneración, sino que se le abortó un modelo propio de desarrollo...

JL: Desde Occidente...

NP: Claro. Lo que pasa es que después, este colonialismo dura mucho tiempo; no es que dure; el problema, creo, que no está en la duración; es que anula las posibilidades propias del desarrollo.

Cuando se producen las independencias nacionales, ¿quién toma el poder? Toman el poder los herederos de los que han dejado el poder o vienen los militares a dar golpes de estado y, lo que podía ser, por decirlo así, el progresismo, queda impedido.

No se vive en democracia y entonces el boom actual creo que se tiene que explicar, teniendo a la mesa, muchos factores, no solamente Occidente, sino también las propias coerciones y las dificultades y zancadillas que una política, una falta de democracia y unas corrientes intelectuales, desde dentro, están produciendo.

JL: ¿Cómo ve Ud., un posible proceso de modernización del Islam?

NP: Muy complicado, porque siempre se dice que los sectores con mayor posibilidad intelectual, por así decir, son los que viven en el exilio.

Creo que hoy en día, hay -a parte el económico- un exilio intelectual árabe que, como todos los exilios (yo recuerdo el exilio español después de la guerra) está en la imposibilidad de desarrollo, de mantenerse en las universidades y además está la represión, la censura que se produce sobre los pensadores, más o menos progresistas o libres.

Y la gente emigra... Emigra no a España -España no es un país que reciba inmigración intelectual árabe- pero sí Francia, sí Estados Unidos, sí Gran Bretaña y demás... Entonces, el problema es que se está produciendo una desconexión muy grande entre ese exilio cultural y las nuevas generaciones árabes, que son evidentemente las que se tendrían que encargar de ese proyecto de salir adelante.

Yo, hace mucho tiempo que no voy a un país árabe, pero los sigo y por lo que comentan, la vida universitaria es muy mala: hay señales de que la cosa no va esperanzadoramente.

Veo que los sectores de dentro no tienen las condiciones necesarias para pensar en libertad y para generar modelos de cambio y que en los sectores de fuera, por fuerza, se produce una desconexión... Esta es la conclusión un poco pesimista a la que llego...